Precisamente aquí

1.8K 167 3
                                    


Emma se quedó de esa manera, sin moverse, mirando a Regina Mills, que parecía dormir profundamente. Su rostro estaba pálido y sus mejillas ligeramente más hundidas de lo que recordaba. Llevaba una camiseta gris sobre la que había posado de forma negligente su chaqueta negra e igualmente se había hecho una cola de caballo. En su sueño, fruncía a veces el ceño y su respiración se hacía más rápida, más irregular. Así que por tercera vez desde cerca de una hora la alcaldesa se agitó en sus sueños, finalmente acabó por abrir los ojos, el rostro crispado ante un doloroso recuerdo y la respiración entrecortada. Tardó algunos segundos en volver a la realidad, borrando las pocas gotas de sudor que perlaban su frente con su mano, que soltó de la de Emma.

Y sus ojos se encontraron por primera vez desde hacía meses...

Regina se quedó petrificada, completamente paralizada. Emma se había despertado, sus magníficos ojos verdes estaban abiertos y ella la miraba con la misma intensidad que durante sus primeros días. Con gesto febril y que parecía causarle dolor, Emma acercó su mano sana a su boca, señalándole que tenía sed y que su garganta estaba seca. Al ver la incomprensión dibujarse en el rostro de su antigua compañera, hizo un gesto con el pulgar haciendo el gesto de beber y Regina comprendió entonces. Como si una descarga eléctrica la hubiera alcanzado de repente, se levantó de un salto de la silla para coger el vaso antes de desaparecer hacia el pequeño baño que había en la habitación. Cuando vio su reflejo en el espejo, tuvo ganas de llorar. Emma estaba de vuelta.

Volvió a la habitación, se acercó con aprensión a la rubia. Le tendió el vaso, que Emma cogió con algo de dificultad. Mientras se lo acercaba a la boca, el dolor de tensar el cuello para alcanzarlo fue tal que fuertes temblores se apoderaron de su mano. Rápidamente, Regina cogió el vaso de agua y colocó delicadamente su mano tras la nuca de Emma para sostenerla mejor. La ayudó a beber unos pequeños sorbos que quemaron más que aliviaron la garganta de la rubia.

Cuando hubo acabado, dejó el vaso vacío en la mesita antes de volver a posar sus manos en el borde la cama. Emma no desviaba los ojos de la morena, por miedo a que desapareciera. Tenía esa desagradable sensación de estar soñando, esa impresión de que iba a ser despertada por August en los próximos minutos para seguir golpeándola, una y otra vez. Regina, por su parte, no sabía qué hacer, ni qué decir. ¿Por dónde comenzar esa conversación? ¿Tenía el derecho? ¿Quería Emma que la alcaldesa estuviera ahí?

-Ya no te hará más daño...David y Graham lo han detenido. Está en prisión y yo haré de todo para que se quede ahí el resto de su vida.

La rubia no pudo evitar cerrar los ojos durante medio segundo, aliviada por saber esa noticia. Una lágrima se escapó de sus ojos para morir en su almohada.

-Se ha acabado, Emma...Se ha acabado.

A su vez, Regina se echó a llorar, un tornado de sentimientos acababa de expandirse por cada una de sus venas. A pesar de sus débiles fuerzas, Emma elevó su brazo para aferrar la mano de la morena, que estrechó lo más fuerte que pudo. Frente a ese gesto, las lágrimas de la alcaldesa se intensificaron. Emma estaba de regreso.

-Te he echado tanto de menos...- dijo en voz baja, sin lograr evitarlo.

Entonces se sentó en el borde de la cama con un gesto rápido antes de posar su cabeza en el vientre de la rubia, aferrándose desesperadamente a sus ropas de hospital, incapaz de contenerse. Y se derrumbó. Sus mejillas se inundaron de lágrimas mientras que su cuerpo entero era preso de sacudidas.

A pesar del dolor que la rubia sentía en su costado, seguramente a causa de un puñetazo dado por August, no rechazo a su antigua amante. También llorando, posó su mano sana en los cabellos de Regina, a los que comenzó a acariciar dulcemente.

Por nuestra segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora