Encuéntrenme

1.5K 178 6
                                    


No había el menor ruido, solo una respiración lenta y dificultosa cortaba el silencio del momento. En el mismo suelo una lámpara de mesa estaba encendida iluminando las paredes grises de la pequeña estancia. También estaba ese viejo colchón, polvoriento y agujereado, apoyado en la esquina de esa habitación que le había sido asignada. Y era todo.

Estaba acostada en ese lecho, intentando recobrar un ritmo de respiración regular. Sus costillas la estaban haciendo sufrir atrozmente y le impedían inspirar convenientemente. Con gesto torpe, apartó sus mechones rubios y sucios de su frente aún cubierta de sudor, de sangre y de polvo, y ese sencillo movimiento le arrancó un suspiro de dolor que contuvo mordiéndose el labio inferior. ¿Cuánto tiempo iba a dejarla tranquila tras lo que le acababa de hacer sufrir ese mismo día?

Encerrada en ese cuarto, le era difícil tener noción del tiempo, ya que los días y las noches se parecían siempre. A veces, la llevaba a la planta de arriba y volver a ver el sol a través de las ventanas la deslumbraba terriblemente. Pero no decía nada, no abría la boca ni intentaba escaparse. Porque su secuestrador había aprendido la lección...Había logrado huir una vez, pero no pensaba dejárselo hacer una segunda. Así que la alimentaba poco, llevándole lo mínimo para que no muriera y le hacía pasar por golpes y por todo lo que se le pasaba por la cabeza, cuando lo quería.

Ese día, una enésima lágrima se escapó de sus ojos. Estaba agotada y ya no podía soportarlo. Tenía la impresión de llevar ahí una eternidad y estar sola. Deseaba darse por vencida...definitivamente.

¿Habría recibido Graham su carta o hacía menos de dos meses

que August la tenía encerrada? ¿O la habría recibido hacía semanas sin saber qué hacer para encontrarla? Después de todo, se había marchado sin dejar la menor pista y tras la primera huida de Emma, era evidente que August habría tomado todas las precauciones necesarias para que eso no se volviera a producir. Lo único que ella sabía era que no soportaría mucho más tiempo.

Pensaba en Regina, en su piel y en sus caricias la noche antes de su marcha. Pensaba incansablemente en las etapas que habían atravesado juntas, en los momentos que habían pasado y en las palabras que se habían dicho. Esta vez, ella no quería olvidar...

-¿EMMA?

Otra vez ellos, esos innumerables pensamientos que se mezclaban en su cabeza...A veces tenía la impresión de escuchar la lluvia o el viento, pero se daba cuenta de que eran sonidos que ella inventaba. A veces también, le parecía escuchar a Regina que la llamaba, que murmuraba su nombre como había podido hacerlo durante su primera y única noche de amor.

-¿EMMA? ¿EMMA?

Otra lágrima se deslizó por su mejilla para morir en el hueco de su cuello. Estaba agotada, completamente exhausta ante la esperanza que se fabricaba. En sus sueños, Emma se imaginaba viviendo feliz, con una sonrisa en los labios, sentada en el banco del jardín de la alcaldesa mirando el horizonte, un té a su lado y la cabeza de su compañera sobre sus rodillas mientras le acariciaba dulcemente sus cabellos. Y en su mente repetía incansablemente ese momento, aspirando a un sueño que ahora le parecía inaccesible.

-¡EMMA!

¿Por qué la voz fuerte de David venía a inmiscuirse en el interior de su cerebro en ese preciso momento? Su amigo...Emma habría querido que realmente estuviera ahí, estrechándola de nuevo en sus poderosos brazos, sosteniéndola y apoyándola una vez más, levantándola del suelo y dando vueltas en el aire como había hecho la primera vez que se habían encontrado. Se culpaba terriblemente por haberle mentido y haberle hecho creer que iba a ir a Nueva York. Habría dado todo por estar ahí en ese momento. Habría querido conocer a Belle y a Killian, ver cómo era sus amigos, ver de nuevo a Mary Margaret que parecía ser una mujer muy importante en su vida...Renovar lazos con su pasado, vivir libre.

Por nuestra segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora