—Tengo trabajo que hacer, —dijo el vampiro, mientras ubicaba Ellie de nuevo su habitación, dejándola tambaleante en sus pies. ¿Se acostumbraría alguna vez a teletransportarse? —Te quedaras aquí hasta que regrese por ti.
—¿Trabajo? ¿Regresar por tus tronos?
—¿Siempre haces tantas preguntas?
—¿Siempre contestas tan pocas de ellas?, —Respondió ella, ganándose otra mueca. —Sólo dime esto.
Si Saroya es tan excesivamente importante para ti, entonces ¿por qué me dejaste en la cárcel? —Estaba seguro de que estarías físicamente a salvo.
—¿Y mentalmente?
—Me importa menos. Sólo estoy interesado en tu cuerpo.
Típico macho. —¿De qué tenía que estar protegida?
—Soy el Enemigo de lo Antiguo. Hay muchos que dañaría a Saroya para vengarse de mí.
—Dañarla. En mi cuerpo.
Le agarró la mandíbula, su piel sorprendentemente cálida. —Como te he dicho, aquí estás protegida,
muchacha. Al único que debes temer es a mí.
Lo que quería decir que era en el último lugar en el que necesitaba estar. Ellie podría forzar una
cerradura, pero ¿pero en cuantos a destrozar una cárcel invisible? ¿Si había cerraduras místicas, habría aperturas místicas? —¿Qué pasa con mis pertenencias? ¿Cepillo de dientes, ropa interior, etc.?
—Todo lo que necesitas estaba en el cuarto de baño. Cualquier prenda de vestir, —abrió una puerta en el corredor, —está aquí. —Él había revelado un armario tan grande como su viejo remolque.
Sus pensamientos se quedaron en blanco cuando ella entró. Vestidos, abrigos, bolsos, pantalones en todas partes. Debía de haber varias docenas de pares de zapatos, aún más suéteres y blusas.
Con los ojos muy abiertos, giró en su lugar. —¡Estas son las ropas más finas que he visto!
Lothaire apoyó el hombro contra la puerta. —Ellas lo serían. La alta costura de Appalachian tiene reputación por sus carencias.
Sabía que deliberadamente la estaba insultando, pero optó por actuar como si estuviera bromeando. Había luchado codo a codo con él y perdió.
Ahora ella iba a tratar en otra dirección.
Su mamá siempre había dicho, —Consigues más con miel que con vinagre. Y cuando te quedas sin los dos, alcanza los perdigones.
Ellie llegó a la conclusión que podría llegar a los perdigones muy pronto.
Ahora, dijo, —¿Appalachian y la alta costura? Pon una moneda en el tarro de las contradicciones. —Ella serpenteó hacia la parte trasera, después de curiosear estante tras estante.
En casa, había tenido poca ropa —un par de jeans gastados, algunos cortos para el verano, pocas camisetas, del equipo de guía. Luego, en la cárcel, cuatro uniformes alternos.
Esta selección era abrumadora. —¿Compraste todo esto para Saroya?
Parecía más relajado de lo que había estado en el comedor, tal vez la miraba con un poco menos de hostilidad. —Lo hice.
Ellie trató de imaginar la reacción de la diosa. —Ella debió volverse loca.
—Deseaba cada última prenda y chuchería, dijo, con marcado acento ruso.
—¿Y terminaste comprando todo eso por ella? Ellie chasqueó los dedos. —¿Así nada más? —Por supuesto. Ella es mi mujer.
—Tienes que amarla mucho.
No dijo nada, sólo cruzó los brazos sobre su musculoso pecho.
—¿Lo haces?
—Ya te lo he dicho, ella es mi Novia predestinada.
Si había dicho la verdad acerca de no mentir —¿eso podría ser una mentira?, Entonces Ellie podría
ver su respuesta como una desviación. —¿Amas a Saroya?
—Cuando los mortales me hacen preguntas incesantes, habitualmente les arranco las lenguas y los
veo desangrarse hasta morir.
En lugar de estar horrorizada, pensó, ¡Definitiva desviación!
¿Problemas en el paraíso?
Haciendo su tono casual, dijo, —Es bueno saber acerca de las lenguas. —Las puntas rojas de sus dedos se perdieron amorosamente sobre el resbaloso cuero de una chaqueta. —¿Puedo probarme esto?
Cuando él se encogió de hombros, ella se deslizo en la chaqueta, su mirada cambio a parpados caídos mientras la abrazaba cerca de ella. —Lothaire, no podía haber imaginado este tipo de cosas.
—Una vez más, aceptaré sólo lo mejor.
¿Como una diosa para novia, en lugar de una mortal? ¿Una deidad, en lugar de una campesina él la había encontrado tan carente que la vigilo durante años, decepcionado por la elección del destino para él?
Y durante todo ese tiempo nunca supo que un vampiro la mantuvo en la mira.
Aparentemente tomando una decisión, se dirigió a un tocador pulido en contra de la pared del fondo. Después de conseguir abrir un cajón superficial, regresó su puesto en la puerta sin decir palabra.
—¿Qué hay allí?—Joyas. Enormes. Brillantes. —Oh, mi Dios. —Jadeó. —No puedo recuperar el aliento.
Inmediatamente se trazó junto a ella, agarrándola del brazo, esta vez más suavemente.
—Te lo agradezco, Lothaire. El brillo me ciega. —Y no podía dejar de pensar que una sola de esas piedras probablemente pondría a flote a toda su familia por años. Podría mantener a la compañía de carbón fuera de sus culos...
—¿Reaccionas de esta manera, a pesar de que nunca tendrás nada de eso?
En un tono defensivo, dijo, —Ellas son todavía hermosas. Todavía estoy feliz de haberlas visto. —tiró contra su agarre, pero él la giró hacia él.
Ella lo miró fijamente, preguntándose lo qué sería tener a un hombre comprándole cosas como esas.
Que me quiera tan desesperadamente, que mataría por mí.
Sus cejas se juntaron. Se dio cuenta de que eran más oscuras que su pelo, negras barras diagonales sobre rasgos bien definidos con piel tan suave y pálida como el mármol.
Como si no pudiera evitarlo, enroscó sus dedos por el pelo de ella.
Normalmente, a ella le encantaba ser acariciada de esta manera, podría ser dócil como un gatito. Pero ahora un asesino la estaba tocando.
Dejó que las hebras se filtraran a través de sus dedos extendidos, su mirada siguio el movimiento.
Acariciando, acariciando...
Sorprendentemente, algo de su tensión comenzó a ceder—Dejó caer la mano. —Te voy a dejar sola en tu habitación durante algún tiempo. Estarás sola, —ralló en un tono insistente. Como si estuviera discutiendo ese punto con él.
Se volvió hacia una puerta lateral de una recámara conectada a la suya. ¿La de él? Bueno, qué acogedor. —No hay escapatoria, ni teléfono. Considera esta habitación tu nueva celda.
Ella lo siguió. —Espera, ¿qué se supone que debo hacer?
—Ve a la cama al amanecer. Acostumbra tu cuerpo a dormir durante el día.
—¿Y mañana? ¿Luego qué? Dijiste que podría tener un mes de vida.
¿Qué esperas que haga en ese tiempo? "
—Ganar peso. Él cerró la puerta en su cara.
Ellie miró a los paneles de la puerta sólida, con los puños cerrados.
"¡Idiota!" Ella dio un tirón en la manija de la puerta. ¡Cerrado!
Barrió la mirada por la habitación. ¿Mi nueva celda? No importa qué tan amplia y espaciosa fuera,
seguía atrapada. ¡Odiaba estar confinada!
Apresurándose a través de las puertas francesas de su balcón, aspiró en profundas bocanadas el aire
de la noche.
Nueva York descansaba delante de ella, todas las luces brillantes y la energía. ¡Deseaba muchísimo
estar allí! Se imaginó todos los lugares para explorar, toda la gente nueva e interesante que podría conocer.
Pero nunca tendría la oportunidad. Porque había barreras místicas. Y
diosas y arrogantes bebedores de sangre.
Camino hacia el interior, cogió el taburete del tocador, y lo lanzo a la barrera. El taburete rebotó
directamente hacia el interior, saltando hacia ella. Se echó a reír histéricamente hasta que conecto con su espinilla. Eso iba a dejar una marca.
Ja, Ja, Saroya. Amoratado es tu color. Ella estaba a punto de correr con la cara hacia el pomo de la puerta cuando recordó que no debía hacerse daño, de lo contrario arriesgaba a su familia.
Así que se marchó al cuarto de baño. Verse a sí misma con todo ese maquillaje, con el vestido caluroso de Elvira17* era como ver a Saroya. Por primera vez, Ellie estaba viendo el aspecto que la diosa prefería.
Abrió el agua caliente para lavarse la cara. —Te odio más que el infierno, Saroya.
Un psicólogo podría tener un día de campo con esto. ¿Contemplando el espejo con odio? ¿Las afirmaciones diarias se volvían acusaciones diarias?
¡Maldita sea, debería estar muerta ahora mismo! Pero la zorra lo había frustrado una vez más. —Es posible que hayas ganado esta batalla, Saroya, pero ganaré la guerra. Te destruiré, de alguna manera. — A pesar de que dijo estas palabras audaces, Ellie luchaba contra el pesar de su situación actual.
17 Casandra Peterson, actriz estadounidense mejor conocida por su personaje de televisión como Horror host o presentadora de programas de terror Elvira Señora de la Oscuridad (Elvira, Mistress of the Dark) Usaba un vestido negro, gótico con un gran escote.
Parte de ella aún deseaba tener otra oportunidad, la posibilidad de vivir. ¿Por qué tenía que hacer este sacrificio? ¿Por qué había descendido a ella?
Pero ella siempre se había resignado a su suerte.
Recogiendo agua en sus manos, dijo: —Tú gran final está rodando como una tormenta. Nada lo detendrá. —Se frotó la cara más fuerte de lo que nunca lo había hecho, librándose a sí misma de la pintura de guerra de Saroya.
Otro vistazo en el espejo. Ya estoy de vuelta, pensó, a pesar de que la presencia de la diosa se escondía en su interior, carcomiéndola como un cáncer.
Después de secar su piel sensible, Ellie regreso al armario. Repasando las opciones, se metió en un par de jeans y una simple blusa azul marino.
Sintiéndose más como Ellie, dejó sus pies descalzos.
Incapaz de contenerse, lanzó otro vistazo a las joyas. Recordó la forma en Lothaire se las había mostrado. Sin una palabra, sin jactancia.
¿Por qué le había importado si Ellie las veía? ¿Había anticipado su reacción al suelo? ¿Imaginó que se volvería loca como Saroya?
Luego frunció el ceño. Lothaire no había dicho nada que indicara que él y Saroya se gustaran, y
mucho menos que se amaran. Había hablado sólo de destino y sangramiento.
Infinitas preguntas acerca de él surgieron. ¿Amaba a la diosa? ¿Por qué no se había acostado con su
novia? ¿Eran todos los vampiros tan despiadados como él?
Deseó poder analizar a Lothaire en su tiempo libre, tal vez utilizaría su título para su beneficio.
Una de las razones por las que había estudiado psicología era que siempre le había resultado fácil
empatizar con los demás. Una herramienta muy útil para un consejero. Sin embargo, la psicología era la ciencia del comportamiento humano. Él era inhumano.
Ella sólo tenía que trabajar más para descubrir lo que había marcado a Lothaire, utilizando cualquier medio necesario.
Cuando salió del closet, recordó que antes habían salido por la puerta principal de su suite. Se habían trazado al interior. A diferencia de la habitación de Lothaire la puerta contigua, estaría sin cerrojo Ni siquiera tendría que forzarla.
Tal vez cuando él se fuera, tendría que investigar este lugar. ¿Acaso se atrevería a desobedecerlo? Probablemente nunca sabría que se había escabullido.
Con ese objetivo en mente, se arrodilló en la rendija de la puerta de la habitación de él, escuchándolo.
Oyó el susurro de las sábanas, una maldición ahogada. ¿Había ido a la cama? ¿Después de decirle que tenía trabajo que hacer? ¿Y esta era su clase de jornada laboral?
Una vez más pensó, Típico macho. Espera. Él solamente había... ¿gemido?
Nunca me voy a dormir con esta erección.
A pesar de que Lothaire estaba exhausto, eso palpitaba por liberación, imposible de ignorar. No podía girarse sobre su frente, sin moler su eje contra el colchón, no podía girarse sobre su espalda sin que sus manos descendieran para masturbar su longitud.
Pero estaría maldito si se derramaba en solitario cuando estaba en posesión de su Novia.
Sus ojos se estrecharon cuando la mortal se arrodilló en la puerta de la entrada común. ¿Terminaste de gritar y de arrojar cosas, Elizabeth?
Podía oír su suave respiración jadeante en la grieta debajo de la puerta.
¿Ella lo espiaba? Lothaire era un maestro del espionaje, disfrutando de algunas cosas más.
Durante su larga vida, había visto a innumerables seres teniendo sexo (relaciones sexuales), era un
voyerista descarado. Y había notado que siempre que una pareja se acercaba a la liberación, llegaban a un punto sin retorno en que los sentidos y todas las inhibiciones se perdían, un punto en que nada podría separarlos.
Lothaire mismo nunca había estado inconsciente de lo que estaba haciendo, ni incapaz de detenerse.
Ahora temía que si se acercaba al clímax esta noche, cruzaría una línea, lanzando a Elizabeth en su cama. Él la desnudaría completamente y enterraría su miembro y colmillos tan profundamente en ella, que no sabría dónde terminaba ella y comenzaba él...
No. No me rebajaré con una mortal.
Lothaire podía esperar a que Saroya se elevara mañana por la noche.
Esperaría, se juró a sí mismo, aunque su mente le susurró, Ella no lo hará. Pero, ¿cómo dormir? Encendió el metrónomo al lado de su cama.
Tic... tac... tic... Calmante, pero no lo suficiente para combatir el dolor persistente en sus bolas.
Tal vez debería drogarse a sí mismo como su antiguo carcelero habitualmente hacia —Declan Chase,
un soldado irlandés de la Orden, conocido como el Blademan.
Lothaire se incorporó, llevándose las manos a la frente. ¿Había sido solo ayer su fuga de la isla prisión
de la Orden? Se sentía como si hubieran pasado semanas.
Hacia menos de veinticuatro horas, Chase había sido herido mortalmente. Lothaire le había dado al
Blademan su sangre a cambio de la propia libertad de Lothaire —cualquier cosa para llegar a Saroya antes de la ejecución.
Sin embargo, otro acuerdo. La tentativa de convertir a Chase en un vampiro; salvar a Saroya.
Siglos habían pasado desde que Lothaire había convertido a un vampiro. ¿Tal vez soy un padre, una vez más? Pero la sangre no era garantía. ¿Vivía Chase, incluso todavía?
Mi enemigo. Y, potencialmente, mi prole. Frunció el ceño, sin saber cómo se sentía al respecto. Especialmente desde que Chase torturó a Lothaire durante su encarcelamiento.
Aunque el Blademan había sido brutalmente torturado cuando joven
—y por lo tanto sabía a qué diablos iba—Lothaire se había reído del dolor. Incluso cuando su piel se quemaba en cenizas.
Chase no había entendido, ninguna miseria podría compararse con estar oculto en la nieve mientras escuchabas como tu propia madre era salvajemente violada y quemada viva. Ninguna crueldad podría compararse con lo que le había hecho Stefanovich a Lothaire años más tarde.
Tierra pulverizándose sobre mí, raíces enroscándose en mi cuerpo.
¡Bloquea ese recuerdo! O mira hacia el abismo...
Sin importar lo que pasó entre Lothaire y Chase, ahora estaban conectados por la sangre, habían intercambiado sangre entre ellos. Lo que significaba que Lothaire podría llegar a la mente de Chase con la suya, podría investigar en sus recuerdos.
Tal vez no necesito dormir. Sólo tenía que acercarse lo suficiente a Chase.
La mujer del Blademan era una valkyria. Ella se lo había llevado de regreso al Val Hall, la propiedad
en Luisiana, donde su aquelarre residía —con su incesante niebla, destellos de relámpagos, y los impíos gritos de Valkyrias.
Un lugar que Lothaire conocía muy bien. Él era uno de sólo un puñado de vampiros que había visto el interior y seguía vivo.
Podría ir allí ahora, en busca de Chase.
Sin embargo, si Lothaire tenía estos planes, entonces otros podrían también. Inmortales de todo el Lore querían un pedazo de Declan Chase, el hombre del saco que se había deslizado a través de la noche, secuestrando a decenas de ellos y a sus seres queridos para horribles experimentos.
Pero lo conseguiré primero.
Sobre todo porque Lothaire llegaría a él primero...
ESTÁS LEYENDO
Lothaire
VampirosImmortals After Dark 12 Un señor de los vampiros con la cara de un ángel caído, pero un corazón tan frío como el hielo. Su cautiva mortal, arrebatada de una prisión hacia otro peligro aún ¿Puede un guerrero siniestro, por fin elegir el amor s...