Capítulo II

8 1 0
                                        

He pasado alrededor de 10 minutos sólo observando a través de la ventana; puedo divisar un centenar de edificios departamentales, almacenes, diminutas plazas y toda la vaina de las enormes ciudades, y estoy consciente de que aquí la gente vive con cierto grado de locura y libertinaje, lo cual no me molesta, excepto cuando algo verdaderamente extraño pasa.

Estoy segura de ver a uno, dos, tres, cuatro, ¡cinco! maniáticos saltar, literalmente saltar, de un edificio al otro al frente de mis ojos. No tengo nada en contra de adolescentes que invierten su tiempo haciendo parkour y esas cosas, pero a las 2 de la mañana es algo verdaderamente inusual, sin contar la rapidez con la que desaparecen de mi campo de visión.

Los observo hasta que se desvanecen entre las grandes edificaciones y sí, mi ojo derecho no ha dejado de palpitar

Un estruendoso ruido me hace reaccionar y lo primero que pienso es en Sarah.

Ya empecé a construir una fatídica historia de ella siendo atacada por un delincuente que quiere darnos la bienvenida al barrio. Yo suplico por mi vida, Sarah lloriquea y le ofrece todo lo que tenemos, él se lo lleva y la naciente etapa de nuestras vidas comienza en la miseria y la inmundicia.

“Fatality”

-¿Sarah qué pasó? ¿Qué fue todo ese ruido?, dígame que no fue ultrajada, dulce señorita - no logro encontrarla- ¿Dónde estás, mierda? ¡Grita algo! –

-Algo…- escucho su voz ronca y cansada desde la cocina.

Cuando llego, la veo. La pobrecilla está tirada en el piso con un montón de platos rotos y la misma cantidad de lágrimas cayendo por su rostro.

–Linda, linda Sarah ¿Qué te ha ocurrido mujer?, dijiste que mañana organizaríamos todo ¿o no? No digas que la terca y obstinada soy yo eh, ¿qué pasó, tropezaste con tu propio pie? – trato de levantar un poco de los pedazos que hay en el piso y rio para animarla, pero no soy tan buena animando y más bien creo que la hice llorar más, porque eso es lo que hace, y no parece que va a parar. Está sentada y ha encogido sus rodillas para empezar a llorar con ambas manos en su frente.

-Lea… no tengo idea de qué va a ser de nosotras- solloza –sabes que he tratado de mantenerme fuerte para poder fortalecerte a ti también pero, también soy débil y sin tu mamá aquí, yo a cargo de ti, los gastos, el trabajo. Te amo, Dios sabe que te amo demasiado y que jamás, jamás me desobligaría de ti…- yo la escucho mientras me acomodo a su lado- pero estoy agotada mi niña. Todo es tan incierto- solloza más.

Dirijo mi mirada al suelo. La entiendo tanto. La presión que debe estar sintiendo a de ser abrumadora.

Realmente quisiera poder consolarla, decirle que todo estará perfectamente bien, que vamos a encontrar la manera de salir adelante sin tener que recurrir a la prostitución  o a la venta de drogas. Pero estoy muy consciente de que todo esto podrá ser de todo, menos fácil. Aun así, logro articular unas cuantas palabras para tranquilizarla.

-Yo nunca, y escúchame bien niñita llorona, yo nunca te dejaría sola en esto. Las dos vamos a salir a flote de toda esta angustiosa mierda; juntas, como siempre lo hemos hecho Sarah. Somos como una maldita ave fénix, ¿me captas? –

Sarah me observa, no sé si su expresión es de confusión, rabia, o solo está orate con todo lo que salió del agujero parlanchín de mi cara. La miro observándome y ambas comenzamos a reír al unísono. Este momento quisiera que fuera eterno. Volver a escucharla reír después de días de solo oírla suspirar, es para mí un trozo de cielo.

-Anda ya ave fénix, ayúdame a arreglar este desastre- dice limpiando sus lágrimas.

-No puedes negar que ese discursillo me ha salido bastante bien elaborado. De política no me moriría de hambre, eh Sarita. – reímos mientras acomodamos todo en donde debería estar.

Mañana será un día tortuoso y ambas lo sabemos.

Lo único que en realidad quisiera, es que Dios tome un poco de emoción, la ponga en la caca de una paloma, y que esa caca caiga en mi hombro.

Lo necesito, y en abundancia.

Muerte al RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora