Capítulo IX

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‘The Gray Spit’, por más ridículo que suene o parezca.

Algo peor que llamar ‘escupitajo gris’ en inglés a una banda de música, es que mientras tocan, pueden haber muchas chicas locas ahí afuera que lo gritan toda la noche. 

Hoy los acompañamos a su último concierto en un Coliseo en Boston.

Todo fue un desastre. Tim perdió una de sus baquetas, Louis tenía diarrea y Sarah se torció un pie corriendo a dejarle a Harry su estúpida chaqueta de la suerte.

El bar desbordaba personas. Olía a sudor, alcohol, marihuana y sangre. Pero en fin, esto no me molesta, no después de un largo día de convivencia con gente sudorosa, alcohólica, drogadicta y violenta. Gente que al final de todo, entiende el concepto de una diversión no tan familiar.

Pasar el tiempo trabajando aquí involucra dos situaciones:

La parte triste es tener que convivir con Harry, el cual es el más supremo súper duper pro archi mega ultra dolor en el culo al cuadrado (si existiera un peor dolor, pues ese sería el joven Harry)

Aun así, existe una parte buena. La parte buena es Niall; el de 24 con un obvio cabello rubio teñido, y con el cual podría platicar horas, días o incluso meses enteros, con pausas sólo para tomar aire y seguir hablando. Tal parece que las personas no mienten cuando dicen que puedes llegar a conocer a alguien en determinado punto de tu vida, y compaginar tanto que pareciera que se conocen desde un largo y abrumador ‘siempre’.

Cuatro meses y veintitrés días fueron suficientes para que él y yo supiéramos un poco más de lo necesario de nuestras vidas antes de. Y es cierto, no se puede y no se podrá jamás conocer y entender en un cien por ciento a otro ser distinto a ti. Pero sí que te puedes quedar para ir haciéndolo con calma, día a día, momento a momento; error tras error.

En verdad estoy yendo en contra de todas mis estructuras al hablar así de Niall. Yo no acostumbro involucrarme tanto en la vida de una persona, mucho menos de un hombre; no confío en ellos, no los respeto, no los quiero cerca de mí por más de 24 horas. Y no, tampoco soy lesbiana; aunque me encantaría, yo creo no hay nada mejor que un buen pene para pasar el rato.
Solo el rato.

***

- Es increíble que ni siquiera te haya pedido disculpas por ser un idiota, Sarah – le digo mientras doy suaves masajes a su adolorido tobillo.

- Él sólo… no tuvo tiempo de hacerlo linda; además era algo que me compete hacer. No te olvides que trabajamos para ellos- me explica.

- ¿Si? Pues qué gran fastidio trabajar para gente tan mal agradecida como estos tipos. –

De pronto la puerta del lugar donde Sarah y yo estábamos, se abre violentamente. Es Harry.

- ¡Sarah! – Escanea todo el lugar - ¿Estás bien? ¿Cómo está tu tobillo? – pregunta el tipo con una preocupación un tanto artificial, a mí parecer, claro.

Sarah me mira como diciéndome ‘ahí está, él no es tan insufrible como crees’. Pero yo no lo creo querida Sarah; yo lo sé.

Antes de que ella pudiera empezar a soltar su argumento de ‘no preocuparse por mí, yo ser invencible, nadie poder contra mí’, yo la interrumpo.

- ¿Sabes que un ‘lo siento’ a tiempo puede ser muy conveniente y cortés Styles? ¡Claro! Tú qué vas a saber de cortesía y de pedir perdón – descoso el 3% de ira que hay dentro de mí en este momento. La gente majadera y estirada no puede tratar como inferior a alguien a quien simplemente no se le presentaron las mismas oportunidades en la vida.

- Lea no hablaba contigo y tampoco me apetece hacerlo, gracias – blanqueo mis ojos cuando dice eso, y dejo de mirarlo. – Sarah, en serio, en serio lo lamento, soy un idiota debí haber ido yo mismo por la chaqueta; no puedo describir ni siquiera lo gusano inmundo que me siento, pertenezco al basurero. ¿Crees que puedas perdonarme Sarah? -

- Harry no te preocupes estoy bien, solo fue una torcedura cualquiera. Ya verás que saldré de aquí corriendo lista para un maratón. Además, Lea cuidará de mí.-

- Porque te amo, y te respeto, y te considero mucho Sarah; yo jamás pondría en riesgo tu salud linda – digo en tono irónico. Aunque en verdad haría lo que fuera por ella.

- Okey – Harry suelta un pesado suspiro -  no dudes en pedirme lo que necesites Sarah –

- No lo hará, me tiene a mí, adiós – lo sé, soy súper genial.

- Lea, querida, no seas tan mal educada – Sarah me dedica una sonrisa de asesina serial con mirada de psicópata y voltea a ver al sujeto. – Gracias Harry, qué dulce –

- Si Harry qui dulci iris – yo la imito en voz baja. Y ahí está, otra vez esa mirada psicópata.

- Está bien, entonces me voy. Estaré allá afuera, ya saben, con gente AGRADABLE. No lo digo por ti Sarah, te quiero, adiós- se esfuma antes de que yo pudiera contraatacar lanzándole el cenicero. Vaya, qué tipo.

- Aun no entiendo qué tienes contra él señorita. Sólo míralo es una ternura –

- Ay Sarah por favor, mi trasero es una ternura, ese sujeto es solo, un enorme y molesto grano en el culo, no en el mío, el mío es tierno no lo olvides.- ambas reímos y entonces la ayudo a pararse para irnos a casa de una vez.

Muerte al RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora