capítulo 10

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La noche avanzaba lenta y sin apuro. No había podido conciliar el sueño. Solo tenía los ojos cerrado para descansar. La cama se mueve y siento como Zayn me abandona. Abro los ojos y esta vestido de la misma manera que la vez pasada. La rabia me invade, pero será mejor no decirle nada. Camina hasta la puerta de la habitación y se marcha. La curiosidad me pica. Me levanto, acomodo mi ropa y me recojo el cabello en un tomate. Parezco una celosa psicópata... pero esto no son celos. Ya esto es distinta... me atrevería a decir que esta vaina es como paranormal... no es de este mundo. Me pongo las sandalias lo más rápido que puedo y salgo del cuarto. Él está bajando las escaleras y mira hacia todos lados. Los guardias parecen no notar su presencia. Espero a que él llegue al salón central y bajo. Los guardias me ignoran... mejor. En medio del salón Zayn se detiene en seco y yo me escondo detrás de una columna. Mira por su hombro como si notara mi presencia, tengo el corazón en la mano. Al no sentir nada, sigue con su camino... al igual que yo.

Continúa hasta el establo pasando por el invernadero. Me detengo y lo observo. Saca un caballo negro y se sube para luego tomar camino por una de las villas del palacio que dan al parqueadero. Corro hacia el parqueadero y poco a poco me empiezo a cansar, pero no puedo parar. Me obligo a seguir hasta que llego a dicho lugar. Segundos después llega Zayn y sigue con su camino hasta la salida. En el lugar donde estaba cada auto había oculta una llave de repuesto: en el número uno estaba tallado sobre una roca, la cual estaba hueca, al moverla se podría obtener la llave. En el uno había un jeep, muevo la roca y ahí estaba la llave. Abro el carro, entro lo enciendo y meto primera. Arranco despacio y al cruzar el portón arranco lo más rápido que puedo. Llego hasta el desierto y en la arena están las pisadas del caballo. Dos cambios más y llego a cuarta, hasta que diviso a mi objetivo. Las luces bajas me dejan verlo un poco. Nota mi presencia y hace que el animal corra aún más. Con el pasar de veinte minutos más o menos diviso lo que es como una reunión de personas. Hay una gran fogata y camellos reposando. Todos tienen gabardina, pero hay uno que se destaca y ese es Zayn. Dejo el auto detrás de una duna y me bajo. Camino lo más cerca que puedo, hasta que escucho unos pobres pero entendibles murmullos de una conversación en árabe. Me tiro en la arena con el cuidado de no recostarme en una serpiente o escorpión.

— El rey ha llegado—dice uno de los que se encuentra alrededor de la fogata.

Zayn se baja del caballo. De la bolsa que cuela de su cintura saca nada más y nada menos que ese maldito mapa. Lo extiende en la arena y empieza a hablar, no entiendo nada, pero por los movimientos que hace parece que está dando indicaciones. Uno de los presentes señala en dirección. Mi respiración se corta y las gotas de sudor me resbalan. Por suerte Zayn llama su atención y este deja de insistir. Un bullicio se escucha... pasan tres segundos y en un abrir y cerrar de ojos, el grupo donde Zayn se encuentra es emboscado por mercenarios... los mismos que entraron en la fiesta de azahar. Lo que mis ojos ven es increíble... Zayn peleando contra varios hombres, uno de ellos cae de rodillas ante el rey y este sin piedad dobla su cuello en noventa grados, para que así finalmente caiga sin vida ante sus pies. Un gemido se escapa de mi boca al ver dicha escena. Lo van a atrapar, pero toma impulso y salta hacia atrás, da una vuelta en el aire. Extiende sus brazos y al tocar sus pies el piso, de los brazaletes que lleva en los ante brazos se extienden dos puntas filosas que atraviesan el cuello de los dos mercenarios.

Me arrastro con tal de no ser vista y llego hasta el auto. Subo con agilidad y pongo seguro a las puertas. Desde acá veo que solo Zayn queda de pie, mientras que algunos hombres que estaban con él al principio están heridos... pero los mercenarios están muertos. Enciendo el auto y doy reversa. Mis manos tiemblan y tengo la respiración pesada. Al llegar a la carretera que da hacia el palacio acelero hasta que logro ver el portón. Está cerrado así que aprieto la bocina y ese automáticamente se abre. Disminuyo la velocidad, entro y me estaciono. Apago el motor y dejo caer mi cuerpo en la silla. Ya casi va a amanecer y él bebe de seguro se despertara. Me bajo del auto y entro. Los guardias me miran con rareza pero decido ignorarlos.

El rey árabe [Z.M.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora