capítulo 7

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— ¡Lauren no sé de qué me hablas!—grita.

— ¿Qué no?—cuestiono— mírate como estas vestido y yo sé perfectamente que no era para una reunión... no soy tonta, puede que no pertenezca a este mundo... pero la verdad es que tampoco quiero conocerlo más.

Él se acerca hasta mí, su mirada ya no es firme y lo único que expresa es preocupación.

— ¿qué ha pasado contigo?—mascullo y luego evito su mirada.

— Sigo siendo el mismo—afirma.

— Me voy, tu veras que haces... no pienso estar viéndote mientras saltas de un lado a otro y dices ciertas cosas que no llegan al caso.

— Gacela por favor—pide, su voz es débil.

— ¿crees que esto no me asusta?—le pregunto— te cortas la mano y de un momento a otro ya no tienes nada ¿Qué me dices del quemón de la bala?

— Tengo la cicatriz... debe estar ahí.

— Muéstrame—exijo.

— Te comportas como una niña—gruñe.

No le doy importancia a su comentario y espero que se quite la camisa. Rápidamente la desabrocha y como si fuera la primera vez que lo vi en el establo. Recorro todo su torso trabajado, sus rectorares y como se marcan sus bíceps cuando mueve sus brazos, para mi es todo un delirio. Mi mente me traiciona y lo único que quiero hacer es caer rendida ante él y me haga ver estrellas.

— Lauren—chasquea sus dedos y yo salgo de la bobera.

Tomo una posición firme y me acerco hasta el brazo donde debería estar la herida de la bala. Y como por arte de magia no hay nada, el tatuaje está intacto no hay cicatriz o quemadura alguna.

— ¿Qué tienes para decirme Zayn?—inquiero.

— Que puedes pensar lo que quieras—contesta.

— Da igual, me iré a Miami—anuncio.

Agarro la maleta y procedo a caminar hacia la puerta. Me veo retenida. Miro mi brazo y Zayn me tiene agarrada, no es un agarre duro, pero tampoco suave. Lo miro de pies a cabeza, mi paciencia quiere acabarse.

— ¿me dejaras aquí?—pregunta como un niño pequeño—gacela—susurra.

Una y otra vez me repito que no tengo que ser débil.

— Si eso es lo que quieres... regresaremos juntos, podemos regresar a arabia con los niños—dice con afán.

Suspiro, con tal de sacarlo de aquí y que no pierda la cordura por mi esa bien.

— Bueno—contesto.

Con el pasar de una hora recogemos todas las cosas y salimos de la habitación. Todos los permisos en el aeropuerto están firmados y regulados, para que el jet nos recoja. Saliendo de la habitación viene hacia nosotros azahar. Cuando alguien me cae mal no disimulo, monto mi cara y al que no le guste de malas. Al vernos nos brindó una sonrisa. Nos detuvimos en seco al estar de frentes, los guardias nos rodearon así creando una atmosfera más segura.

— ¿Qué quiere?—pregunto frentiao1.

— Calma mujer—dice—me he enterado que la familia real se marcha de Dubái, y quería disculparme por lo sucedido.

— ¿Qué paso gacela?—pregunta mi esposo.

— Yo le reclame... por el mapa—me sincero.

El rey árabe [Z.M.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora