capítulo 16

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Empaco mis cosas mientras tengo un nudo en la garganta y Yasser esta aun lado mientras juega con un peluche. Zayn está sentado en una esquina de la cama, ya su mirada no es poderosa, pues expresa tristeza. Tres toques se escuchan en la puerta de la habitación. Él se levanta y abre la puerta, sale y al cabo de unos minutos regresa, pero no viene solo: entre sus manos trae un pequeño gato blanco, tiene un ojo verde y el otro azul.

— ¡Es hermoso!—digo.

Zayn me brinda una sonrisa, se sienta a mi lado y empieza a jugar con el gato.

— Es para ti—susurra—es un gato angora turco o Ankara Kedisi—explica.

— Awww Zayn—digo y mis palabras salen llenas de pura ternura.

El suspira y mira hacia otro lado.

— Los turcos dicen que los ojos de estos gatos son un regalo de Al-lāh.

— ¿debo tomar esto como una disculpa?—interrogo, vuelvo a mi dura posición.

— Hmmm no—dice— solo es un pequeño detalle—aclara.

Lo miro de reojo, luce cansado... pero tampoco puedo seguir aguantando esto.

— Sé que te encuentras enojada conmigo y tienes toda la razón, soy merecedor de tu enojo—suspira y prosigue— y hay una leyenda sobre ellos, me conto mi abuelo cuando yo era un niño: los turcos creen que pueden conceder deseos... pero tiene que ser algo profundo, desde tu corazón. susurras a la oreja del gato cuando este se encuentre sobre tu regazo y el deseo se cumplirá. No sé si sea verdad o sea mentira, nunca lo he intentado.

Lo quiero, pero sigo enojada. Su gesto es hermoso, creo que hasta mi enojo es simulación, lo que me aberra es el hecho de no poder ayudarlo como yo quiero... porque sé que no tengo los medios, ni tampoco sé a lo que me enfrento.

— Sabes que siempre estaré ahí, pero si quieres ser feliz yo no soy quien para impedírtelo—digo.

— La única mujer a la que mi mente y mi cuerpo desean eres tú. De eso no tengo duda, pero si es por tu bien... será mejor que no estemos juntos.

Miro el reloj, son las ocho y veinte de la noche y mi vuelo sale dentro de una hora.

— Es tarde—susurra él.

Se me revuelve el estómago, es difícil.

Me entrega al pequeño gato y este empieza a ronronear cuando lo acaricio.

— Gracias amor—le digo. Una chispa vuelve a sus ojos y una tierna sonrisa se forma en sus labios.

Finalmente salimos del cuarto, el me ayuda con mis maletas y a Yasser, mientras que yo llevo mi equipaje de mano. Las escaleras se hacen rápidas, como si conspiraran para que el momento sea más doloroso. Camínanos hasta lo último del palacio, obligatoriamente tenemos que pasar por la entrada al establo y miles de recuerdo vienen a mi mente, cuando, estaba nerviosa... él podía y puede ponerme nerviosa solo con mirarme, y al mismo tiempo brindarme paz. Con el pasar de unos segundos diviso él parqueadero, ahí están los guardias esperándome para escoltarme hasta el aeropuerto. Los guardias llevan todo mi equipaje a uno de los autos, el momento difícil viene.

— Creo que este es el adiós—mascullo.

Con delicadeza aquel hombre toma mi barbilla y alza mi rostro, haciendo que sus penetrantes ojos avellanas se encuentren con los míos.

— Si ha de estar destinados el uno para el otro, nos volveremos a encontrar—dice.

— Te amo más que a mi propia vida—susurro.

El rey árabe [Z.M.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora