No me bastaron trescientos cuerpos para encontrarte, quinientas voces para ya no escucharte o tres mil promesas para dejar de buscarte, no me bastó cinco recuerdos, nueve noches o cuatro años, pues te fuiste y sin decir nada te marchaste.
Con el pasar de las noches el sol sale cada vez mas tarde, las estrellas se caen del cielo y el cuarto de la luna se hace menos menguante, ahora está lleno de cuadros que rien en voz alta y miran fijamente a donde sea que vaya, cuentan mis pasos, respiros, deseos y fracasos, saben que ya perdí la batalla.
El tiempo se acumula en mis huesos y neuronas, mis rodillas resuenan y mi cabeza no funciona, mi espalda se arquea y mis palabras no erosionan, intento llevar la cuenta de las veces que te olvidé y me encuentro con las vidas que sin querer te recordé.