Capítulo I

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Pov Yuna

Era la primera hora de clase, y tocaba aljebra. No es que se me diera mal del todo, pero no me apetecía tenerla en esos momentos. Era chica muy vaga, lo reconozco... Por no mencionar que también era tan torpe que rompía cosas con tan solo tocarlas. Me gustaba llamarlo mi superpoder. ¡Pero quiero que sepáis que no era mi culpa! Era debido a mi tan alto IQ.

Me puse a pensar en las clases de esgrima que tendría esa misma tarde, hasta que una espantosa y fea voz me sacó de mis pensamientos;

—¡Señorita Yuna!¡Preste atención y haga el favor de abir los libros necesarios para la asignatura!—me chilló la amargada de Patucos. Ese era el apodo de la profesora de matemáticas, y no exagero, tendríais que ver sus horribles zapatos.

—¡Que sí, que ya voy Patu... Profesora!

—¡A mi no me contestes con ese tono, jovencita!—A ti te contestaré como me de la gana, pensé con mal humor para mis adentros. Pero al final, no tuve más remedio que abrir aquellos malditos libros repletos de números y letras, mientras que la vieja profesora Patucos daba comienzo a la clase.

***

—Y él resultado es cincuenta y dos ¿entendido?—dijo Patucos con gesto de satisfacción. Pero le duraría poco, porque estaba equivocada.

—No, el resultado es sesenta y dos.—De su cara se borro toda satisfacción. Miró la pizarra y se dio cuenta del fallo que había cometido, pero conociendo a esa vieja arpía, sabía que no lo reconocería.

—No, es cincuenta y dos, y punto. ¿Acaso te crees alguien para corregirme?—me reprocho mientras me lanzaba una mirada amenazante por debajo de sus pequeñas gafas.

—Pero profesora, el resultado que nos ha dado es incorrecto. ¿Acaso no sabe hacerlo bien?—creo que eso fue la gota que colmo el vaso.

—Señorita Williams, haga el favor de salir a la calle.

—¿Y si sale usted mejor? Ni siquiera sabe dar una lección decente... Además, solo he corregido un fallo que ha cometido. ¡Eso no es motivo para que me eche al pasillo!

—Salga de mi clase, ¡AHORA!

—Pues mire, lo haré con mucho gusto—le dije refunfuñando mientras me levantaba.

—Y haga el favor de cerrar la puer...

—¡BAAM!—cerré la puerta con tanta fuerza y rabia que la rompí el oxidado pomo. No me importo mucho, esa asquerosa mujer se lo tenía bien merecido.

Cuando salí al pasillo me dirigí hacía el baño, para refrescarme la cara, la que tenía roja a causa de la rabia. Miré mi pequeño reloj de pulsera; marcaban las 11 a.m.

-Mmm.... Annie ya habrá salido de clase. La esperaré en el baño.-En la 3ª planta del colegio había una antigua aula de música y una gigantesca biblioteca, sumidas en el olvido, y que ya nadie usaba. Siempre que solíamos estar tristes, mis hermanas y yo nos solíamos reunir allí...

Narnia: La llamada del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora