Capítulo VII

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Pov Annie

—Seguirnos.— Nos ordenó la muchacha fríamente, y las tres obedecimos de mala gana. Noté como él chico de ojos oscuros me miraba fijamente, y aunque me puso algo nerviosa, le devolví la mirada más dura y segura que pude.

Estábamos agotadas y hambrientas a causa del largo viaje. Además, todo esto era de chiflados, mi mente no podía encontrar una respuesta que tuviera ni pizca de lógica para explicarlo. Y la verdad, tampoco es que quisiera encontrarla, aquello era realmente emocionante. Por una parte estaba preocupada y aterrada, ya que no tenía ni remota idea de nuestra localización, ni de lo que nos querían hacer. Jamás había conocido a gente tan extraña, y jamás me había encontrado en situación semejante. Quería proteger a mis hermanas de aquellas inquietantes criaturas parlantes que nos rodeaban, pero a la vez me transmitían una inexplicable seguridad; era como sí los hubiese conocido en el pasado. El castillo también me resultaba sorprendentemente familiar, y eso me llevaba a pensar que tal vez mi salud mental estuviese más afectada de lo que creía...

Pero por otra parte, el andar libre por el peligroso bosque, adentrarme en un gran castillo medieval, conocer y ver a esa gente tan extraña y fascinante, más todos los emocionantes sucesos que habían transcurrido desde nuestra llegada, habían logrado despertar un gran sentimiento de curiosidad en mí. Me sentía fuerte y valerosa, a la vez que aterrada y minúscula, todo era una mezcla de sentimientos confusos que no hacían nada más que chocarse unos contra otros. Ni siquiera me di cuenta de que los dos muchachos nos habían trasladado a otra sala, esta vez mucho más grande, y con una larga mesa llena de manjares exquisitos.

—Aquí están, Peter.— Dijo la pálida chica que nos había dirigido hasta allí, mirando a un chico que se encontraba sentado en la mesa. El cabello rubio le caía hasta unos grandes ojos azul intenso. Tenía unas facciones marcadas que le favorecían, y aunque estuviera sentado se notaba que era alto y fuerte. Me fije en que Lisbeth lo miraba de reojo cada vez que podía, aunque muy tímidamente.

—Gracias Susan.— Le dijo a la chica, haciendo un gesto de aprobación, y su mirada se desvío hacía el misterioso joven de ojos negros— Ed, ¿has visto a Lucy?

—Ya sabes que es una chica muy puntual...

Todos soltaron una pequeña risita menos el elfo que estaba sentado junto al tal Peter. Casi no había reparado en su presencia, pero cuando lo observe, me di cuenta de que estaba preocupado por algo. Sus ojos grises miraban hacía un rincón vacío de la sala, y se pasaba la mano continuamente por la lacia y clara melena. Tenía ojeras que eran visibles desde lejos, y no paraba de tamborilear en la mesa con sus largos y finos dedos.

—Debemos empezar— dijo, y con un movimiento ágil cogió una manzana del frutero plateado colocado en el centro de la mesa.

—No podemos empezar sin ella Dreyon, ya sabes que...

La puerta se abrió de un tirón y una muchacha de expresión risueña entró en la sala, respirando agitadamente. Tenía el pelo avellana agitado a causa de la carrera, y gotitas de sudor perlado le resbalaban por la cara cubierta de pecas. Sus ojos eran idénticos al mar, y desprendían tanta dulzura como lo hizo su sonrisa.

—Lo siento mucho... ¡Es que el señor Tumnus me necesitaba urgentemente!—argumentó mientras seguía recuperando oxígeno.

—Seguro que no era tan urgente como esto.— La reprocho Susan en tono maternal, y supuse que eran hermanas.

—¡Si que lo era!

—¡Basta! Tenemos asuntos que atender, y no perderemos más tiempo— dijo Peter, mientras nos observaba—Además, tenemos invitadas.

—¡¿Son ellas?!— Exclamó Lucy, mirándonos con los ojos muy abiertos.

—Bueno, para eso están aquí— contestó el chico pelinegro, sentándose junto a Peter y Dreyon— debemos comprobarlo.

¿Comprobar el qué? Esto cada vez era más confuso, y parecía que todo el mundo sabía acerca de nosotras menos nosotras.

—¿Comprobar el qué?— Pregunté harta de tanto secretismo—¿¡Cuando pensáis decírnoslo!?

Todos me miraron curiosos, como si fuera una animal de zoo. Mis hermanas, por su parte, me lanzaron una mirada de agradecimiento, seguro que ellas pensaban lo mismo.

—Os lo revelaremos dentro de poco, solo pedimos un poco de paciencia— Susan señalo los deliciosos manjares que había en la mesa.— Pero antes, podéis comer algo, somos conscientes del largo viaje que habéis hecho para llegar hasta Cair Paravell.

Miramos embobadas la majestuosa comida que teníamos delante: Cordero asado, una gran tarta de queso, vino élfico, postres de todos los sabores, chuletas asadas, delicias turcas... Era cierto, estábamos muy hambrientas, y habían ocurrido tantas cosas en tan poco tiempo que mi rugiente estómago había pasado desapercibido.

Narnia: La llamada del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora