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-¡No! ¡No! ¡No!- respondió Angie enojada.

-Es un cachorrito, míralo. Esta solito y desamparado.- dije arrullándolo como si fuera un bebé.

-Karol, suficiente tengo contigo como para meter a un perro a mi departamento.- siguió Angie, era una mujer sin corazón.

-Míralo, Ang.- dije e hice que el cachorro la mirara y yo hice lo propio haciendo puchero y poniendo mirada de que no rompo ni un plato. Angie lo miró y sonrió, pero luego movió la cabeza y me miró enojada.

-Eso es chantaje emocional y no, me niego.- dijo.- Bájalo de mi sofá.- dijo al ver que lo dejaba en mi falda y el pequeño se removía.

-¡Pero Angie!- reclamé.

-El perro debe tener dueño o... no sé.- trataba de excusarse, yo seguí mirándola y con mi puchero.- ¿Lo cuidarás?- preguntó.

-¡Si!- exclamé contenta.

-Bajo tu responsabilidad.- condicionó. Me miraba seria y me señalaba con el dedo.

-Yes!- respondí y miré al cachorro.- Mañana iremos al veterinario, para que te revise y te de un baño. Ya verás, quedarás divino.- le dije, le miré debajo.- Si, si, es macho.- 

-Bueno, el perro duerme en tu habitación. ¿Tiene pulgas?- preguntó.

-No, ya lo revisé.- contesté y pasé mis dedos por su pelaje, para comprobarlo otra vez. Como dije, el perrito no tenía nada. Estaba bien cuidado, quizá no estaba tan abandonado como pensaba.

-¿Ves?, debe tener dueño.- dijo y yo rodé los ojos.

-Ya aceptaste, sorry.- respondí.

-¿Cómo lo llamarás?-preguntó.

-Cierto, no lo había pensado. Estaba tan ocupada en rogarte.- mencioné, llevaba más de una hora suplicándole a Angie que dejara al pequeño cachorro quedarse con nosotras. Lo agarré y lo alcé frente a mí. La imagen de Ruggero llegó a mi mente.- Se llamará Ruggero.- dictaminé y Angie empezó a reírse como una desquiciada.

-¿En serio? ¿Piensas llamar al perro como tu novio?- preguntó.

-¿Porque no?- le dije y encogí de hombros. - Serás Ruggero Segundo.- anuncie y lo dejé en mi falda.- Además, es mi perro y yo lo llamo como quiera.

-Solo espero que no tenga dueño, no quiero verte llorar cuando te lo quiten.- me dijo Angie.- Iré por palomitas.- dijo y se levantó del sofá.

Negué moviendo mi cabeza y arrullé a Segundo en mis brazos. Reí al verlo con los ojos cerrados, era todo un bebé.

*

*

Decidí que Segundo dormiría al lado de mi cama, dejé su camita celeste en el suelo. Era cuadrada y aparentaba ser una cama para personas, pero en miniatura. Lo acomodé ahí, Segundo se removió en ella y toda su atención se fijó en la almohada celeste, la mordió y sacudió.

Un sonido llamó mi atención

Fui hasta el comedor, mi iphone estaba cargándose, lo desconecte y sonreí al ver el nombre de Ruggero en la pantalla.

-Ruggerito, ¿Cómo estás?- dije al contestar.

-Bien, bonita. ¿Y vos? ¿Cómo andas?- preguntó el italiano al otro lado de la línea.

-Mucho mejor ahora que llamas, pero debo decir que me sorprendió tu llamada. Si llamas es porque es importante.- respondí, ya que fácil me mandaba un mensaje.

Estamos Locos |Ruggarol|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora