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Me quería besar y luego se arrepentía. Lo peor de todo es que me pide distancia, distancia cuando vivimos juntos.

Me gustaba Ruggero y mucho, pero él seguía enamorado de su esposa. Eso era obvio, pero también era obvio que yo le gustaba. Aunque quisiera negarlo. Solté una risa y negué moviendo la cabeza. Agarré una de las fresas del plato hondo y cuadrado y le dí una mordida. Volteé para irme a la habitación, pero vi a Rugge entrando a la cocina.

-Hola.- me saludó.

-Hola.- saludé.- ¿Terminaste de hablar con Candelaria?- pregunté.

Mientras comíamos, ella llamó a la casa. Muy oportuno de su parte, él se fue a su habitación y como no regreso hasta ahora, tenía que suponer que tuvieron una larga conversación.

-Si.- dijo y lo vi prepararse un café.

-Hey...-lo llamé y él volteó a verme.- Supongo que tu relación, tu matrimonio, es de un tiempo largo y... quería saber ¿Qué sientes cuando la besas?-pregunté y él se sorprendió.- Bueno, a mí nunca me han besado.-dije y si antes estaba sorprendido, ahora lo estaba más. Yo solo me encogí de hombros y le di una mordida a otra fresa.

-Solo es curiosidad, ¿Cómo es eso que nunca la han besado?- preguntó.

-Bueno, si me han besado.- dije y me acerqué a él.- Cuando tenía 13 años, fue un compañero de la escuela y definitivamente no tiene nada que ver con un beso real.- dije y le di otra mordida a la fresa.

-Ah...- dijo mirando hacia otro lado- No... ¿No estarás bromeando?- preguntó volviendo a verme.

-No, Ruggerito. Tú me preguntaste y yo te contesté.-mencioné.- Nunca tuve novio, los hombres a mí no me interesaban. Solo estaba concentrada en mí.- dije.

-Pero, se me hace increíble que una chica tan linda, nunca haya...-dijo nervioso.

-Bueno sí, tienes razón. Pero cualquier hombre que intentaba tocarme, terminaba mal.- expliqué, agarré una fresa y la mordí mirando los ojos de Ruggero.- Porque yo me se defender muy bien.- declaré.

-Eso está más que claro.- respondió y tosió, aclarándose la garganta.

-¿Sabes?, yo creí que los príncipes amarillos no existían. Mami siempre dijo que estaban ahí para rescatar a las princesas como yo y que curiosidad. Llegaste tú a rescatarme.- dije y le di otra mordida a la fresa.

Él me miró y luego sacudió su cabeza.

-¿Amarillos? ¿No querrás decir azules?- preguntó y soltó una risa nerviosa. Volvió su atención a la cafetera, agarró una taza y empezó a servirse.

-Me gusta el amarillo y tú... te ves muy bien en amarillo.- dije y el soltó la cafetera.-Hey, ¿Necesitas que te ayude?- pregunté y sonreí.

-No, no, no. Yo lo arreglo.- mencionó rápido mientras limpiaba la barra y agarró su taza.

Estamos Locos |Ruggarol|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora