Boys your age.

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Sus manos estaban a cada uno de sus costados, su cuerpo estaba paralizado y sus ojos estaban contemplando los de aquel chico. El cabello se le venía al rostro por mirarlo hacia abajo, mientras estaba arriba de él, y aquel traje negro realzaba más su pálida piel. Dong había tomado un poder aún más fuerte, porque ahora no sólo se limitaba a poder tomar el cuerpo del menor sino que, podía dejarlo paralizado, mirándolo a los ojos como si estuviera de lo más normal.

— Tenemos que hablar.

— No quiero —Logró decir apenas, sintiendo su garganta seca, esto llevaba más de quince minutos. Sus manos comenzaban a sentir un hormigueo por evitar la buena circulación al tenerlas cerradas en un puño.

— Ellos llegarán en cualquier momento y necesito que seas suave con ellos, nada de violencia o malas palabras —Acarició la mejilla del menor—. Por favor, Hannie, hazlo por los tres.

— ¿Qué es lo que realmente quieres? Ya cumpliste con el deseo de Jeonghan sobre arrestar a Joshua, ya alejaste a nuestro bebé de su papá, ¿Qué más quieres? —Gruñó entre dientes con fiereza—. No lo entiendo.

— Te quiero a ti —Tomó su mentón—. Quiero estar en tu lugar y vivir, porque no sabes lo malditamente inútil que me siento en tus pensamientos —Apretó más su agarre, logrando lastimarlo—. Odio tanto tu estúpido comportamiento de niña hormonal y descuidada —Bufó con frialdad—. ¿Por qué alguien tan grande como Jeonghan pudo haberte creado?

El rubio sintió como su alma empezaba doler, sus ojos estaban cristalinos y la idea de llorar parecía la mejor opción. Sí, sabía que no era como los demás chicos, todos maduros y estúpidamente inteligentes, pero así era Hannie. Él reflejaba la simpleza, el mejor anhelo de Jeonghan a su verdadero ser. Hannie era el alma pura que tenía el mayor porque sí, a pesar de tener encuentros eróticos con Joshua, él seguía manteniéndose como el Jeonghan de diez años.

Jeonghan a sus diez años era un chico aún con inocencia pura, respetuoso y siempre cuidando a su hermana menor, jugando con algún muñeco a ser un superhéroe y siempre pensando en cómo podría salvar el mundo. O eso solía ser, hasta que frente a él asesinaron a sus padres, ocultando a su hermana en el ático, y él escondido en una de los gabinetes de la cocina, ahí fue donde nació Dong, la ira, la amargura, la venganza, el odio.

Poco a poco Hannie tenía más aún de Dong, logrando confinarse con él, pero realmente el contrario quería su propia independencia, por eso evitaba cualquier recuerdo directo a Jeonghan, algo que lo hiciera regresar. Matar la parte dulce y estúpida le parecía algo más fácil.

La puerta de la habitación se abrió, había personas vestidas de blanco. Sintió como su cuerpo respondía al no sentir la presencia del mayor sobre él. Intentó tranquilizar su respiración y acomodar aquella bata de hospital blanca que le habían dado.

— ¿Ustedes me cuidaran? —Los miró mientras aquellos hombres examinaban cada facción del chico.

— Hannie, necesitamos que cooperes con nosotros —El chico de tatuajes y mascarilla se acercó a él lentamente—. Soy Kwon Do, tu enfermero.

— ¿Cómo una persona con apariencia tan ruda como tú puede servir con gentileza? —Preguntó de la nada, mirándolo con más atención que antes. Su pregunta era totalmente inocente y llena de curiosidad.

— ¿Por qué alguien tan linda como tú está en un psiquiátrico? —Contraatacó y alzó una ceja. El rubio se encogió en hombros.

— Te daremos el tratamiento que necesitas—Habló el otro, un chico de unos veinte años, con una complexión realmente afeminada. Se acercó a él y tomó su rostro.

— Ten cuidado con lo que pones en mí, tengo un bebé y no lo quiero perder—Lo miró a los ojos con recelo—. ¿Entendido?

— Como digas, linda —Acarició su mejilla y sacó una de las pastillas que llevaba en los bolsillos de su camisa—. Abre grande y pon tu lengua —Ordenó y el chico abrió la boca, alzando su lengua para que el otro colocara la pastilla en ese lugar—. No muevas la lengua y no saques la pastilla.

— ¿Por qué? —Frunció el ceño, sin entender.

— Sólo haz caso —Do, poco a poco fue acostando en la cama al chico, acariciando sus cabellos para tratar de tranquilizarlo. Sus ojos se sentían pesados, su visión empezaba a ser borrosa y aquellos hombres se acercaban a él, con jeringas y demás.

Los hombres sacaron muestras de sangre del menor, junto a exámenes físicos de rutina. Descubriendo su verdadera sexualidad; no era una chica como habían dicho en el informe. Lo siguiente fue citar a Ellie al hospital. Ahí fue cuando también descubrieron que Hannie Hong, en realidad, era Yoon Jeonghan, supuestamente muerto en aquel disparo en el restaurante de hace 3 meses. Lo siguiente que hicieron fue darle la forma masculina, cortando su cabello, volviéndolo a su color castaño original.

Hannie seguía dormido.


(...)


— Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti... Hannie —Cantaron al unísono. El pequeño miró a su alrededor, su familia estaba ahí. Era su cumpleaños número diez.

Pide un deseo —Animó el hombre sonriendo y sosteniendo su cámara de video, captando el momento tan alegre.

"Siempre ser felices."

El primero en caer al suelo fue su madre, una bala había atravesado su cráneo, los menores estaban asustados, mientras su padre entraba en pánico, tomado a los dos por las manos. Jeonghan fingió que todo estaba bien, para así no alterar a la pequeña, diciendo era un juego y que fuera a esconderse al ático, mientras él corría acompañado de su padre hasta la cocina. El señor Yoon abrió una de los gabinetes de la cocina y metió ahí a su hijo, mirándolo con los ojos llorosos y dándole un último beso en la frente.

1, 6, 3, tu volverás otra vez... —Alguien había entrado por la puerta, sus pisadas eran fuertes y lentas, torturando por el miedo a cualquiera que estuviera en esa situación—. 2, 7, 10, tu ángel serás... 4, 9, 5.... Mamá está contigo.

Ahí fue donde toda la familia Yoon se enteró de la verdadera vocación del padre de los menores, un agente encubierto que había sido descubierto por uno de los grandes líderes del narcotráfico en Corea. Víctor Hong.

— ¿Lo recuerdas? —Dong estaba detrás de él, Hannie estaba en el cuerpo que tenía a sus diez años, mientras que el contrario tenía su forma actual y adulta—. Por eso Jeonghan nunca protestó al aceptar la misión, por eso lo odio, por eso no necesitas de él.


(...)


Cuando despertó estaba solo en la habitación, su vestimenta era la misma, pero se sentía adolorido, sus brazos dolían demasiado. Miró los parches en ellos, de donde habían tomado las muestras sanguíneas, se levantó para tratar de despertar. Caminó hasta el baño y se quedó viendo su reflejo en el espejo.

— Creo que te dejaron idéntico a mí —La voz de Dong era burlona y llena de sinceridad, pues la imagen que veía frente a él era idéntica al del mayor.

Dangerous.《JiHan》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora