El viento empezaba a ser frío, ya que el otoño estaba llegando. En el balcón sólo se encontraba él, disfrutando de la soledad. Entre sus dedos se encontraba su arma mortal, aquella que aspiraba y lo tranquilizaba al soltar la nicotina.
Joshua estaba desesperado, totalmente al borde de la locura al no tener consigo al amor de su vida, porque a pesar de que su relación había sido tan rápida, Jeonghan supo cómo meterse bajo su piel. Aunque todavía se preguntaba qué hubiera pasado cuando se enteró quien realmente era Yoon Jeonghan, ¿Lo habría matado? Porque eso había hecho con cada uno de los policías encubiertos que querían encontrarlo; él nunca se había apegado a uno de ellos, porque siempre tenía que cuidarse de la gente que lo rodeara, porque así le enseñó su padre.
Suspiró.
Su padre, el hombre que le dio la vida y todo este tormento. Aún recordaba cómo se enteró de Chan. Él era hijo de su primogénito, no sabíamos exactamente si era una mujer o un hombre del cual era hijo aquel bebé. Lo cuidó como a su vida, tratando de que él no se involucrara tanto en esos asuntos, ya que eran demasiado peligrosos y Joshua quería que el menor tuviese educación y una buena vida, tal y como él no la pudo tener estando al cuidado de su padre. Cuando su mamá murió y le dejó el cuidado total a su padre, éste ya estaba enfermo y cansado, por lo cual, un día de descuido, Ellie lo atrapó.
Ese mismo día estuvo presente cuando su padre murió en la silla eléctrica, en Estados Unidos. Fue ahí donde, con quince años, heredó toda esa mafia y la enemistad de aquella mujer. Muchos se fueron de su mando porque no creían en la capacidad de él como líder, pero sólo la mano derecha de su padre seguía a sus órdenes, trayendo a Mingyu, su hijo mayor, quien ya era amigo del americano. Después, él se encargó de reunir apoyo en Asia, para más tarde unirse a América con el trato de Hansol.
Tanta historia, tantas amistades y enemistad por su padre. Él siempre quiso ser alguien normal, pero desde que mató a la primera persona, supo que ya no había vuelta atrás. Por eso los tatuajes, como una forma de castigo a sí mismo.
Cambiaría, como le dijo a Jeonghan, pero sería por él y por el bebé.
(...)
— Hannie... —Lo llamó el doctor, mientras entraba cuidadoso a la habitación del menor.
Este solo se limitó a mirarlo y volver la vista a la pintura que había en la pared. El doctor Reid la había puesto ahí porque creía que era una forma de transmitirle comprensión y sueños a su paciente, como una forma de terapia.
— Tengo una nueva actividad para ti —El chico lo miro curioso—. Primero, toma una ducha y después, necesito que salgas en esta bata de baño y tu ropa interior.
— Reid...
— No estaré viendo, te dejaré solo —Hannie pareció no estar seguro—. Confía en mí, sabes que no soy como los demás —Le extendió la mano y el menor después de un tiempo, la tomó para ponerse de pie.
Cuando Hannie se levantó al baño, el doctor Reid en silencio trajo del pasillo un espejo de cuerpo completo, para ponerlo debajo de la pintura. Alejó cualquier objeto pulso cortante de la vista y abandonó la habitación, esperando fuera de ella.
Una vez que el pelinegro salió del baño, caminó lentamente hacia el cuarto, algo nervioso de estar sin ropa. No sabía que esperar, aunque ya todo le daba igual y todas las esperanzas de salir de ahí se marchitaban; tal cual las hojas del árbol de almendro de la casa de seguridad.
La luz tenue que dejaba reflejar aquel vidrio lo mantuvo curioso, acercándose tímidamente a este, viendo como poco a poco la imagen de su cuerpo se reflejaba allí. Estaba en shock, su cuerpo, su cara, sus brazos, sus ojos.
Estaba tan delgado, en serio que lo estaba. Su piel era tan blanca, en comparación a como la recordaba por la falta de contacto con el sol, mientras que tenía unas muy marcadas ojeras debajo de sus ojos.
Se miró fijamente, pero fue la peor opción que pudo tomar, ya que el dolor que le provocaban las memorias de Jeonghan querían salir.
La marca circular en su cuello por aquel cigarro que Joshua quemó en su cuello cuando estuvo celoso...
Los moretones en sus antebrazos por las veces en las que en sus entrenamientos con los chicos iba tan fuerte que alguno de los dos del agarre del contrario era muy rudo...
En sus muñecas, los puntos en donde los enfermeros le sacaban sangre o le suministraban alguna droga cuando apenas llegó allí...
Su mano derecha...
Aquella cicatriz de cuando conoció a Joshua, e hizo aquel trato para la misión...
Cayó al piso, tratando de borrar todos esos recuerdos, poniendo sus manos en los ojos, para después revolver dolorosamente sus cabellos, llorando profundamente....
— ¡Reid! ¡Reid! —Gritó, buscando auxilio, pero el susodicho estaba siendo apuntado con una pistola de nuevo, por aquel hombre que lo descubrió en las computadoras.
— Es así como luce el rostro de una víctima, Hannie.
— ¿Dong? —Preguntó con esperanza, mirando a todos lados, buscándole.
— Regresé, bebé —Sonrió y miró el espejo, para empujarlo despacio, hasta hacerlo caer en el piso—. Ups~
— ¡Volviste!
— Creí que me odiabas —Su rostro era inexpresivo.
— Eres mi hermano —Dijo, secando sus lágrimas.
— Luces cansado, tan muerto... —Se acercó a él, para ponerse en cuclillas y tomar su mentón, analizándolo.
— ¿Qué posibilidad hay de que dejemos de existir?
— Muchas — Lo miró a los ojos—. Hay que rendirnos —El chico asintió, llorando nuevamente.
— No sin antes sacarlo de aquí —Le dijo y entonces el mayor le dio un beso en la frente.
"Dicen que el tiempo cura las heridas, no estoy de acuerdo, las heridas perduran. Con el tiempo la mente, para proteger a su cordura, las cubre con cicatrices y el dolor se atenúa, pero nunca desaparecen."
— Rose Kennedy.
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Dangerous.《JiHan》
أدب الهواة"Yoon Jeonghan era un oficial encubierto para terminar con el reinado de mafia que era liderado por "Joshua Hong". Al paso del tiempo el chico se va enamorando del mayor dejando atrás la misión.. Tras un accidente automovilístico en el cual perdió a...