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Estaba desayunando en la mesa de la cocina cómo todas las mañanas, sólo me preparaba un sandwich con algún jugo antes de ir a estudiar.

Me levanté y saqué una jarra de leche del refrigerador para servirla en un pequeño plato hondo, volví a guardarla y fui hasta la puerta que daba al jardín.

Al acercarme escuché varios maullidos, sonreí y abrí la puerta que estaba rascando un pequeño gato. Me arrodillé a su altura dejando el plato en el suelo y empecé a acariciarlo.

—Buenos días a ti también, Nana.

Alimentar a ese gato de pelaje amarillo atigrado se había vuelto parte de mi rutina desde hace meses, siempre venía pidiendo comida y nunca se la podía negar. Me gustaban mucho los gatos aunque no adoptaba uno por falta de tiempo para cuidarlo, aún así tenía que admitir que me había encariñado tanto con él como para ponerle nombre, hasta tenía planeado adoptarlo, había comprado unas cosas en la tienda de mascotas apenas ayer con algo de ayuda de Serinuma, ya conseguiría el resto después.

—¿Qué dices pequeño?— pregunté mientras él dejaba vacío el plato.— ¿Quieres quedarte conmigo?

Nana se acercó rápidamente a mí, ronroneando y frotándose contra mi pierna.

—Tomaré eso como un si.— sonreí y abrí la puerta para que pasara.

Dejé que durmiera en la cama que le había comprado, le serví algo de comida y salí para ir ya a clases, luego  me pasaría a comprar lo que me faltaba.

~

Volví después de unas horas, al final había demorado más tiempo del que creí, puse las bolsas en el suelo y me quité los zapatos.

—¿Dónde estabas?— preguntó un chico asomándose hacia la sala.— ¡Tardaste mucho! ¡Tengo hambre!

Miré confundido al rubio quien tenía una orejas de gato y una cola que no se quedaba quieta. ¿Esto era una broma?

—¿No me reconoces?— dijo al ver mi expresión. Suspiró.— Soy Nanashima.

—¡¿N-Nana?!— pregunté sorprendido, sólo Serinuma sabía del gato y no creía que ella me estuviera gastando una broma tan rara. Bajé la mirada hacia lo que traía encima, sólo tenía una manta cubriéndolo.— ¿Por qué estás con eso?

—N-No tengo ropa.— se justificó apartando la mirada con un leve sonrojo.

No pude evitar pensar que era la escena más adorable que jamás había visto.

—Está bien, te daré algo que ponerte.

Fuimos hasta mi habitación y saqué algo de ropa para que se vistiera, se la di y nuestras miradas chocaron haciendo que él aparte la suya rápidamente.

—Me iré a cambiar al baño.— dijo con las orejas bajas cerrando la puerta.

Suspiré y acomodé mi cabello cuestionándome si lo que pasaba era real. El gato que siempre cuidaba se había convertido en un chico rubio, aparentemente de mi edad, uno muy atractivo además. No. ¿En qué estoy pensado? Quizás esté alucinando.

La puerta se abrió de golpe sacándome de mis pensamientos, Nanashima estaba usando mi ropa, aunque le quedaba un poco grande.

Me quedé viéndolo detallando las facciones de su rostro, fijándome en sus curiosas orejas que se levantaron al instante.

—¿Qué estás mirando?— preguntó con el ceño fruncido.

—Eres lindo.— solté sin pensar y me mordí la lengua. Mierda.

—C-como sea.— dijo con un suave rubor en sus mejillas.— Tengo hambre.

—Te prepararé algo.— dije saliendo del cuarto siendo seguido por Nana.

Oneshots [Igarashi x Nanashima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora