¿Sabes? Las cosas buenas a veces pasan en un solo segundo, pero jamás las olvidas.
Recuerdo bastante bien el día en que nos conocimos. Llovía con fuerza y yo tenía los pies mojados bajo los zapatos, era bastante incómodo. El viento parecía dispuesto a hacerme volar por los aires pero me quedé allí, esperando, en aquella desolada parada de autobús. Entonces apareció él, corriendo, cubriéndose bajo la marquesina a duras penas. Estaba empapado. Su paraguas había acabado completamente roto, dado la vuelta, probablemente por el temporal. Aunque ahora que le conozco creo que es hasta posible que lo hubiese roto él mismo.
Estuvimos un buen rato en silencio, mirando la carretera con desinterés. Nunca se me ha dado especialmente bien socializar y mucho menos entablar conversación con desconocidos, así que agradecí y agradezco que fuese él el primero en hablar. Me preguntó sobre el tiempo, si me esperaba la tormenta. Le dije que no, que por eso no llevaba paraguas. Seguimos hablando un buen rato hasta que, llegado el momento, reinó el silencio.
-¿Tienes frío? -Oí su voz a mi lado, finalmente. Supuso un tremendo alivio.
-Un poco. ¿Por qué?
Antes de que pudiese reaccionar sentí sus manos sobre mis hombros, dejando así caer sobre mi cuerpo su abrigo. Pude sentir la sangre ascendiendo hacia mis mejillas, de modo que opté por lo que más correcto me pareció y me cubrí a duras penas con el cuello de su cazadora, abrazándome a mí misma. Cuando torcí la mirada hacia él pude verle sonreír vagamente mientras me observaba.
-No me gusta dejar a chicas tan buenas como tú muriéndose de frío, y además parece que te gusta. Puedes...Antes de que lograse acabar la frase pudimos escuchar un autobús frenar frente a la marquesina. Torcí el gesto, desanimada, al comprender que era el que esperaba. Se despidió de mí, con una sonrisa, casi con alegría.
"Supongo que está feliz de irse. Qué mala pata tengo." Fue cuanto alcancé a pensar. Suspiré, me recosté sobre mi asiento y metí ambas manos en los bolsillos de su cazadora; para mi sorpresa, no estaban vacíos.
-¿Qué...? -Murmuré, arqueando una ceja. Cuando retiré lo que el bolsillo contenía me sentí morir de vergüenza por dentro.- ¿En serio...?
Era, para mi sorpresa, un papel con su número. Llevaba, además, mi nombre escrito. No quise preguntarme por qué o cómo lo había hecho, tan solo quería disfrutar del momento. Me abracé a su número, pegando el papel contra mi pecho, y pataleé con suavidad. Mi autobús llegó en el momento más inoportuno; pude ver al conductor dirigirme una mirada de absoluta confusión mientras me entretenía fantaseando con el muchacho, supongo que por cómo estaba actuando. Me puse en pie a prisa, entré y pagué el viaje tratando de evitar las miradas de desconcierto de todos aquellos que habían llegado a verme. Quería hablarle, pero no encontraba el valor. Decidí así aletargarlo, al menos hasta llegar a casa.Abrí la puerta a prisa, con el pulso equivalente al de un gorrión parapléjico: mínimo. Se me cayeron tres veces las llaves y me pegué un cabezazo con la puerta al entrar, pero tenía mis motivos.
-¡Por fin! -Exclamé, lanzando los zapatos por el pasillo sin mucho reparo.
Cerré la puerta a prisa y corrí luego hasta mi habitación, donde finalmente opté por coger el móvil y agregarle a mi lista de contactos. Suponiendo que llamarle era la mejor opción entre aquellas de las que disponía, presioné vacilante el botón correspondiente. Tardó muy poco en descolgar, recibiéndome con una voz esperanzada e infinita alegría.
-¡JunOh! ¡Te estaba esperando!
Solté una carcajada limpia y breve, que fue luego acompañada por otra de él.
-¿Cómo sabías que era yo? -Inquerí, con cierta confusión.
-No lo sabía. He dicho esto a todos los que me han llamado hasta ahora. Imagínate la cara de mi madre cuando me llamó... -En cuanto empecé a reír pude oírle haciéndolo también, de nuevo, para luego quejarse entre carcajadas.- ¡Oye, no te rías! ¡Ahora mi madre se cree que soy un nerd!Y así empezó nuestra primera conversación por teléfono. Tengo bastante suerte de que mi tarifa sea bastante flexible pues perdimos más de dos horas hablando, hasta que a mí me entró el sueño.
-¿Tienes sueño? -Le oí preguntar, con voz suave y queda. Su tono era ronco y atrayente; sentí que algo se agitaba en mi interior.
-Sí... Un poco. -Murmuré, exhalando un suspiro.
-Entonces duerme. -Sonaba bastante preocupado, como si mi estado fuese lo que más le importase en el mundo a pesar de haber acabado de conocernos.
-Está bien... Pero solo si me prometes que mañana quedarás conmigo.
-¿Lo dudabas siquiera? En el mismo sitio en el que nos hemos visto hoy, si no te importa. A las cuatro.
-Me parece bien... -Estaba ya muy adormilada. Respondía por intuición, según lo que el instinto dictase.
Y entonces, con el móvil en las manos, me quedé completamente dormida. Su nombre: "Johnny" brillaba en la pantalla, como un lucero entre la oscuridad de la noche más oscura. Para mí, tan solo para mí, aunque acabásemos de conocernos.
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Para mí. ✎ Johnny 「NCT 127」 fanfic.
FanfictionTe vi, me viste. Te conocí en aquella parada de autobús; hacía mal tiempo, pero fuiste tú quien pareció hacer desaparecer la tormenta y quien me ayudó a ver el sol de nuevo.