ु❀ ¿Pelea? ¿Entrenar? Mierda.

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-Pues mira, tú agarras así el brazo desde la muñeca y giras con velocidad... -Explicó JiYoon para luego ejemplificarlo sobre mi cuerpo, sin miramientos.
-¡Ay! ¡Me cago en la leche! ¡Bruta! -Exclamé yo, intentando zafarme inútilmente de su agarre.
-¿Ves lo útil que es? -Preguntó ella, triunfal, para soltarme luego.

Llevábamos ya cerca de una hora entrenando. Me sorprendía la habilidad que tenía mi querida compañera para, a pesar de que ya estuviese parcialmente curada, lograr enseñarme defensa personal con una pierna rota.
Habían pasado ya quince días desde el día de su accidente. Yo había cuidado de Johnny sin descanso hasta que, al tercer día, recibí una amenaza por parte de Taeyeon.
"Bueno, cariño..." Decía el mensaje. "... Ahora ves cómo van las cosas, ¿no? Me encantaría vernos. A finales de este mes que viene. Te envío luego una dirección."
Era más que obvio que era una trampa, sí, pero decidí aceptar e ir; tenía el apoyo de JiYoon, que podía enseñarme a pelear y a defenderme ante cualquier ataque. Johnny se oponía y me decía que no hiciese locuras, pero tenía tantas ganas de vengarme de una vez por todas que había decidido desoír sus recomendaciones y advertencias. Estaba decidida a destrozarla de vuelta por todo el daño que me había hecho y nadie podría detenerme ya.

-¡No, no! ¡Así no! ¡Pueden partirte el brazo si lo haces así! -Vociferó, torciendo el gesto, y amagó con levantarse de la silla de ruedas.- Tienes que...
-Cielo, como te levantes de esa silla te rompo la otra pierna. -Amenazó Yugyeom, con voz dulce y cantarina, desde la puerta.

Aquel muchacho era realmente un ángel caído del cielo. Desde que ella había tenido el accidente la cuidaba y mimaba con especial ahínco, procurando que olvidase en la medida de lo posible el dolor de la pierna; tuve tiempo de sobra para percibir aquello cuando estuve en su casa, preparándome para el encuentro con Taeyeon. Solía hacernos de comer de forma muy constante y, aprovechando el tiempo que yo me pasaba engullendo, mimaba a JiYoon y le decía lo bien que lo hacía, lo buena profesora que era. Era profundamente entrañable verles así.

-¡Pero... Yu, no seas malo! -Refunfuñó ella, haciendo un puchero.

Entonces, me eché a reír. Era realmente gracioso ver cómo podía pasar de ser una asesina serial a un osito de peluche con que tan solo apareciese su novio.

-Simplemente no te levantes, ¿vale? Seguid entrenando. Voy a hacer las camas.

En cuanto la vi girarse de nuevo hacia mí, pude percibir de nuevo su usual seriedad. Me había acostumbrado a verla así pues puedo asegurar que, aún hoy, es muy estricta en cuanto a sus entrenamientos se refiere.

-Bien. Lo único que tienes que hacer el coger con velocidad a tu contrincante por el hombro y moverlo así...

Parecía costarle explicarse desde la silla de ruedas, pero se estaba esforzando por no levantarse.

-Vale... Lo entiendo. -Declaré, con tranquilidad.
-Entonces repítelo. Con cuidado. -Me dijo ella, girándose suavemente para permitirme usarla como conejillo de indias.

Repetí un par de veces la llave hasta que, finalmente, salió a la perfección. En cuanto la solté, me miró y me sonrió.

-Bien. Me gusta. Ahora quiero que practiques con Yugyeom algunas cosas.
-¿Con Yugyeom? -Inquirí, sorprendida.- ¿Sabe defensa personal?
-Sí. Le enseñé yo. Así que... ¡YUGYEOM!

Aquel chillido final me pilló por sorpresa. Estaba segura de que se había oído a kilómetros a la redonda, pero traté de no quejarme. El muchacho, por su parte, llegó con velocidad ante la llamada.

-¿Sí? -Preguntó, entrando.
-Necesito que me ayudes. -Le dijo, poniéndose las manos en el regazo.
-¿A enseñarle? -Quiso saber él, aproximándose a nosotras.
-Sí... Lo siento por obligarte a esto. Es que desde la silla de ruedas es difícil.
-No pasa nada. -Le dijo él, sonriendo.

Se acercó luego hasta mí y, crujiéndose los nudillos, miró a JiYoon.

-Bien, cielo, ¿qué tengo que hacer?
-Boxeo, a poder ser. Tiene que aprender a esquivar, al menos. -Aclaró, mirándole y apartándose un poco luego.
-¿Y si le hago daño?
-Da igual. -Dije yo entonces, haciéndole girarse hacia mí.- Estoy dispuesta a ello.
-Bien, entonces... ¡A ver esos reflejos!

Aún tan alegre como parecía, sentí su puño derecho volando cerca de mi rostro a una velocidad vertiginosa. Agradecí que hubiese decidido no pegarme pues no lo había esperado.

-Tienes que estar atenta, JunOh. -Me dijo, con seriedad.- Tienes que esquivar mis golpes.

Fue en aquel momento cuando comenzó la parte más dura de mi entrenamiento. Las llaves habían sido difíciles de comprender y de ejecutar, pero tras mucho trabajo había logrado hacerlo; sin embargo el golpear y esquivar no era mi fuerte, y costaba de verdad.
Entre unas cosas y otras, no volví a casa hasta casi las diez de la noche. Yugyeom me llevó en coche, luciendo yo mis nuevos moratones, mientras se disculpaba por haber tenido que golpearme. Aprovechó también para disculparse por parte de JiYoon por obligarme a entrenar con tanta dureza y yo, por mi parte, me limité a explicarle que me daba igual hacerme daño con tal de aprender bien.

Cuando entré a casa Johnny me recibió con cierta preocupación, aunque alegre de verme.

-¿Estás bien? ¿Y esos moratones? ¿Te ha... Hecho algo Taeyeon? -Inquirió, aproximándose a mí y acariciándome un brazo.
-No, no... Lo que pasa es que mis entrenamientos ahora son duros. -Aclaré, sonriéndole.
-Menos mal... Estaba preocupado. Ahora mismo me da miedo hasta que salgas por si alguno de sus lacayos de mierda intenta hacerte algo.
-Tranquilo, Johnny... -Me puse de puntillas y deposité un beso en su mejilla, con cariño.- Estaré bien. Te dije que puedo salvarme el culo sola, ¿no?

No respondió. Se limitó a abrazarme con el brazo sano y, quedándose en silencio luego, a besar mi cabeza con suavidad. Parecía realmente alegre de tenerme de vuelta y me encantaba que fuese así. Era gratificante tener un verdadero gran motivo por el que volver a casa todos los días.

-Gracias por todo, Johnny. -Mascullé, mirándole.
-Gracias a ti por no haber huido ya. -Bromeó, sonriente.

Realmente me encantaba poder compartir aquella clase de momentos con él y, tras mucho tiempo metiéndome con mis amigas por ello, pude comprender al fin lo bonito que era ser feliz con el muchacho del que estás enamorada.

-¿Te apetece ir ya a cama? Pareces cansada. -Me ofreció él, en un susurro, aproximando los labios a mi oído.
-Sí... Vamos. -Mascullé, para luego echarme a caminar a su lado.

Cuando llegamos arriba y nos acostamos ambos en la cama, nos miramos el uno al otro, quedándonos por un momento en sepulcral silencio. Ninguno de los dos se veía capaz de responder, era obvio, así que opté por hacer lo que más ridículo me sonaba: acercarme a él. Pegué mi cuerpo con cuidado al suyo y sentí luego cómo me abrazaba a él, sin decir nada. Cerré pronto los ojos y supongo que él también, aunque fuese bastante temprano, y me quedé dormida con velocidad; era realmente fácil dormir con la persona la que más amas a tu lado.

Para mí. ✎ Johnny 「NCT 127」 fanfic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora