Capítulo 2: "No nombres difuntos."

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[...] Mañana. (Palacio Real - Centro Unificado, Feéra).

Xan, Fernias y Magnus se dirigieron a la sala de trono principal, donde un Mikaël de rodillas y confundido miraba a Alec y su sombría sonrisa.

"Creí que yo mismo tendría que buscarles." Dijo Alec con una pizca de molestia.

"Lamento la demora, quería evitar unas explicaciones innecesarias... y hablando de cosas innecesarias, ¿Por qué este cazador está aquí?"

"Lo verás," respondió simplemente Alec, acercándose hasta quedar a un metro de los subterráneos. "Magnus Bane, ha pasado el tiempo."

"Lo mismo digo... Príncipe."

"No has perdido el tiempo." Dijo Alec hacia el hada.

"Repito: aborrezco lo innecesario, ¿El cazador...?"

Los ojos negros del azabache parecían tener cierto brillo maléfico, retiró una espada (por supuesto no angelical) de su cinturón y la colocó en el cuello de Mikaël.

"¿Qué se supone que haces?" Alex elevó una ceja y el francés suspiró aliviado, o eso hasta que continuó. "Prefiero no ensuciar el mármol, gracias. Además, creo recordar que esa arma no te pertenece."

"No podrás mentirle a la Clave diciendo que Bane es el único prisionero. Y si lo dejamos ir, le interrogaran con su estúpida espada."

"No veo el porqué de matarle en mi propia sala del trono, además, la sangre de mortales demora más en limpiar. Sin embargo, si tanto insistes..." Alex dirigió su mirada a sus manos y sus uñas perfectamente arregladas –puro glamour, pues en realidad de los nervios había acabado con ellas.

No podía permitir que matara al hombre que más amaba, pero al mismo tiempo, no podía desafiar demasiado a Alec. No si quería mantener tanto a su reino como a sí mismo con vida.

"Un momento."

La suave voz llamó atención de los hombres en esa sala. Por un arco ingresaba en un vestido violeta y con un moño alto la espléndida reina, su sonrisa de suficiencia era inmensa. "Príncipe Alexander, considero que este joven es necesario siga vivo."

"¿Y eso por qué?"

"Es probable que por sus venas cruce la sangre seelie y no cometemos crímenes contra nuestra gente. Si desea castigarle, propongo que sea entregado a la Wild Hunt."

Si bien al principio el pelirrojo/azabache estaba alegre de la interrupción, ahora se encontraba aterrado. Nadie volvía nunca de esa especie de secta de las hadas. En menor grado estaba confundido, ¿Cómo es que nunca había notado ningún indicio de sangre seelie en su amado?

"Supongo que no es mal plan, siempre y cuando vigiles tus palabras."

"Lo haré," dijo Alex, sintiéndose como un niño pequeño. "Lo llevaré de vuelta a la celda. Creo que podrán determinar el resto de detalles con el brujo."

"Me parece ideal."

El hada ayudó a Mikaël a ponerse de pie y se dirigieron juntos de vuelta a las celdas. Al momento de abrir la puerta a la suya, sin embargo, se encontraron con una habitación mucho más decorada y limpia: la del Príncipe.

"¿Cómo-?"

"No, yo primero, ¿Por qué rayos se les ocurrió hacer eso?"

"Pasé de pensar que me iban a matar a temer una vida con los locos de la Hunt. Raziel, recién me entero-"

"Nunca dejaría que algo así te pasara." Le interrumpió, con toda la vulnerabilidad que el glamour lepermitía.

"Nunca pensé que dejarías tus rizos dorados y mírate."

Al Menos Una LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora