Capítulo 12: "Solamente quedan unos días más."

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[...] 19:16, 09 de Marzo, 2011. (Instituto de Nueva York - Nueva York, Estados Unidos).

La cena en el Instituto de Nueva York, con la presencia del padre ausente, Robert, y un asesino de un miembro de la familia, Sebastian, transcurrió de manera incómoda. El ambiente era tenso y los únicos sonidos eran producidos por el consumo de los alimentos, ninguna charla en absoluto. En un momento Simon cortó con más fuerza de la que debía su asado, causando un chirrido ensordecedor al chocar el cubierto contra el plato. Se ganó algunas miradas, pero nada más resaltable sucedió durante. Jonathan fue el primero en querer excusarse para simplemente ir a cualquier otra parte, pero fue detenido por Maryse, quien le pidió que esperase a que alguno de los demás acabase para que le acompañaran, o más bien vigilaran.

"Lo haría yo misma," había también dicho la mayor. "Pero me temo que debo partir al reino de las hadas."

"¿Cómo?" Preguntó Isabelle, claramente sorprendida.

"Es temporal, seré el reemplazo por hoy y hasta que encuentren a alguien más disponible para el trabajo de vigilar el acceso al Infierno. Asesinaron a dos de los cuatro vigilantes."

"¿Por qué sabes tú esto?" Interrogó Robert, después de todo, él, siendo Inquisidor, no lo sabía.

"Jia me llamó, soy de las nefilims a las cuales les queda más cerca una entrada al Reino, de todos modos."

"¿Y por qué no me mandan a mí? ¿O literalmente a cualquier otro? Eres la directora, se supone que-"

"Iz, ¿Te debo de recordar que ustedes están en falta con la Clave?"

"Maryse..." Empezó Clary, estaba un poco insegura. "¿Quizá uno de nosotros, podría tomar tu lugar? Quizá incluso liberar a Magnus. "

"Absolutamente no," respondieron ambos ex-esposos al unísono, Robert continuó. "Ya tienen un plan que soluciona lo de Alec, no podemos arriesgarnos."

"¿Podemos? ¡A ti no te importa nada de esto deja el acto!"

"Jace-"

"No Maryse, estoy harto de que Robert venga de momentos en momentos a querer ser el padre número uno del mundo cuando en realidad vive por el 'sed lex, dura lex'. Ya no me puedes pedir que lo tolere."

"Si me permiten interrumpir," dijo Jonathan, "El señor Lightwood tiene un muy buen punto, 'no hay que arreglar lo que no está roto'. El plan está perfectamente establecido, y lo conveniente es mantener un perfil bajo para seguir manteniendo nuestro perfecto elemento de la sorpresa."

Antes de que Jace pudiese responderle de manera mordaz, Clary puso una mano sobre la suya, dibujando círculos en el dorso de esta. "Gracias Sebastian, ya acabé de cenar, puedo acompañarte a donde querías ir."

Este asintió, sabiendo que era técnicamente lo mejor para que Jace, quien era parte integral de la salvación de Alec, comprendiera lo que había explicado y no tomara una decisión apresurada. Cuando los hermanos llegaron al salón principal, la pelirroja volvió a hablar. "¿Y bien? ¿Qué tienes en mente? ¿O te llevo a tu habitación?"

"La verdad no estoy cansado, pero tampoco sé qué más podría hacer para distraerme."

"¿Quizá leer un libro? La biblioteca está muy bien equipada."

"Sí, creo que lo haré."

De esta manera, ambos nefilim se dirigieron al segundo piso, entrando a la gran habitación. Jonathan fue directo a la sección de libros de entretenimiento, y si bien al principio buscó ejemplares en el área de no-ficción, al final terminó por escoger una colección de los mejores relatos de Allan Poe. Lo iba a leer allí mismo, sentado en uno de los sillones, cuando se encontró con algo curioso. La obra parecía haber sido leída y releída al menos unas veinte veces, no por el hecho de que estuviese desgastada, sino por los post-it's que estaban al inicio de cada relato. Los amarillos resumían lo que iba a acontecer, los azules citaban frases y su página, los verdes describían personajes, y los anaranjados –que más le llamaron la atención– eran críticas.

Al Menos Una LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora