Capítulo 9: "Hay unos pocos asuntos que debo arreglar."

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[...] Mañana. (Palacio Real - Centro Unificado, Feéra).

Xan sintió una necesidad de jadear. Jamás en su vida se había imaginado qué tan potente podía ser un geas, y en este momento lo estaba viviendo en carne viva. No podía comprender la voluntariedad con la que unas personas se sometían a este procedimiento, que en realidad parecía más un castigo. Sintió la cama removerse a su lado y, al abrir los ojos en esa dirección, se encontró con otros negruzcos. Se veían verdaderamente molestos. "¿En qué estabas pensando?" Le preguntó Alec.

"Estoy confundido, se supone que habías cancelado el arreglo y henos aquí."

"¿En. Qué. Estabas. Pensando?"

El hada tragó en seco y se relamió los labios, sentía el temor extendiéndose por cada fibra de su cuerpo. "En algo que me dijo mi ex."

"El cazador." No era una pregunta.

Asintió.

El azabache inspiró profundamente antes de empezar a reír. "Tu padre no podía estar más en lo correcto."

"¿A qué te refieres?"

"Él fue quien me dio la idea del geas, él sabía que era lo ideal, sino nunca olvidarías al nefilim." Dijo eso último con disgusto.

"Un geas solamente puede aplicarlo un hada."

"Eso es lo que te contaron tus 'amigos'," dijo ingresando a la habitación el Rey No-Seelie. Ignorando la desnudez de los jóvenes, prosiguió. "Coaccionados por mi lady. En realidad, hay dos tipos de geas, el que tú usaste en la chica mundana y el que el Príncipe Alexander usó en ti."

"Explícate."

"Mientras el geas de tipo afirmativo que pone un hada es el que conoces, existe el de tipo condicional donde esto no es necesario. Verás, su propósito es que el portador se enamore del que lo aplica. De hecho, pierde su efecto cuando eso sucede, pero antes busca realizar su objetivo a toda costa. Potencia la relación de estos dos y al mismo tiempo daña si es que se rompen los tabúes, lo de la fidelidad del corazón. Además, como te habrás dado cuenta, no es necesaria la con sensualidad, simplemente... Bueno, no estoy para darte una lección de magia."

Xan sentía unas lágrimas de impotencia formándose en sus ojos. Aun si su plan de unirse a la Hunt funcionaba y lograba escapar de su condición de marioneta, seguiría atrapado por el maldito geas. Aun si lograban la manera de vencer a Lucifer y su hijo sin la necesidad de ese sacrificio de su parte, nunca podría volver junto a su amor verdadero. A continuación hizo lo imposible para ahogar el grito de dolor que su cuerpo quería soltar. Observó con pánico su hombro derecho, donde una herida de al menos ocho centímetros de largo se había abierto consecuencia de sus pensamientos sobre el cazador, desvió la mirada a su padre con desprecio absoluto.

"Un geas puede elegir entre causar daño físico o emocional, no me culpes por tus sentimientos por otro," le respondió encogiéndose de hombros. "Hasta pronto, os dejo. Estoy seguro de que tienen bastante que hablar."

Apenas el Rey No-Seelie se retiró, Xan bufó y salió de la cama, con la intención de darse una ducha y tratar de olvidar todo lo ocurrido. Antes de entrar a la cabina se curó la herida, pues sabía que no iba ser muy placentero que esta recibiera el agua caliente. Sabía también que su padre tenía razón, tenía que conversar con su (¿ex?) prometido. Pero realmente la mezcla de sentimientos entre enojo y hasta vergüenza que estaba sintiendo prevaleció. Cuando salió del baño, Alec no estaba allí.

El Príncipe del Infierno se encontraba a medio camino de otra habitación. Alec sabía, cuando canceló el compromiso, que no lo hacía por mero capricho. Sí, no deseaba casarse con ese hada, pero tenía que. Si decidió cancelarlo fue debido a que quería enseñarle una lección a su prometido. Y si bien se esperaba que ahora lo tratase con más respeto, fue una completa sorpresa cuando el Rey se le había acercado con la propuesta de su tercer castigo. Al principio estaba ciertamente incrédulo con respecto al geas, pero verlo en acción eliminó cualquier duda al respecto. Era perfectamente cruel, haría que su príncipe, quisiera o no, fuera suyo en todos los aspectos. También estaba consciente de que si bien el hechizo garantizaba el enamoramiento verdadero –eliminando cualquier otro sentimiento parecido por otra persona– no lo hacía ni de la noche a la mañana, ni sin 'fundamentos', al menos así se lo había descrito el Rey No-Seelie. Y si bien no terminaba de depositar confianza alguna en él, por ahora no tenía razón para desconfiar. Entonces, había decidido para entretenerse un poco, tantear con el hada. No podía creer que estuviera pensando en algo así, pero si demostrarle alguna especie de cariño era lo que tenía que hacer para tenerlo a su merced, pues estaba dispuesto a fingir.

Al Menos Una LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora