Nueva Familia. Parte N.-2

Capítulo XVII.

Las siguientes dos semanas antes de la boda fueron de lo más llevaderas y perfectas que hayan podido tener la pareja inter-especie. Primero, en la primera semana, se veía ya una mejora en la relación entre el padre de Nick, Norman y Stu, el padre de Judy. Es como si, de algún modo, hayan concordado en algo y eso, a Bonnie, le alegraba tanto que había hecho tres banquetes seguidos cada noche a más del gran banquete que les da a sus pequeños.

Luego, fueron las fiestas antes de Navidad. En la Víspera de Navidad hubo muchos momentos divertidos. Una batalla de nieve intensa entre los hermanos menores de Judy, Kyle y Nick en la que los dos últimos terminaron mojados hasta la punta de las orejas por caer encima de los regaderos improvisados de Stu. Consiguiente a esto, la pareja inter-especie fue un momento a la ciudad para comprar sus regalos navideños y aparte, los de su familia (Unos pocos ya que no tenían para todos los doscientos setenta y cinco). Un alegre almuerzo en el café de Jumbeux y para terminar, un agradable paseo invernal por ThundraTown.

En la mañana de Navidad, fue casi tanto caos como felicidad. Los pequeños saltaban de aquí a allá por los regalos, Bonnie no podía controlarlos hasta que Santa Claus (Stu vestido del canino barrigón) entró para hacer la respectiva entrega. Lo demás fue tan agradable como divertido y tranquilo.

Solo que la felicidad es como un comercial de televisión y había que volver a la programación habitual.

Los dos padres y futuros consuegros, detrás de toda la felicidad y paz de las semanas, estaban preparando el modo para poder deshacer la boda pero nada, al menos coherente, les pasaba por la cabeza. Un ataque improvisado, había propuesto Norman. Una plaga de saltamontes, había dicho Stu. Un misil en la boda, dijeron al mismo tiempo. Eso fue lo más estúpido que habían dicho en su larga reunión después de Navidad. Pero había alguien que ya tenía su plan preparado para comenzar.

El coyote ya estaba en La Comarca y esperando a que llegara el día que sería en veinte y cuatro horas más o menos. Había monitoreado al zorro de lejos pero jamás lo había perdido de vista. Se alojaba en la Madriguera de los Hopps, una familia muy conocida en todas las Madrigueras. Sería un problema atacar en estos momentos, pensó, será mejor esperar un bueno día. Y eso era lo que estaba a punto de llegar.

Ahora se encontraban a no más de un día para la boda tan esperada. Los dos meses habían pasado tan velozmente que a la coneja le costaba creérselo. Nick, por otro lado, no había reparado en descansar a más de las noches ya que estaba terminando los últimos detalles junto a Bonnie. Tanto Nick como Judy se tenían sorpresas y no dejarían que el otro la descubriera hasta el feliz día.

―Nick. ―llamó Bonnie con voz amable―. Tendré que irme ahora, ya sabes que Judy aún no tiene su vestido y la acompañaré para que lo encuentre.

―No se preocupe ―dijo Nick―. Ya solo falta hablar con el chef para decirle la hora a la que tiene que llegar. No hay problema, vaya y encuentre el mejor vestido que haya. ―este le sonrió a Bonnie.

―Jajá, de eso no tendrás duda futuro yerno. ―Bonnie le guiñó un ojo mientras sonreía y se fue.

En eso, apareció Kyle segundos después y sin decir nada, tomó a Nick por los hombros y lo jaló con tanta fuerza que no pudo reaccionar para defenderse hasta que fue sentado en una silla de madera de las mesas puestas en el patio. Kyle lo miró de manera severa.

―Escúchame bien porque solo lo diré una vez. ¿Entendido? ―ahora las ganas de defenderse, en Nick, se habían esfumado con la mirada y la voz―. Mañana te casas con mi hermana preferida y te prometo que si no te apareces, te sacaré de donde te encuentres y te obligaré a casarte. ¿Cappichi? ―Nick solo asintió intimidado. Luego, unas risas empezaron a salir de la boca de Kyle, unas risas que se convirtieron en carcajadas hasta que fueron aminorando al recuperarse―. Debiste... ver tu cara... Nick. Ay, bueno. Ahora, necesitas un buen traje para mañana.