Heridas que aún sangran

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Sólo diré que este capítulo ha sido muy difícil de escribir XD 

Nos vemos en las notas de abajo.

Ese era uno de esos momentos en los que su mente se abstraía en el silencio y las preguntas que jamás serían formuladas, era mejor centrarse en eso que en el calor de otro cuerpo apoyado en el interior de sus piernas, o en el dolor palpitante que sentía vivo en el dorso de su brazo izquierdo, o en haber sacado una botella de caro licor que había compartido con un alumno...

No podía evitar dejar sus ojos clavados en las vendas ensangrentadas que ahora cubrían la herida, una herida que cuando sanase podría mostrar, otra herida con historia detrás.

- Profesor, – pronunció Potter junto a su pierna, con la voz bastante baja y algo ronca por la ingente cantidad de absenta que el muchacho había tomado – ¿por qué lo ha hecho?

- ¿El qué? – le preguntó a su vez.

A decir verdad, su mente no estaba lo suficientemente lúcida como para pararse a pensar o razonar a qué se refería el chico. No había más que mirarlos; Potter sentado en el suelo, con la espalda apoyada en el asiento y el costado y la cabeza a una de las piernas de Severus... ¿En qué otra situación habría permitido Severus un tipo de acercamiento así? En ninguna situación, todo era producto del alcohol. Ni siquiera era capaz de recordar cuándo Potter se había acercado tanto.

- Dijo que me lo explicaría...

- Te mentí – susurró sin arrepentimiento. Él no le debía explicaciones, pero Potter le debía muchas – ¿Por qué me salvaste?

- Lo pregunta como si no quisiera vivir – replicó el muchacho.

Severus desvió la vista a la nuca del chico. El fuego seguía crepitando enardecido, ninguno de los dos se había molestado en levantarse para recoger el atizador y devolverlo a su forma original, tampoco se habían preocupado por la marca de hollín que había dejado en suelo.

- Llevaba mucho tiempo preparado para morir. Sabía que si Señor Tenebroso no me mataba otros lo intentarían. Y sino... el ministerio me escogería a mí, la mano derecha del lord Tenebroso, como culpable por todas las atrocidades cometidas sin importar que actuase bajo las órdenes de Dumbledore.

A pesar del alcohol que nublaba su juicio, Severus sabía que se lo había explicado porque así lo había querido.

- Cumplía las órdenes de Dumbledore... – repitió el muchacho – Pero también tenía otros motivos; amaba a mi madre.

Severus suspiró, irguió el cuello hasta dejar la nuca posada en el borde del respaldo del sillón y cerró los ojos.

- Primero Dumbledore... y ahora tú – masculló. Estaba tan cansado de esas palabras que no se lo pensó demasiado –: Me malinterpretasteis. Yo jamás amé a Lily – confesó y... oh, fue toda una liberación después de tantos años manteniendo esa mentira – Mis inclinaciones sexuales son otras. Quería a tu madre, era mi amiga, no le deseaba mal alguno.

El muchacho estaba tan embriagado que apenas reaccionó a la noticia, sólo dio una mínima muestra de interés girando un poco la cabeza para mirarlo de reojo. Tenía la cara tan roja que era difícil ver una expresión clara en su rostro.

- ¿Le gustan los hombres? – le preguntó un tanto morboso.

- Los prefiero – aclaró – Las mujeres son complicadas, los hombres son más simples. El sexo... – inclinó la cabeza, como si el gesto pudiera ayudarlo a pensar con más claridad. Que tontería – Bueno, más o menos es lo mismo.

- Estoy de acuerdo con eso de que las mujeres son complicadas – coincidió Potter – Pero sobre el sexo no puedo opinar...

- Da igual – lo interrumpió Severus – No me has respondido.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora