La verdad camuflada con silencios

6.2K 629 38
                                    

Lo subo sin corregir, estoy muy cansada por lo que mañana me pasaré por los comentarios sin contestar y a echarle un vistazo al capítulo para corregir las faltas TT^TT (Esto de no tener tiempo es muy estresante) 

Nos vemos en las notas de abajo ^^



Estuvo esperando días, y también semanas, pero Potter no regresó a Hogwarts, en el aula no podía evitar mirar el hueco vacío que anteriormente ocupara el muchacho justo al lado de Granger. Ese sitio vacío, igual a como se sentía él, esperando no sabía qué, porque realmente no entendía por qué se sentía de esa manera, no comprendía esa preocupación que ya no era simplemente eso; a diario rememoraba las pocas sonrisas que había visto en el rostro de Potter años atrás, preguntándose cuándo se fijó en esos instantes, cuándo le interesaron a él esos momentos, cuándo lo había espiado para descubrir esas expresiones que ahora añoraba tanto como su propia presencia.

No hallaba tranquilidad al caminar, siempre se tranquilizaba al vagabundear por el castillo o sus terrenos, pero ahora, allá donde miraba, pretendía encontrar algo que ya no estaba ahí, y es que no podía detener a su mente, la cual se empeñaba en traer a Potter de vuelta, como si el muchacho hubiese contaminado cada ráfaga de aire, cada resquicio del castillo con su presencia; lo veía pasar por el jardín de vuelta al castillo, con su equipación de quidditch y la escoba al hombro; o saliendo de éste a escondidas para ir a la cabaña de Hagrid; lo veía aquí y allá, en cada esquina, en cada pasillo, en el Gran Comedor, en las aulas... Siempre sonriendo, siempre alegre, ajeno, inalcanzable, inexistente, un dulce recuerdo de ese niño al que se esforzó en odiar y que ahora añoraba.

A veces se descubría mirando las grietas del castillo, pensando en Potter y él mientras tanto; esas grietas... eran como cicatrices, marcas que habían quedado después de la batalla y que no pudieron arreglarse después, pero ahí seguía Hogwarts, en pie a pesar del tiempo y el daño. Y esas cicatrices siempre estarían ahí para señalar que a pesar de sufrir y aunque quede una marca después, puedes seguir adelante.

Aunque a algunos les costaría más que a otros.

Fue en uno de esos días mientras deambulaba absorto, que vio a Draco tan solo como acostumbraba desde que regresó a terminar sus estudios. El muchacho no lo había pasado mucho mejor en la guerra, lo habían obligado a hacer cosas terribles, y cuando se veía incapaz de complir las ordenes el propio lord Tenebroso lo torturaba. Decir que estaba traumatizado era quedarse corto.

- Draco – pronunció con cuidado, pero por mucha delicadeza con la que lo llamara, el muchacho respingaba asustado y bajaba la cabeza.

- Ah... Hola – lo saludó intentando reponerse, irguiéndose como si no huera pasado nada.

Severus miró a su alrededor, pues sinceramente, normalmente sus pasos lo llevaban a rincones a los que no estaba habituado y su mente se encargaba de distraerlo a tal punto, que muchas veces se sorprendía de sus largos paseos y los lugares donde aparecía al volver a la realidad.

Estaban en el séptimo piso, justo frente donde aparecía la sala de los Menesteres, y Draco miraba el lugar donde Potter y sus amigos dejaron el cuerpo del señor Vincent Crabbe después de rescatarlos.

- ¿Puedo sentarme? – el chico sencillamente se encogió de hombros – ¿Lo echas de menos? – le preguntó una vez a su lado.

- ¿El qué? ¡¿A Crabbe?! – preguntó Draco a su vez, como si Severus le hubiera dicho una barbaridad – Era un gilipollas – le respondió, y razón no le faltaba, pero su voz delataba añoranza, puede que no a la persona que murió, pero sí a la persona que conoció y de la que fue amigo – Cambió.

- Todos cambiamos – suspiró alzando la vista – Lo importante es aprender de lo que nos sucede. ¿Qué has aprendido, Draco?

- Que hay que salir corriendo mientras aún quede tiempo – murmuró el chico, y Severus volvió a suspirar – Pero eso jamás lo habría hecho usted, ¿verdad? – cuestionó a continuación – Usted fingió durante años, confabulando con Dumbledore mientras al Señor Tenebroso lo tenía totalmente engañado, haciéndolo creer que era su más fiel mortífago, su compañero y confidente, incluso su comandante más leal... Huir jamás se le pasó por la cabeza, incluso cuando supo que el Señor Tenebroso iba a matarlo, usted siguió interpretando su papel y le pasó el relevo a Potter – le dijo en un murmullo – A sus ojos tengo que ser todo un cobarde.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora