Bueno... Último capítulo XD Es cortito (sobre todo comparado con el anterior) pero creo que no me dejo nada :3
He disfrutado tanto como sufrido escribiendo este fanfic y estoy bastante contenta con él, de los Snarrys que he escrito... creo que es mi favorito XD
Los dos meses y medio de vacaciones de verano fueron extraordinarios, Severus nunca había vivido algo así, ni siquiera de adolescente tuvo ese placer, verdaderamente fue maravilloso, todo cuanto pudo haber imaginado se quedó corto, todo el miedo inicial se evaporó conforme los días pasaban, y en vez de menguar, la felicidad aumentaba.
Se levantaban tarde, un raro hábito que Severus adoptó de Harry, de esa primera noche que pasó en la casa de los Black y se despertó temprano, como siempre, pero el muchacho seguía dormido a su lado, el sol comenzaba a asomar por encima de los tejados y azoteas de Londres, su luz se colaba dentro de la habitación como un intruso, amenazando no sólo con rozar esa piel que por la noche había sido suya, sino de despertar a la persona que lo había hecho gemir hasta el cansancio, por lo que Severus se levantó de la cama, se paseó desnudo por la estancia hasta que llegó a las ventanas y corrió las tupidas cortinas, impidiendo así, que ni un solo rayo de luz osara volver a profanar el sueño de Harry, y el suyo, puesto que en cuanto volvió a tenderse a su lado cayó dormido de nuevo.
Empezaron a salir afuera a desayunar (si daba la casualidad de que ambos se despertaban temprano), almorzar o cenar, después veían películas, hablaban sobre ellas, comentaban lo que más y menos les había gustado, se llevaban hasta las tantas de la noche escuchando los vinilos de Black – el cabrón tenía buen gusto para la música, su colección de Rock e Indie era envidiable, durante esos dos años que fue un prófugo no desperdició el tiempo –, bebiendo mientras tanto, cantando, bailando... muy pegados; lento al son o desacorde con la música, en realidad les daba igual, la cuestión era sentirse, y eso les encantaba porque era un preludio. No hacía falta más que un beso, un leve roce más allá de donde la espalda pierde su nombre, inhalar el aroma, el aliento contrario... y ya estaban devorándose, echándose sobre el suelo, susurrando la letra de la canción, tarareando la melodía al compás mientras sus caderas se buscaban y la piel desnuda se reconocía a la pobre luz de las velas... Que con ellos se extinguían, justo cuando su pasión lograba calmarse.
También recibieron visitas, Ronald Weasley y Hermione Granger se pasaron un par de veces por la casa para ver a Harry, al encontrar a Severus allí, los muchachos fingieron sorpresa la primera vez que vieron al profesor de pociones, pero era evidente que ya lo sabían, seguramente Harry ya los había advertido para que no formaran mucho alboroto o no le hicieran preguntas delante suya. Andromeda también se pasó por el número 12 de Grimmauld Place, aunque su visita estaba mucho más clara que la de los prometidos; la mujer se estaba asegurando de que Harry estaba bien, obviamente, Molly Weasley le había pedido el favor. Harry no desaprovechó las horas que pudo pasar con su ahijado, realmente había hecho de menos a Teddy, y éste a su padrino también. El crío había crecido un palmo desde que no lo veían, pero no había perdido las características propias de un bebé, aunque ya había cumplido el año; ahora balbuceaba algunas palabras y daba sus primeros pasos, los deleitó con un par de temerarias carreras y voló por toda la casa con su inseparable escoba, Andromeda maldijo a Harry por el maldito regalo, al parecer en su casa el crío tampoco paraba... A Severus le pareció muy tierno, incluso sacó un par de fotografías con una vieja cámara que encontró al cotillear en el cuarto de Regulus, en el cual, con el paso de los días dejó de habitar para dormir con Harry en el cuarto de Sirius Black. No fue tan horrible como pensó, salvó por un par de fotografías que había adheridas a la pared y la infinidad de posters que mostraban a mujeres en poses muy sugerentes y bastante ligeras de ropa.
ESTÁS LEYENDO
Cicatrices
ФанфикLas huellas del silencio son visibles sólo para aquellos que saben mirar, para aquellos que también callan y reprimen el dolor, para aquellos que esconden el miedo, para aquellos que no saben sentir nada más temor.