Sentimientos que brotan

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De nuevo y como siempre, Any apareciendo a horas intempestivas para dejar constancia de que no deja el fanfic tirado xD (en España son las 4 de la madrugada...)

Bueno, vayamos al meollo del asunto, que en el capítulo anterior nos quedamos en una parte muy interesante 😏

La noche cayó sobre Londres, sobre Severus, que ya tenía las manos doloridas por golpear la puerta y la garganta resentida de llamar a Potter, sin obtener respuesta alguna, sin ver que las cortinas se movieran ni tan siquiera por la ligera casualidad de que una brisa las meciera, pero sabía que estaba allí dentro, no podía estar en otro lugar si lo que pretendía era evitar a la gente, a demás, contaba con Kreacher, quien se encargaba de proveerlo de alimentos y seguramente, estaría avisado de que no debía dejarlo entrar.

- ¡¡Potter!! – volvió a gritar con toda la fuerza de sus pulmones, aporreando la puerta nuevamente. No iba a rendirse, esta vez no – ¡¡No me iré!! ¡¿Me oyes?! ¡¡No voy a marcharme hasta que des la cara, cobarde!! – se sintió un hipócrita al insultarlo con esa palabra, pero era una realidad; él era un cobarde, pero Potter no se quedaba atrás – ¡¡Echaré la puerta abajo si hace falta!! ¡¡Esta vez no te desharás de mí hasta que no obtenga las respuestas que me debes, porque me las debes!! – espetó furioso, golpeando una y otra vez la puerta conforme las palabras salían de su boca, cada vez más roncas y precipitadas – ¡¡Me lo debes, Potter!! ¡¡Se acabaron los "no lo sé" y los jodidos silencios!!

Y el mayor silencio era aquel en el que se encontraba gritando al compás de sus golpes sobre esa madera que era tan fuerte y maciza que se estaba destrozando las palmas y los nudillos de las manos en el vano e inútil intento de derribarla a manotazos ya que Potter parecía dispuesto a ignorarlo, y eso lo encolerizaba hasta la mismísima médula; no contento con no responderle cuando pudo haberlo hecho, ahora lo ignoraba de esa manera tan hiriente, sin siquiera asomarse a las ventanas, sin dignarse, al menos, a gritarle que se fuera, que no quería verlo ni escuchar sus reclamaciones.

Severus se tomó un momento para recuperar el aliento que había perdido y darle un descanso a sus doloridas manos, se sentó en el escalón y meditó sobre el asunto, pero estaba tan enfadado que en ese preciso instante no razonaba con lucidez; Estaba ahí, frente a la puerta de la casa de los Black, ya sabía la verdad, sólo quería oírla de boca de Potter, sólo quería que él se lo dijera, que complementara la narración de Granger con su versión, con sus expresiones, con su completa y absoluta última palabra, nada le importaba más que escucharlo de él, todo. Nada le importaba más que escucharlo a él, porque al fin y al cabo era su historia, de la que Severus era partícipe aunque aún no entendía muy bien su papel y qué pudo haber hecho para provocar su huída.

Estaba muy cansado de esperar, de cada obstáculo, de los secretos... Estaba exhausto psicológicamente, torturado mentalmente aunque él mismo era el verdugo que se obligaba a pasar por todo eso. "¿Qué le importaba a él?" se preguntó; "Su vida, sus problemas, sus secretos..." se respondió. Potter podía hacer lo que quisiera, era su vida... Pero sí le importaba, siempre le había importado, más allá de las órdenes de Dumbledore, más allá de la deuda que tenía con Lily, más allá de la promesa que le hizo, la que se hizo a sí mismo cuando juró que protegería a Potter por ella y por todas las personas que no fue capaz de salvar. Ahora se daba cuenta, demasiado tarde, sí, pero ahora comprendía la determinación con la que tomó la decisión de morir cuando Dumbledore le plateó su plan después de la muerte del muchacho, ahora entendía por qué aceptó sin pensar...

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora