Mandy.
La vida es como un laberinto, aveces tienes caminos derechos, simples, que son fáciles de atravesar y cuando menos lo piensas, llega una pared que detiene tus pasos, que te avisa que no todo es tan fácil y que no vayas a creer que va a ser siempre un camino largo y sin emociones.
Porque así es la vida, un camino. Un camino en donde aveces es largo pero cuando piensas que todo va bien, te llega la sorpresa de encontrarte con una pared y tienes que pensar dos veces cual destino elegir; el de la derecha o la izquierda. Y ahí es donde te das cuenta que son tus decisiones las que te van a llevar por el buen o mal camino. Justo en ese momento, donde estas por tomar la decisión, te pones de pie y dices "¿Cual camino quiero elegir?" Y esa realidad que venías viendo en el camino largo y aburrido, era mentira. Era una farsa de la vida donde te dice que no todo es como creemos.
Pasa lo mismo con los sentimientos.
A veces creemos que todo va a estar bien. Que la persona que nos gusta o la persona que amamos siempre va a estar con nosotros y cuando abres los ojos observando a tu alrededor, no es lo que creías, no es la realidad que tú creías.
Y ahí viene la desilusión. Ahí es donde tienes que decidir si seguir cayendo, si seguir queriendo atravesar esa pared que no podemos o tomar la decisión de elegir el camino que nos está ofreciendo ese laberinto que atravesamos durante nuestra vida.
Mi vida ha sido un cambio gigante, de estar en un auto de camino a mi departamento por motivos que aún no recuerdo a estar en una camilla de un hospital por varios meses sin saber que me encontraba en coma. Es irónico, porque lo único que recuerdo son unos ojos que me miraban con un cariño que no puedo describir. Con un cariño que es imposible no olvidarlo.
Esos ojos son mi única respuesta.
Sorbí por mi nariz observando el estacionamiento a través de la ventana de la habitación del hospital. Me encantaba mirar por la ventana, ya sea un auto, el autobús o, desde que me desperté, la ventana de este lugar.
El chico que vino recién apareció en mi campo de visión. Tenía sus manos en los bolsillos de sus pantalones y caminaba a paso lento. Solté un suspiro cuando levantó su cabeza al cielo y entendí que estaba mirando la ventana en donde yo estaba mirando. Negó con su cabeza volviendo a caminar hasta que llegó a su auto, antes de entrar golpeó la rueda de este con su pie y entró al vehículo cerrando la puerta con fuerza y se marchó.
Seguí observando por la ventana cuando un ruido en la puerta me sacó de mis pensamientos. Un chico castaño entró con dos vasos humeantes y una bolsa que colgaba de su brazo derecho.
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¿Y si empezamos con un beso? ✔
Romance********** Te pierdes y luego regresas. Un inmenso dolor en tu pecho al saber que el mayor amor de tu vida está a punto de perderse para siempre, aún sabiendo que te pertenece en cuerpo y alma. Y al saber que no puedes hacer nada para regres...