-¿Todo estuvo en orden, Milla?-preguntó mi madre sin dejar de teclear en su teléfono.
Estábamos desayunando. Todo parecía estar normal y eso me pareció raro. Siempre que llegaban a casa, a la que mi madre interrogaba era a mí. Nunca entendí el por qué, ya que yo no era de las que hacía fiestas descontroladas.
Hoy tampoco estaba de ánimos y esperaba que no me buscaran conversación porque no quería hablar.
-Todo estuvo bien, como siempre.-respondió, Milla.
-¿Cómo estuviste tú, Sully?-preguntó mi padre mirándome con interés.
Y mi pequeña burbuja se reventó.
-Bien...-dije sin ganas.
-¿No hiciste nada incorrecto?-intervino mi madre, aun con el móvil en las manos, con voz tajante.
¿Todas las madres eran así, o solo la mía?
-¿Incorrecto cómo qué?-quise saber.
Tenía que mantenerme relajada porque lo último que quería era iniciar una escena.
-No lo sé, como emborracharte, drogarte e ir a un club nocturno.-dijo de inmediato.
Cálmate Sully.-me pidió mi subconsciente.-No reacciones de manera impulsiva. Respira...
-No, mamá.-respondí lo más neutral posible.
-Espero. No quiero que se repita la historia.-dijo con voz cortante.
Y tenía que sacar ese tema. En ese preciso momento.
La miré con rabia. Quería gritarle pero me contuve. Mi padre pareció notar la tensión en el ambiente.
-Tengo unos minutos libres antes de ir a la compañía. ¿Quieres que te lleve a la escuela?-me sonrió forzadamente.
Asentí sin darle importancia.
Prefería mil veces eso a continuar escuchando estupideces de mi madre.
Mi padre no era duro como ella. Solo llevaba una vida muy ocupada y no tenía tiempo para estar conmigo. Años atrás los dos nos llevábamos muy bien, aunque hubiera veces, como en las vacaciones familiares, que nos comportábamos como niños y discutíamos por quien tendría la carpa más grande. Y en casa, las veces que podíamos estar juntos, peleábamos por los dulces Wonka y las gomitas de cereza. Pero eso fue acabando poco a poco a medida que su trabajo iba aumentando y que yo fui creciendo.
-¿Estás bien?-preguntó al subirse al auto.
-Si.-mentí mirando por la ventana.
-¿Cómo...cómo te has sentido? Sé que estos días te afectan...al igual que a tu madre.-su voz sonaba nerviosa. Él aún le resultaba incomodo hablar de ello.
Hubo silencio. Me debatía en decirle, seguir tragándomelo o dar una de mis respuestas retóricas.
-Ya comienza el vacío.- dije dejando escapar un suspiro.
-Todo estará bien.- tomando mi mano y apretándola un poco.
Y se repetían las mismas palabras de Tobías. Esas que no resultan la mayoría de las veces así ¿Por qué esta vez sería diferente? ¿Cómo podía todo estar bien?
-Eso ya lo he escuchado, papá.- le dije en murmullo.
-Lo sé.-sabiendo a lo que me refería.
De nuevo el silencio. Si seguíamos a este ritmo llegaría tarde a clases.
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Problemas adolescentes
Novela Juvenil¿Se ha ido de tu vida alguien que amabas con cada parte de tu ser? ¿Sabes lo que es odiarte a ti mismo? ¿Sabes lo que se siente ser traicionado, rechazado y humillado? ¿Sentir que todo es un ciclo enfermizo? ¿Te has sentido desesperado, inútil...