Capítulo 23 "Verdad total"

111 8 0
                                    

Paseaba con Ezra, (él me había llevado a rastras a hacerlo, por al menos, un rato), por una parte de la ciudad. Estaba desierto a esta hora. Cuando, de improviso, un chico alto tropezó a Ezra; al voltearse, era Gred. Llevaba unas bolsas de compra y se aproximaba a su auto a prisa.

-¡Ezra!-le saludó sorprendido. Había estado bebiendo -¿Cómo te va?-posó sus ojos sobre mi.-No sabía que se conocieran.

-Yo tampoco.-pensé. ¿Desde cuándo ellos eran amigos?

Le sonreí a penas.

-Sí, desde hace tiempo.-no era cierto, (técnicamente, no)-¿Có...cómo estás tú? –cambió de tema.-Hacía mucho que no te veía.

-Estoy bien. Disfrutando de la vida.-agitó la bolsa. Contenía alcohol. Pero ya era fin de semana, era lógico que fuera así. Parecía como si se fuera a romper por el semejante peso de las botellas y latas.

Ezra le sonrió.

-¿Te ayudo con eso?-tomó una de las bolsas para que Gred pudiera abrir la puerta de su auto. Éste se lo agradeció, soltando risas tontas.

Yo estaba cruzada de brazos. No sé en qué momento me comenzaba a dar mala espina.

-Ahora mismo voy a casa, voy a dar una gran fiesta. ¿Se animan?

-No, no.- se negó rápidamente, Ezra. Sabía que estaba un poco ebrio.-Ya...ya yo llevo a Sully a casa.-se sentó en el asiento del piloto dejando la puerta abierta, y encendió un cigarrillo.

-¡Vamos, no sean aburridos!-insistió, soltando el humo mientras hablaba.- Será divertido. Te hace falta, Sully. Me han dicho que no has estado muy estable.

-No, estoy bien. Pero gracias por interesarte.-dije lo más cortés posible. Comenzaba a detestarlo.

-Deja de hacerte la dura, Sully.-ya había salido del auto y estaba frente a mí, a centímetros de distancia.

-Ya nos vamos, Gred.-soltó, Ezra.-Ya está oscureciendo.-se acercó lo suficiente y le miró tentativo.

El idiota aspiró de la colilla.

-No, no. No se van a ir hasta que tu novia diga que sí.-me soltó el humo en la cara. Quería asesinarlo.

-¿Podrías no hacer eso?-le dije molesta.-Si vas a contaminarte no lo hagas también con los demás.

-¿Qué? ¿Te molesta? Cuando tu hermano lo hacía, seguro que no le decías nada.-soltó con arrogancia.

Mi expresión cambió a una mueca de confusión. ¿Qué diablos estaba diciendo?

-Gred.-lo sentenció Ezra.-Basta.-podía sentir como todo su cuerpo se sentaba rápidamente.

-¿Piensas que por fumar voy a morirme? Pues, déjame decirte algo. No voy a acabar como Tobías, eres tú la que terminará igual que él, bajo tierra.-escupió con descaro.

Ezra le propino de inmediato un golpe a la cara y este se tambaleo, llevando su mano a la zona afectada.

-¡Te dije que basta!-le gritó Ezra.

Formábamos una obra teatral ridícula, sin espectadores para abuchearnos. Yo era incapaz de moverme, de hablar. Solo me quedé ahí parada con la mirada al vacío. Todo en mi cabeza era remolino de confusión pero a la misma vez de histeria. Ezra me tomó del brazo y me jaló para alejarnos.

-¿Por qué no le dices la verdad, Ezra?-gritó Gred, lo suficientemente alto para que escucháramos.

-Ezra.-logré decir en suplica.

-Solo camina.-ordenó sin mirarme.

-Sabes que no te hablará por el resto de su vida en cuanto lo sepa, así que ya deja de ocultarlo.-continuo Gred, lanzado espadas con cada palabra que dejaba salir de sus labios.

-Erza ¿qué sucede?-volví a hablarle.

No me soltó. Llegábamos al Central Park y nos adéntranos.

-¿Podrías explicarme lo que sucedió allá?-le pedí, comenzando a molestarme.

-Nada.-respondió con sequedad, mirando el camino. Estaba a punto de explotar de impaciencia y desconcierto.

-Dime la verdad.-me solté bruscamente de su agarre y me detuve. Habíamos legado a la zona de árboles torcidos. Mis mejillas ardían de rabia.

-Nada, ya te lo dije. Gred es un idiota que no sabe de lo que habla.

-Pues, eso no es lo que parecía... ¿Por qué...por qué mencionó a mi hermano?

Rascó su nuca en un acto de nerviosismo. Cerró sus ojos, como si tratara de ordenar las ideas en su cabeza. Los volvió a abrir y me miró inexpresivo, pero sus ojos, esos ojos me decían que había algo que no me había dicho.

-Por favor.-volví a decirle. Mi tono de voz se redujo a un murmullo.-Dime la verdad...mi corazón y yo sobreviviremos a esto.-puse mi mano sobre la suya. Él volvió a mirarme. Sus ojos estaban ya cristalizados.

******************

-Tobías y yo estudiamos juntos en la universidad. Conocimos a Gred ahí, pero él pronto abandonó la universidad porque según él, no era lo suyo. Tobías y yo éramos mejores amigos. Él era asombroso, pero tras su risa y entusiasmo, había una sonrisa rota y una vida triste. Un día, tras haberlo buscado por todos lados para darle una noticia, lo encontré en la azotea de uno de los edificios, lo hallé llorando, algo que jamás me había imaginado de él. Había recibido una carta tuya, en la que le decías que estabas sumamente triste, que tenías miedo. Querías que él regresara a casa y te protegiera. Él ya me había hablado mucho de ti, vi una fotografía en la que estaban los dos juntos, felices. Tampoco esperaba, después de que Tobías por fin me contara lo que estaba pasando en esa casa, que sus vidas fueran tan miserables. En ese tiempo, mis padres estaban de viaje y murieron en un terremoto, así que...Tobías y yo, por tratar de ahuyentar el dolor, y el olor a muerte, nos consumimos en las drogas. Éramos seres tristes y decadentes. No hayamos otra forma de sopesar la frustración. Pero todo se fue de control.-hizo una pausa. Una lágrima rodó por su mejilla izquierda.-Tobías se excedió una noche, soltaba alaridos de aflicción.... se sentía impotente de que no podía sacarte aún de ahí, de ese infierno, y fue cuando, lo encontré tirado en el suelo, desmayado. Tenía mucho miedo, temía lo peor. Y lo llevé al hospital.

Estuve sin decir palabra. Digiriendo cada palabra lentamente.

-¿Por qué no fuiste al funeral?

-No pude. No podía llegar a tu casa como si nada y decir que era el pésimo amigo de Tobías. No podía ir al cementerio y ver como lo enterraban. Simplemente no podía soportarlo. Le había dado la espalda a tu hermano, lo dejé en ese hospital y me largué como un cobarde, porque no quería ir a la cárcel, no me quedé ahí hasta el final. Y tal vez fue mi culpa, tal vez si hubiera hecho todo lo que estaba a mi alcance, si fuera llegado unos minutos antes, él estaría vivo.-sus ojos era una cascada.-Deberías odiarme.-se sorbió la nariz.-No te culparía...no podía creer que un chico de tan buen corazón ya no estaría más en este mundo, por haberse destruido de esa forma.

Acune su rostro en mis manos y lo obligué a mirarme.

-No es tu culpa.-le dije sollozando.-No la es...y...y yo no...no te odio.

Lo abrace y sentí sus latidos en su pecho. Lloramos juntos, él me abrazaba fuerte.

-Sully, perdóname...por favor, perdóname.-pidió entre sollozos.

Problemas adolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora