Capítulo 13 "Basta"

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Pasaron algunos días sin importancia. Lleve el auto al taller, casi me da un infarto con el precio que me propuso el mecánico, idee en mi cabeza qué podría decirle a mi padre para no le diera un paro cardíaco al ver la cuenta de la tarjeta de crédito que me dio. Aunque el dinero en mi familia nunca ha sido un problema, conozco a mi padre y sé que eso pasará. Y en mi mente rondaba una y otra vez "No debe enterarse, no debe saberlo".

Y en la escuela murmuraban a cada minuto estupideces sobre mí. Sí. Nada importante en realidad pasó.

Me encontraba en la entrada de la escuela. Ya todos se habían ido.

-¡Sully!-me llamaron. Coloque mi mejor expresión neutral y giré.

A la chingada.

-Hola.-me saludo Sara.

Una sensación de vergüenza me invadió. La última vez, mi trato hacia ella no fue el más agradable que digamos.

-La profesora de literatura me pidió que te entregara tu ensayo.-me tendió la carpeta.

-Gracias.-la tomé.

-Ya entendí porque dice que eres la mejor de su clase.-sonrió y continuó caminando.

Abrí la carpeta y a un costado de la hoja de visualizaba un 10 encerrado en un círculo.

Era la mejor de su clase porque no escribía bobas historias clichés o irreales; más bien creo que era demasiado sincera en mis ensayos. Más de lo que debería. Más de lo que era en la vida real.

Caminé detrás de ella guardando una distancia prudente.

-¿Te llevo a casa?-se escuchó de nuevo su voz. Al notar que no conteste en un lapso de tiempo, volteó a mirarme.-Y no es molestia.-aclaró.

¿Cómo podía seguir siendo tan dulce después de todo?

-No te preocupes.-dije casi para mí misma.

-Vamos...te llevo.

Y así es como entré a su auto, con nerviosismo extremo. Haciendo plegarias internas para que no tocara ningún tema que me incomodara, es decir, que no hablara en absoluto.

-¿Cuando está listo el auto?-dijo en el camino, después de indicarle la dirección (una cuadra antes del hotel. No me apetecía darle explicaciones por si preguntaba.)

-En dos semanas.

Silencio.

-Gracias por traerme.-dije sin mirarla al detenerse el auto frente un pequeño edificio.

-No hay de qué... ¿Sully?

Me detuve al abrir la puerta.

-Serás una gran escritora.

La idea no era mala.

Asentí. Salí del auto y este arrancó.

Me dirigí al café más cercano y pedí un cappuccino. Llamé a mi padre. No sabía exactamente el por qué, pero quería verlo.

- Estaré ahí en 5 minutos.-dijo al otro lado de la línea.

Mientras, mi mente maquinaba un sinuoso plan que contenía diálogos posiblemente creíbles. Al tiempo transcurrido, vi a mi padre dentro del café, buscando con la mirada, al verme, camino hasta mí, me besó la frente y se sentó.

-Oye...-dije después de un rato de hablar de trivialidades, mirando mi café.- Quería decirte que necesito comprar unas cosas así que gastaré tal vez un poco más...de la cuenta.-trataba de no sonar nerviosa.

Problemas adolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora