08.

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Después del ensayo iría a probarme vestidos, mamá había hecho una cita en una de las mejores tiendas del pueblo para que yo lograra conseguir un vestido personalizado, supongo que ella había estado ahorrando toda su vida para este momento, por ella podría ir a mi graduación en pijama.

Salí de mi casa y me dirigí hasta la parada del autobús, necesitaba salir por lo menos una hora antes para poder llegar a tiempo a los ensayos, por eso odiaba que mamá no me llevara, quiero decir, aunque fuera incómodo todavía era menos tiempo desperdiciado.

Me senté en la banca vacía y esperé con paciencia, hasta que por fin llegó y pude subirme al transporte.

Mamá estaba cubriendo turnos extras como loca desde el fin de semana pasado, había dicho que tenía que trabajar tantas horas como fuera posible para que se lo reconocieran y la pudieran ascender, ¿qué tortura era esa?

Mientras el autobús avanzaba veía como se llenaba de personas en cada parada que hacía. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no me di cuenta de lo rápido que pasó el tiempo.

[...]

Una vez dentro me dediqué a repasar los pasos del baile sola, Isaac no había llegado, así que las miradas de las chicas no se hicieron esperar, parecía que todas ya sabían que Isaac sería mi pareja y eso les parecía un poco imposible por eso estaban expectantes, pero supongo que no les di el gusto <o tal vez si>, el verme sola hizo que varias no creyeran que él era realmente mi pareja de baile.

Estaba un poco molesta, el día anterior Isaac dijo que vendría a ensayar, pero por como iba todo no creía que fuese verdad.

Mientras miraba el suelo escuché murmullos cerca mío, que pronto se intensificaron. Mi mirada se dirigió a la gran entrada del salón.

Isaac llegó con una confianza que iluminaba el lugar, como si hubiera llegado a la hora correcta, porque no parecía importarle que tan tarde llegó.

Las chicas, al verlo entrar, no pudieron evitar dejar de hablar entre ellas. Sus susurros llenaron el salón mientras lo observaban, sus ojos iluminándose con admiración. Algunas se giraban con indignación. Yo las entendía chicas.

Isaac, ajeno a las miradas, se dirigió hacía mi con una sonrisa cálida, listo para el ensayo. Su presencia no solo capturó la atención del público, sino que también captó la mía, su presencia era abrumadora.

—Lo siento, el coche se atascó. —Soltó una risita.

—Está bien, me alegra que llegaras. —Respondí.

Mientras Isaac y yo nos colocábamos en posición, sentí la emoción en el aire. Le expliqué los primeros pasos:

—Primero, coloca tu mano en mi cintura y yo pondré la mía en tu hombro. Mantén la espalda recta. —Comenzamos a movernos, dando pequeños pasos al compás de la música. —Ahora, da un paso hacia adelante, y yo haré lo mismo hacia atrás. —le dije.

—¿Lo estoy haciendo bien? —dijo siguiendo mis instrucciones.

—Perfecto. —asentí con una sonrisa. —Ahora cuando me guíe a la izquierda, sigue el ritmo y deja que tu cuerpo fluya. —le sugerí, sintiendo la cercanía entre nosotros. Cada giro y cada paso se sentían naturales, y el roce de nuestras manos hacía que me desconcentrara un poco.

Mientras bailábamos, la cercanía de Isaac me hacía sentir una mezcla de emoción y nervios. Su calidez era palpable, y la conexión que estábamos creando me llenaba de alegría. No pude evitar sonreír mientras lo miraba a los ojos.

—¿Sabías que bailas como un profesional?. —Le dije en tono burlón.

—Solo estoy tratando de no pisarte. —respondió, riéndose. —Cuando domine eso, incluso te cobraré.

Trataré de no hacerte perder la concentración. No quiero que te caigas. —bromeé, sintiendo cómo la risa fluía entre nosotros.

—Con tu increíble habilidad para enseñarme, eso no va a pasar. —dijo, inclinándose un poco más cerca. —Aunque, si me sigues haciendo reír, quizás me distraiga.

Suspiré, la tranquilidad se podía sentir en el aire. Definitivamente esto era lo que necesitaba para que las clases de baile me gustaran un poco más.

[...]

Después de los ensayos, finalmente nos dirigimos a la tienda para probarme los vestidos, Isaac accedió a acompañarme.

Al entrar, el ambiente era cálido y acogedor, con luces suaves que iluminaban las telas exquisitas.

—Este lugar es impresionante. —le dije a Isaac.—Debo admitirlo aunque no vaya con mis ideas y estilo.

—Estamos de acuerdo. Quizás podríamos pedir que vuelvan los valores tradicionales después de esto. —Ambos comenzamos a reír.

Después de probarme varios vestidos, finalmente elegí uno que me hizo sentir especial: un vestido largo de encaje con un tono suave que caía elegantemente. Cuando salí del probador, la mirada de Isaac se detuvo en mí.

Su expresión cambió. Miraba el vestido con asombro, y por un momento, su torpeza habitual se desvaneció, reemplazada por una admiración sincera.

—Wow... —fue todo lo que logró decir, sus ojos brillando mientras recorrían cada detalle del vestido. —Te ves... increíble, quiero decir, ese vestido si que es lindo.

Intenté contener la risa al verlo tan fuera de lugar.

—¿Increíble? ¿Solo eso? —bromeé, disfrutando de su evidente desconcierto.

—Es perfecto para ti. No sé qué más decir. —La torpeza en sus palabras me hizo reír. Su mirada sincera y la forma en que le impresionó aquel vestido, me hizo decidirme por aquella prenda.

Mientras me miraba en el espejo, la costurera se acercó para hacer los últimos ajustes al vestido. Con cuidado, ajustó las costuras y tomó notas sobre la longitud de la falda.

—Solo un par de centímetros más aquí, y esto estará perfecto. —dijo con una sonrisa.

—Es hermoso, gracias —le respondí, sintiéndome emocionada.

—Mi mamá se encargará de todos los pagos. Ella vendrá a recoger el vestido también.

—He escuchado eso, no se preocupe señorita, en cuanto este listo nosotras llamaremos.

—Muchas gracias.

—A ti. —La costurera asintió, agradecida, y siguió trabajando con precisión.

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⏰ Última actualización: Oct 13 ⏰

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¿Cómo llegar a un Walter? | Isaac GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora