30. El chihuahua y el emperador (niños)

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En aquel evento habían muchos niños, era un gran parque en donde habían distintos puestos, era como una gran feria pero con el objetivo de que los niños caminaran con tranquilidad, pidiendo dulces a cada puesto que veían. 

Muchos grandes empresarios se habían juntado y habían creado ese tipo de eventos alrededor del país, todo con tal de que los niños tuvieran una convivencia sana entre sí y que sus padres no se preocuparan porque algo les pasara. 

Algo como Halloween no era celebrado en Japón, pero gracias a todas las películas de Hollywood, ahora los niños querían hacer lo mismo y las leyes de Japón no permitían aquello. Así que, uno de los empresarios más reconocidos, para cumplir el capricho de su único hijo y de su obstinada esposa, creo aquel evento para que no solo su hijo fuera feliz, sino que también todos los niños que pudieran asistir. 

La entrada era gratuita, solamente debían llevar como donación, una bolsa de dulces mínimo y esto era para que no faltaran dulces y todos los niños pudieran tener un poco. 

Así que ahí estaba, una mujer con cabello negro y lentes oscuros, vestida de manera casual pero con un porte increíble. El pequeño de cabello negro y ojos rojos llevaba un kimono bastante llamativo, tenía toques rojos y dorados, era un pequeño emperador sin duda alguna. 


— Nosotros queremos donar esto - mostró la mujer un pequeño carrito con, al menos, tres bolsas grandes de dulces 

— ¿Está segura? - cuestionó el hombre impresionado, usualmente las personas llevaban bolsas pequeñas 

— Sí, eso estaría bien - asintió con una sonrisa 

— Muchisimas gracias, por favor pase adelante - hizo una pequeña reverencia y le permitió el paso 


En aquel parque estaban los niños corriendo de un lado a otro, algunos "asustando" a otros con sus ingeniosos trajes, mientras que otros simplemente estaban haciendo intercambio de dulces, dando los que no les gustaban y recibiendo sus favoritos. 

Era un buen ambiente y sabía que su hijo necesitaba aquello, no podía mantenerlo en la mansión por siempre. 


— Bien, Sei - asintió la mujer quitándose los lentes mostrando sus encantadores ojos rojos, pero de un color más parecido al fucsia 

— ¿Sí? - cuestionó con seriedad pero no pudiendo ocultar su curiosidad 

— Vamos a buscar un lugar, en ese lugar yo te esperaré y tu podrás jugar todo lo que quieras ¿te parece? - cuestionó con una sonrisa 

— ¿No me acompañaras? - cuestionó sorprendido y un poco asustado 

— Este lugar es seguro ¿ves a todos los niños? - señalo a su alrededor recibiendo un asentimiento por parte de su hijo - Bueno, todos están aquí para jugar y pedir dulces, tu puedes hacer lo mismo. Yo estaré aquí siempre que me necesites 

— ¿Papá no se enojará? - cuestionó con un pequeño puchero 

— ¡Por supuesto que no! - negó con una sonrisa - Si lo hace, yo me encargaré de él, así que no te preocupes 

— Bien - asintió con una pequeña sonrisa 

— Perfecto, entonces vamos a buscar un lugar para que mamá pueda sentarse - sonrió con cariño 


Ambos caminaron un poco por el parque, la mujer le explicaba a su hijo como debía pedir dulces y también le decía que debía agradecer. Entre eso y algunas advertencias, pronto encontraron una parte del parque en donde había un gran kiosco, era como un gran café en donde muchos padres de familia estaban observando a sus hijos. Incluso algunas parejas estaban sentadas en el pasto esperando a sus hijos. 

Un mes AkaFuri (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora