19. El Santo (vampiros)

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Akashi Seijuuro el rey y líder de los vampiros se encontraba nuevamente en aquel reino santo. No sabía porque los humanos eran tan estúpidos, bueno no lo eran todos, pero la mayoría en aquel reino preferían creer en un Dios falso a simplemente creer en sí mismos.

Entendía el punto que tuvieron los humanos mucho tiempo atrás, ellos habían querido tener una manera en que los humanos pudieran seguir adelante sin caer en la locura, alguien que los pudiera guiar y así seguir avanzando como hasta ese momento.

Sin embargo, aquella táctica era un arma de doble filo, porque con el tiempo las personas a cargo de enseñar la palabra de ese dios, comenzaron a cambiar y la codicia comenzó a nublar sus juicios.

Debido a eso, la guerra entre ese reino y su aquelarre comenzó a crecer día con día. Esos humanos eran demasiado intolerantes con cualquier cosa que no entendieran, sabía que cualquier otra criatura sobrenatural tenía el mismo problema. Tenía amigos en todas partes y ellos mismos daban testimonio de ello.

Aquel reino humano era bastante estúpido, aunque debía admitir que a veces le sorprendían.

Los vampiros como él, eran sumamente superiores, no habían muchas cosas que lograran matarlo, tan solo si era una herida mortal en el cerebro o directo en el corazón, solo con eso podía morir. Pero claro, era demasiado dificil lograr hacerle daño, las drogas no funcionaban en su sistema, los venenos tampoco, una bala o algún arma no lograba darle porque él era mucho más rápido.

Incluso si eso no fuera suficiente, tenía el "Ojo del Emperador" y ese mismo ojo no era más que visiones sobre un posible futuro. Tenía visiones recurrentemente, a veces por decisión propia y otras tantas era simplemente inevitable para él tenerlas.

Con eso lograba saber los próximos movimientos de sus adversarios, debido a eso sabía que su copa contenía vino, no le importaba, la bebería igual porque el veneno no le afectaba. Ni siquiera el veneno de algún cambia formas serpiente, incluso era un manjar para los vampiros y constantemente compraban ese tipo de veneno a los cambia formas serpiente.

Sin embargo, había algo que jamás vio venir. Aquel ser celestial que bajaba por aquellas enormes escaleras de marmol, con una túnica sobre su cuerpo, delineando bastante bien su figura. Su cabello castaño y sus ojos, todo en él era hermoso. Incluso si se veía nervioso en su presencia, al olisquear el aire pudo saber que aquella esencia dulce era suya, era como frutillas, dulces frutillas de aquellas que a él le gustaba comer de vez en cuando.

Sus colmillos crecieron sin darse cuenta y sus ojos cambiaron levemente, el chico se asustó al verlo, pero también pudo ver curiosidad en aquellos hermosos ojos. Oh, si existía un Dios, probablemente ese era su hijo y Akashi estaba dispuesto a robarlo.


- Rey Akashi, este es el Santo Kouki - señalo con una gran sonrisa

- Es un placer, su majestad - saludó Kouki con una sonrisa

- Es un placer también, Kouki - sonrió con coquetería, avergonzando al santo y molestando a los demás humanos

- Su santidad está aquí para comer - interrumpió el sacerdote que los había presentado - Así que pasemos a la mesa


En toda la velada, Akashi no pudo apartar su mirada de aquel santo frente a sus ojos. No sabía que tenía de especial para ser llamado santo pero creía que solo su belleza era suficiente para catalogarlo como un ángel o al menos de aquellos que los humanos habían creado.

Akashi debía estar un tiempo en aquel lugar, tenía muchas juntas con los regentes de aquel reino, constantemente habían cenas y pequeñas fiestas a las que debía asistir, ni hablar de las constantes reuniones. Todo era demasiado pesado y comenzaba a hartar al vampiro, porque sabía que lo hacían con intenciones de agotarlo mentalmente, todo era para que bajara la guardia y así ellos pudieran atacar.

Un mes AkaFuri (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora