Tienen que hablar

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La mujer que abrió la puerta lo miró con sorpresa, Rafael pensó que tal vez se había equivocado de dirección porque a esa chica joven no la conocía.
-¿Quien es?- una voz más conocida se escuchó desde atrás y una mujer más adulta, ya con algunas canas sobre su cabello negro se acercó a la entrada -Oh, Rafael- la madre de Fabián alzó las cejas -Hace mucho que no te veía, estás más alto- sonrío -Ven, puedes pasar. Adam y Fabián están en el comedor- dijo con suavidad, sonando cortés.
La chica más joven murmuró un hola antes de caminar hacia adentro de nuevo, poniendo casi de manera inconsciente su mano sobre su barriga. El más joven supuso en seguida que ella debería ser la cuñada de Fabián.
-Hola señora- saludo al fin si estar tan seguro de entrar, pero al final lo hizo y la dama cerró la puerta atrás de él -Vine a hablar con Fabian- murmuró tratando de sonar seguro -¿Podría decirle que estoy aquí?- sonaba como que si fuera algo de negocios, suspiró nervioso mirando el suelo. La mujer lo miro con sus ojos color chocolate y arqueo una ceja con cuidado.
-No seas tímido, Rafa, ven a la cocina con nosotros. Así de paso conoces a Adam- dijo palmeando la espalda del menor quien se mordió el labio para no decir que ya lo conocía y no quería conocerlo más de lo que ya lo hacía. Rafael terminó por asentir algo incomodo y siguió a la mujer hacia la cocina.
La chica joven estaba hablando con un hombre con rasgos parecidos a Fabian, pero como más adultos y duros, Rafael enseguida reconoció al hermano mayor de su amigo.
Fabián estaba sentado en una silla apoyado en la mesa de la cocina con Adam sentado en otra a su lado y reían de algo.
-Vino Rafael, queridos- habló la dama en tono alto para que la escucharan.
Rafael clavó su mirada en el suelo sin poder ver como lo miraba Fabian, realmente no quería saberlo. Algunos mechones castaños cayeron sobre su rostro mientras se mordía el labio.
-Wow ¡Fabián, tu ex vino a verte!- exclamó el chico mayor de la sala como que si el pelinegro no estuviera ahí, casi conteniendo la risa. En seguida los colores subieron al rostro del menor haciéndolo levantar la mirada.
Adam tenía la ceja arqueada y lo miraba casi de arriba a abajo, algo curioso.
Fabian no lo miraba, solo miraba a un vaso con gaseosa que tenía en su mano, pero luego volvió su mirada a Rafael sonriendo con esa sonrisa que estaba casi siempre plasmada en su rostro.
-Creo que los chicos seguramente tienen que hablar- murmuró algo tímida la mujer más joven -nosotros podríamos ir a ordenar las cosas en la azotea-
-Apoyo es, no se tomen toda la gaseosa y no se tiren cosas por favor- dijo de manera bromista el chico mayor bastante divertido, la joven rodó los ojos riendo un poco.
-Es una gran idea- asintió la madre de Fabián -¿Adam, nos acompañas?- sonrió mirando al chico de ojos mieles. El castaño claro miró a Fabián como preguntándole si quería que se quedara pero este hizo una seña como de "ve, no hay problema".
Pronto todos los demás salieron rápidamente por la puerta para ir hacia la azotea.
Rafael y Fabián quedaron en silencio unos segundos.

Caminos Separados II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora