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"Siempre haciendo maldades, pero siendo bueno

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"Siempre haciendo maldades, pero siendo bueno.
Siempre siendo ignorado, siempre siendo sincero."






Frío siempre se caracterizó por ser un chico tranquilo y algo antipático. Le gustaba realizar caminatas sin sentido y prefería mantenerse lo más alejado posible de su hogar.

Una de las razones por la cual él odiaba estar dentro de su casa era la presencia de la mujer que le había dado la vida. Ella que era su mamá desde tiempos inmemoriales para él, parecía no quererlo. No lo quería por el mero hecho de ser quién y cómo era.

Cuando era más chico, allá hacia quince años atrás, Frio alguna vez había sentido el borroso afecto de su madre. Un cariño verdadero que le había durado menos que poco y que le dejó más de un hueco en lo que antes pudo llamar corazón.

Mientras los años pasaban, el odio de su progenitora iba en aumento y eso también ocurría con él, pero de una forma más dolida y mucho más sentida de la que su mamá podría llegar a sentir. Por lo que no era de extrañar que el trato maternal de aquella señora le causará tanta...no podía denominarlo como repulsión, pero sí como algo que se relacionaba con el rechazo. Quería huir del local, salir y tomar aire, encerrarse en su burbuja de soledad y quedarse ahí hasta que el mundo explotara de calor...y él no.

El sonido de los cascabeles había anunciado la presencia de una chica vestida con un uniforme muy parecido al escolar, que masticaba chicle con la boca abierta. Lo miró y fue directo hacia él.

Bastante extraño.

— ¿Qué piensa del verano?

No contestó.

— ¿Qué piensa de la gente?

Frío se giró para tomar su primer té, pero la dueña lo interrumpió.

—Se debe pedir un deseo, no sea maleducado.

Él la miró con el ceño fruncido, gesto que se podría encontrar fácilmente en chicos caprichosos pero de blando corazón, pero siguió su consejo. Abrió la boca para hablar, pero la mujer lo volvió a interrumpir.

—No, sólo es para vos.

Frío suspiró y accedió. El deseo fue pedido con el primer trago de té y lo desprevenido llegó a Corazón Roto, tan rápido como la intruso del local se fue.









Tazas de té en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora