Lies.

Mentiras.

Todo.

Absolutamente todo lo que conocía en esta vida eran puras mentiras.

Desde que era pequeño, todo el mundo me las decía, absolutamente todos, había crecido en un lugar lleno de ellas, aquellas voces que me repetían día y noche que yo no valía para nada. 

Aquellas voces me ayudaban a ver la verdad, ahora mismo, tal vez estees confundido por lo que digo, pero me ayudaban a ver la verdad ya que cada cumplido hecho por cualquier familiar que tuviese eran mentiras. 

Las voces me contaban sobre los murmullos detras de las paredes. Hablando mal de mi, burlándose de mi, insultándome, dejandome de lado, como si fuera divertido mostrarme una realidad diferente a la que tenía, mostrandome cariño que no era real.

Cuando eso, era un mocoso con miedo. 

Ahora crecí un poco, algo que en verdad no me agradaba, mudarme de nuevo a otra escuela, sabotear mis sueños e ilusiones. De nuevo.

Una vez más, estaba perdido. 

Mientras el peso de las miradas se posaban en mí, todo el odio y la desesperación afloraron de nuevo, tenía ganas de golpear a alguien hasta desfigurarle la cara. Ni siquiera era uno de mis días malhumorados y ya me sentía asi. 

Mientras mis llaveros se golpeaban contra mis pins, pude oler algo maravilloso.

Olía a chico, pero no a cualquier chico, era uno que olía a la costa del mar donde solía ir con la unica persona que nunca me había mentido. Mi madre.

El olor a una costa de Italia, donde el sonido de un violín y el suave canto de una mujer se oía hasta las grandes montañas más allá de mi percepción. 

Casi podia oír la suave y amable voz de mi madre hablandome en italiano, ''Ma Nico mio caro...''.

Alze mi vista un tanto confundido por haber sentido tantas cosas en un solo instante. Unos preciosos ojos verdes como brillantes esmeraldas posaron sus ojos en mi negros y vacíos ojos, mirandome como si estuviera sorprendido tambien. 

Mientras recobraba mi valentía como para no romperme en llanto allí mismo, empece a pensar con fuerza.

Toda mi vida creí...que el mundo podia ser un lugar terrible, incluso las personas.

En especial los chicos, eran los principales villanos en esta historia sin fin. pero aquel chico y esos ojos verdes de mar, me convencieron de una realidad diferente.

Tal vez, este mundo no era tan terrible.

No era tan mentiroso.

Este horrible y hermoso mundo donde me tocaba vivir, acababa de mostrarme esta realidad, acababa de mostrarme a un hermoso ángel.

Desde hoy, debía empezar a ver el mundo de otra manera, de verla con algo más de alegría.

lo intentaría.