Lies.

Percy.

Jadeaba y sollozaba con desesperación mientras cruzaba toda Manhattan para ver a Percy, eran como 10 o 20 cuadras, acarreaba conmigo dos grandes mochilas y estaba seguro de que no quería regresar, no lo haría jamás.
Ella estaba embarazada, el padre del bebé dentro de ella lo abandonó, le dijo que no se haría cargo de aquella "Molestia", estaba harto de que me echase la culpa por algo en lo que ella erró.
Miré los arboles, las fachadas de las casas, alguna de esas era, estaba seguro.
Ugh, no lo estaba.
Me senté en un banco cerca de allí, para desesperarme de nuevo.
Ya no tenía casa.
Ya no tenía familia.
No podía encontrar a Percy.
Me sentía solo.
Me abracé las rodillas para llorar en silencio, pensando en qué haría ahora, qué haría con mis estudios, qué haría con mi vida.
Entonces, alguien tocó mi cabeza, con suavidad, con ternura, levanté la vista y una hermosa mujer estaba mirandome con amor de madre.

-¿Estas perdido?

Sonrió con ternura, sus preciosos ojos brillantes y su pelo castaño la hacia verse tan joven, tan hermosa, estaba seguro de que alguna diosa se apiadó de mi y ahora estaba ayudandome.

-E-Estoy...Estoy buscando a un chico, necesito su ayuda...

-¿Como se llama? A lo mejor es de este barrio.

-S-Si, es de este barrio...

Saqué la pequeña instantanea que tenía con él.
-Se llama P-Percy Jackson...

Ella sonrió con amplitud y tomó mi mano.

-Vamos, sé donde vive.

Me levanté y tomé mis cosas, veía que la mujer llevaba bolsas de algún supermercado, me ofrecí para ayudarla, pero ella se negó.

-Ya acarreas lo suficiente...-se detuvo al no conocer mi nombre.

-Nico. Me llamo Nico...

Ella asintió y caminó a paso despreocupado, confiaba en ella, por alguna razón, la veía como mi madre, era tan amorosa, tan suave, tan tierna, como si estuviera dispuesta a dar la vida por sus niños.
Al apartar la vista, me dediqué a ver el cielo, hoy era un lindo día, uno perfecto para ir al parque con Percy y tomar algunos helados, era un perfecto día para abrazarlo y sentirlo a mi lado.

-Lo extraño-pensé en voz alta.

-¿A quien?-preguntó con suavidad.

Me ruboricé de la sorpresa, pero luego suspiré.

-A Percy, él...dioses, él me ayudó tanto, lo sigue haciendo, es como si fuera un ángel para mi, no puedo...no quiero estar alejado de él nunca.

Mis lagrimas salieron solas, estaba triste, estaba solo, vacío sin él.

-¿Lo amas?

-No quiero incomodarla, estoy seguro de que eso está mal. Que se quede allí.

-¿Porque debería estar mal amar?-se detuvo.

Me miró a mis ojos, dejando las bolsas en el piso, sus ojos, me miraron con poder, como si de verdad hubiera dicho algo malo.

-Todos podemos amar a quien quisiesemos, el amor es para todos, ¿No es asi, querido?-limpió mis lagrimas.

Sonrió con ternura y luego volvió a tomar sus bolsas, para caminar un poco más, nos detuvimos en un pequeño apartamento de tres plantas, al mirar en la del medio, un joven estaba yendo de aqui para allá con cajas y herramientas.
Ahi, reconocí su rostro, y la casa, era la de Percy.

-Es aqui, pasemos..

-Per..

-Yo vivo aquí, tranquilo cariño.

Abrió la puerta, estaba nervioso y mi corazón latía con fuerza, estaba euforico por pedirle ayuda a Percy, de verdad lo estaba, queria verlo, abrazarlo, besarlo, sentirlo.
Llegamos al piso y ella abrió la puerta.

-Percy, ya llegué, traje a un amigo.

-¡Bueno, mamá..! Espera, ¿Amigo?

¿Mamá? Esperen, ¿Era la madre de Percy?
Habia venido tan solo una vez a su casa y su madre no se encontraba en todo el día, es por eso que el accidente ocurrió pero..

-¿A quien te en...?

-Percy...

Mis ojos se humedecieron de la felicidad, me tiré sobre él y ya nada importaba, ya no importaba nada más que nosotros en ese maldito momento.

-Asi que, Nico es tu chico especial-dijo la señora Jackson.

-Oops, tenemos que hablar, ¿Verdad?

Ella pasó su mano por el pelo de Percy con ternura y luego se dirigió a la cocina.

-Percy, necesito que...me ayudes, yo..mi casa, hermana...me echó y yo...no sé-dije en medio de sollozos.

-Tranquilo, solo, tranquilizate, deja que lleve tus cosas arriba y que tomemos algo, ¿Está bien? Dime que te gusta la limonada.

-Me gustas tú.

Sonrió y besó mis labios con ternura, para luego separarse y tomar mis cosas.