Lies.

El país con humo y desgracia.

Desde que era pequeño vivía  en aquel hermoso pueblo en Venecia, sentía que algo andaba mal en mi. 

Mi familia constantemente intentaba manejarme a su gusto, poniendome en situaciones que no me agradaban ya que, era el único chico de la familia, y el único que podia sacar a relucir el nombre de los Di Angelo. 

Dando predicciones al futuro, mi familia opinaba sobre lo que era mejor para mi, lo que era mejor para tener éxito en esta vida. ''Seras un empresario...'' ''Seras un hombre de negocios'' ''Un abogado'' ''Tal vez médico'', siempre quisieron que yo fuese alguien adinerado.

Querían que dejara grandes herencias millonarias, que tuviera el mundo en mis manos con el dinero.

Pero yo no era alguna especie de Rockefeller, yo era un niño que solamente le gustaba admirar el arte de otros, el arte que poseía mi madre con el violín, el arte que poseía mi hermana con cada cuadro que hacía, el arte me provocaba una inmensa paz y tranquilidad. 

Quería ser un artista. 

Desde ahí, comenzaron los problemas, y hubieron tantos que tuvimos que mudarnos a Estados Unidos. Desde ahí, comenzó mi fobia a despertarme cada mañana y no ver el prado que teníamos en aquel pueblo, mi fobia de ver tantas paredes, tanto humo, tanta...desgracia.

No salía de mi casa, ni siquiera quería salir de mi habitación por miedo a todos, tantas críticas en un solo verano, tanto estrés  para un chico de 14 años .

En todo ese verano, medité tanto que llegué a la conclusión de que no dejaría herencia alguna para mi familia, me agradaban los chicos más de lo que esperaba, estaba...enamorado de ellos. 

Y más del embriagador sonido de su gruesa risa.

 —¿Como te llamas?—El chico mar me saco de mis pensamientos. 

Lo miré un tanto sonrojado, y apartando la vista, le dije mi nombre.

—Nico Di Angelo, ¿y tú?

—Percy Jackson—sonrió.

me quede mirandolo mientras leía algo en su teléfono celular y sonreía con ternura. 

—Encontre nuestra clase. Vamos.

Al presentarme, traducir al inglés se me complico mucho, ya que estaba nervioso.

Gracias a Percy, habíamos llegado temprano, pero estaba lo suficientemente nerviosos para presentarme. 

—Me llamo...Nico Di Angelo...vengo de Italia...

—¿Entonces nunca te bañas?—todos comenzaron a reírse.

Me caian mal los estadounidenses, bromeando por todo como unos imbéciles. 

—Deja de describirte a ti mismo, desde aquí huelo tu olor a putrefacción.—Dijo Percy, cerrándole la boca. 

Percy era el único estadounidense que me caía bien.