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Epílogo

Epílogo.

Querida Emily:

Cariño, si estás leyendo esto es porqué yo no estoy más para decírtelo. Espero con todo el corazón que algún día puedas perdonarme por esconder mi enfermedad de ti, tu hermano ya lo sabe, me ha prometido no decirte nada, así que no te molestes con él, no tenía elección, pero tú, mi niña, la tienes, te suplico que escuches a tu familia.

Esta carta, amor mío, no es para despedirme de ti, estos últimos días me di cuenta de lo que estas sufriendo por amor, y me duele ver que estas atravesando esto sola, debes saber, que amar no es sencillo, romperás tu corazón muchas veces antes de encontrar a esa persona especial que podrá amar cada parte rota de ti.

Vive, sueña, ama, como si fuera la última vez que podrás hacerlo, no tengas miedo, atrévete a cumplir tus sueños, lucha por lo que te apasiona, y no dejes que nadie te diga lo que puedes o no hacer, tu solo hazlo.

Espero que llegues a ser tan feliz como lo soy con tu abuelo, como tus padres lo son, todos vivimos nuestra historia de amor, ni una fue perfecta, y jamás lo será, es tu turno de escribir la tuya.

Te amo.

(La mejor abuela del mundo)

Emma Everly.

-¿Qué haces con eso, cariño?- sus ojos grises pasaron por la carta, la doble de nuevo, se sentó a mi lado, recargó su espalda en mi cama, esperando una respuesta.

-Nada...- mordí mi labio inferior, era una mala costumbre que había cogido de ella, su mirada no se apartó de la mía.

-Sabes que no te creo, ¿verdad?- suspiré, llevé las piernas a mi pecho y apoyé la barbilla en las rodillas- ¿qué sucede, linda?

-Es solo qué no entiendo...- la miré de nuevo.

-¿Qué cosa?- me coloqué frente a ella, ambas cruzamos las piernas al estilo indio.

-¿Por qué no soy tan linda como Amanda?- frunció el ceño, me adelante a continuar antes de que dijera algo- o ¿por qué no soy tan inteligente como June?, ¿por qué no soy tan talentosa como Emmett?- de nuevo mordí mi labio inferior.

-¿Me dirás primero a que viene todo esto?- suspiré de nuevo.

-Hunter- admití.

-¿Tu mejor amigo?- asentí, algo en su mirada me advirtió que comenzaba a comprender a donde quería llegar.

-Yo... me enamoré de él- un pequeña sonrisa de simpatía fue lo que me dedicó.

-¿Se lo has dicho?- negué, mordí una vez más mi labio inferior- ¿Por qué?

-Ya te lo dije, no soy lo suficientemente linda, inteligente o talentosa- me llevé las manos al rostro- no soy nadie, ¿Por qué él se fijaría en mí?

-Porqué eres todo eso que niegas ser- respondió, la miré frunciendo el ceño, me sonrió de nuevo- ¿quién fue la que enseñó a Amanda a maquillarse?

-¿Yo?- asintió, su sonrisa se ensanchó.

-¿Quién le explicó a June los problemas de física, química y matemáticas?- sonreí un poco.

-Yo- repetí.

-Y fue de ti de quien Emmett aprendió a patinar- extendió su brazos para acariciar mi mejilla en la palma de su mano, recargué mi rostro en ella- tus hermanos son una pequeña extensión de lo que tú eres, eres perfecta mi niña- asentí no muy convencida.