*Soporte.

105 23 30
                                    

-¡Es un dragón! -gritan frenéticamente mientras vuelo entre las casas.

De mi boca salen unas chispas, las cuales serían la burla de unas llamas de verdad. La gente corre espantada por todos lados. Si tan sólo vieran de lo que realmente soy capaz...

-¡Yo me encargaré! -grita un chico al tiempo que corre con un hacha hacia mí.

Se desata una "batalla" entre ambos; lo que en realidad parece ser un acto desesperado está totalmente calculado. Planee cada palabra, cada movimiento, cada acción para que todo saliera perfecto. Sin errores, así me gusta trabajar. Para finalizar, el chico levanta el hacha y da lo que debería ser el golpe mortal. Debería. Me muevo justo a tiempo y el filo del hacha a penas roza mis brillantes escamas doradas.

Doy un gruñido y finjo estar muerto. El chico y las personas se van, o éso creo escuchar. Alguien me mueve la pata delantera derecha. Abro a penas un ojo y veo a un niño curioso a punto de quitarme una escama. Muevo ligeramente la cola y el niño se cae. Abre mucho los ojos y sale corriendo como un relámpago.

Al cabo de un rato el chico del hacha regresa y agita una bolsa repleta de monedas. Un ligero brillo color oro me rodea; mis alas y colmillos desaparecen, al igual que mis escamas y en segundos soy humano de nuevo. Sacudo mi cabellera negra para quitarle el polvo y me pongo de pie.

-Gracias por hacerme esperar -le digo con sarcasmo.

-De nada, fue un placer -bromea, con una sonrisa socarrona. Frunzo el ceño-. Los aldeanos de Yamanakai son buenos negociando.

-Bueno, será mejor irnos ahora, Walter.

El chico se echa a la espalda su hacha y me sigue a través del valle.

-¡Vaya! Pero qué calor hace, sería bueno tener un dragón para llegar más rápido -murmura Walter lanzándome indirectas.

-No te hagas el gracioso y camina -mascullo, con una sonrisa.

Walter se encoge de hombros y acelera el paso.

Desde que lo conocí en aquel bosque hemos sido nosotros dos contra el mundo. Ninguno tenía padres, ni quien cuidara de nosotros. Pero, no importaba. Mientras estuviésemos juntos en realidad no importaba contra qué nos enfrentaremos.

-Mmm... ¿Dracko? -el pelinegro detrás de mí rompe con el silencio.

-¿Qué sucede?

-¿Por qué nunca me has contado cómo fue que obtuviste tus poderes?

Me detengo. Conozco a Walter, de seguro un millón de preguntas atravesaron por su cabeza y no pudo contenerlas más. Sin embargo, él también me conoce y sabe que no me gusta hablar sobre mí o cualquier otra cosa relacionada al pasado.

-Porque... no vale la pena. ¿Tú por qué tienes tus poderes? -me di la vuelta para mirarlo.

El chico lanzó un gruñido.

-Ya te había dicho, nací con ellos. Peeerooo, tú no.

Me llevo una mano instintivamente hacia mi brazo derecho. Aunque la manga de mi kimono lo cubre, sé que está ahí, aquel tatuaje en forma de dragón que me marca, me dice quién soy. Puedo sentir un cosquilleo, como si todo mi poder brotará de él.

-¿Ah, sí? ¿Y por qué estás tan seguro?

-No sé. Sólo supongo.

Me doy la vuelta y continúo avanzando.

-Tienes razón -murmuró, demasiado bajo.

-¡Ha, lo sabía! Espera... ¿Qué?

-Él me dió mis poderes, ¿Es lo que querías oír? ¿Que gracias a éso viviré por siempre?... ¿Que es la razón por la cual no tengo familia?

No quiero seguir hablando sobre mí o mi condena que Él había llamado "don" al decirme que era especial. Porque no lo soy.

-¿Qué hay de mí? -me detengo al escuchar su pregunta.

-Bueno, sí, hermano.

Se me forma un nudo en la garganta. Ése es el problema. Es lo único que tengo, lo único que puedo perder.

Continuamos avanzando, ésta vez, Walter me sigue en silencio a través de terrenos cada vez más intrincados, hasta que el bosque se hace tan tupido que ya no hay caminos que seguir.

Cuando ya empieza a anochecer, el bosque se abre para dar paso a un amplio claro, en donde yahace nuestra vieja choza de palos de madera bajo un árbol. Enciendo la fogata y cenamos unos cuencos de estofado de codorniz. Cuando terminamos de comer, Walter comienza a contar las ganancias mientras yo reparo el techo de nuestro reducido hogar.

-¿No crees que debería haber algo más que tan solo robar a las personas? -pregunta, de repente.

Ya va a empezar.

Gruño, claramente irritado y le quito la bolsa con el dinero para guardarla. Sé que no regresará a la aldea corriendo para devolverle el dinero a las personas, pero más vale prevenir.

-No. Tú mismo dijiste que el mundo no tiene esperanzas -le recuerdo, para bajarlo de su nube-. Sabes cómo son las cosas; yo asusto a las personas, tú finges que me derrotas y las personas nos pagan por éso. No es robar.

-No. Es mentir.

Me encojo de hombros, al tiempo que oculto la bolsa con el dinero.

-Llámalo como quieras. Al final de cuentas, ésto paga nueva ropa.

Examino la hebilla de mi nuevo cinturón a la luz del atardecer. Sí, fue una buena inversión.

-Dracko, se lo robaste al chico que vive en ése monasterio -gruñe Walter. Veo su cara molesta reflejada en el oro brillante de la hebilla de dragón.

-¿Ése sensei estirado? Ve con él si quieres. A puesto a que te adaptarás fácilmente con sus alumnos. ¿Qué es lo que siempre dices? "Sólo hay que ir con la corriente".

Walter desvía la mirada. Continúo acomodando los palos gruesos que hacen de techo. A mí tampoco me gusta ésta vida, pero es cómo he aprendido a sobrevivir...

-Y de paso tal vez me lleve las armas de oro puro que dicen que tiene -masculla, en voz casi imperceptible.

Se me enciede una alarma en la cabeza. Abro mucho los ojos y lo miro directamente.

-¿Qué dices del oro puro?

Walter menea la cabeza.

-Armas, armas de oro puro...

-¿Cuáles armas?

Salto de donde me encontraba hacia él. Tomo sus hombros y lo miro con seriedad. El pelinegro arquea una ceja, extrañado.

-Ah... no lo sé. Éso fue lo que escuché en Yamanakai...

Hago una mueca y desvío mi mirada al suelo, al tiempo que trazo un plan en mi mente.

-Dracko... ¿No estarás pensando en comprarle las armas a ése sensei... cierto?

-No -sonrío-, porque vamos a robarlas.






















✳⚫✳⚫✳⚫✳⚫✳⚫✳⚫✳⚫✳⚫✳

Hola mushashos!

Espero que no hayan olvidado el significado de los capítulos con el símbolo * en el título. En caso de que sí... recuerden que quieren decir que los eventos descritos en ellos pasaron hace mucho tiempo (cómo unos cincuenta años).

Qué más, qué más... ¡Ah, sí! Walter tiene 17 años en ése entonces y Dracko se ve de 20 (digo que "se ve" porque su verdadera edad es incierta, es "mitad" dragón, inmortal pues).

➖Él: Primer maestro del Spinjitzu.

Ahora sí, Dracko conoció al primer maestro, ¡Imaginen su edad! Pero en fin, ya irán descubriendo más sobre él y por qué es importante.


No pierdan la máscara! 😄

Ninjago 2: Bajo engaños. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora