15. Dos caras de una moneda.

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Mei's POV.


Sus ojos color esmeralda reflejan sorpresa al reconocerme. Retrocede algunos pasos, dándome a entender que de todas las personas con quienes pudo encontrarse, yo soy la última a quien espera ver... o quiere ver. Lo que parece una eternidad deben ser sólo segundos. ¿Así de incómodo es un reencuentro familiar? Ninguno sabe qué decir, o qué hacer, y eso lo empeora todo.

-¿Qué estás haciendo... aquí? -pregunta, y su tono habitual no está allí. No es mordaz, casi parece... preocupado. Pero vamos, es Morro, y soy yo, eso no puede ser.

-No quiero entrar en detalles.

Morro arquea una ceja.

-No morí -me apresuro a aclarar-. Si es que te interesa saber...

-Ah, claro -resopla-. El cristal del reino...

-El espejo celestial, en realidad.

Morro se lleva una mano a la barbilla y mira por encima de mi hombro, como si esperara ver a alguien más a mi lado, pero al ver que estoy sola sacude la cabeza y vuelve a mirarme, con la misma expresión que aún me tiene dudando.

-¿Por qué viniste aquí? -pregunta, enseguida-. Hasta donde sé nadie sería capaz de tomarse la molestia de venir hasta acá a... verme.

-El sensei Wu te dio el prisma del viento, ¿no es verdad?

Cuando lo menciono, algo cambia en la mirada de Morro, pero yo no diría que es de preocupación; como cuando sacamos el tema con mi padre, o Borg y el sensei. Él parece enfuruñado al respecto. No le agrada la idea de que lo haya buscado por eso.

-¿Sí?

-¿Puedes decirme dónde está?

-Puedo.

Me quedo unos segundos esperando a que me lo diga, pero como parece estar disfrutando haciéndome esto tengo que aclarar lo que digo.

-¿Y... lo harás?

-¿Tú crees que lo haré?

-Supongo que me lo debes.

-Argh...

El pelinegro le da una patada a un guijarro y frunce el ceño.

-Todavía con eso...

Ésta vez soy yo quien hace una mueca.

-Y eres mi... tío. Somos familia -añado, entre dientes.

-Mira, ni siquiera sabía que tenía una sobrina hasta que...

Pero qué mentiroso...

-Bueno, ahora lo sabes -respondo, con el ceño fruncido. Aprieto los puños y miro el césped bajo nosotros, que se mece como en una danza con el viento. Sus colores se opacan y casi parece sin vida, pero no me fijo demasiado en ello.

-Si estás tan segura de que somos familia... ¿Por qué no lo buscaste tú misma?

-Mm... porque... -intento contenerme, pero no puedo más con ésta farsa-. ¡Por tu culpa!

Morro enarca una ceja, sorprendido.

-¿Tienes alguna idea de lo que le hiciste a las personas? ¿A Lloyd? ¿Al sensei Wu?... ¿A mamá?... ¿Y sabes algo? Después de lo de Stiix traté de convencerme a mí misma de que no sería tan malo tener los poderes del viento. Pero me equivoqué.

La expresión de Morro se relaja. Algo se vislumbra brevemente en sus ojos.

-Desde que intento controlarlos no hago más que lastimar personas -continúo-. Y no importa cuánto me esfuerce, cuanto más trato de ignorar que los poseo peor se vuelve. Y sé que no se va a detener, tal vez empeorará hasta que lastime verdaderamente a alguien. Es lo que soy ahora... tal vez... lo que he sido siempre.

Ninjago 2: Bajo engaños. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora