Minuto uno

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Llego la mañana siguiente, todo parecía normal. Cuando yo me levante ya estaba todo el mundo en pie como de costumbre era siempre la más tardona. Sofía estaba desayunando con mi madre, mi padre ya se había ido a hacerle una pequeña visita a mis abuelos, quería percatarse bien de lo que tendría que hacer de ahora en adelante. A mi hermano no se le podía caer más la baba con mi nueva amiga.
-Jose se más disimulado, estas empanado
-No se de que estas hablando, que pesada eres madre mía.
Me reí y me dirigí hacia mi madre a darle un beso en la mejilla, dios, cuanto la quería. Sofía se percató de mi presencia y me saludó alegremente, parecía otra, me encantaba verla así de bien.
-Bueno y ¿como habéis dormido hoy?

-Bien mami bien.

-¿No habéis pasado frío? Que las noches en verano son muy traicioneras.

-No señora, hemos dormido divinamente al menos por mi parte, muchas gracias por todo lo que están haciendo por mi.

-Te he dicho un millón de veces que no me llames señora, llámame Carmen, ¿entendido?.- Le dijo mi madre a la vez que le daba un beso. Por fin Sofi recibía algo de cariño por parte de alguien.

-Jajaja vale señ.. que diga, Carmen, todo entendido.

Terminamos de desayunar y le pregunte a mi nueva amiga si podríamos dar una vuelta y que me enseñara las mejores partes de granada. Ella por su parte mientras nos vestíamos me contó que cuando llegó de Galicia lo que más le gusto de todo es la playa, pero quedaba un poco lejos, en una pequeña ciudad de Granada llamada Motril, según ella tendríamos que visitarla si o si algún día.
Hoy nos conformaríamos con ir al centro comercial nevada, por lo que se ve el más grande de España, estaba deseando verlo. La mejor manera de despejarme de todo, de compras. Me olvidaría de Enrique, de Marina, y sobre todo de Marcos el tipo de ayer, y de lo que me insinuó Sofi que es capaz de hacer. Pensaría recorrerme el centro comercial de arriba a abajo tienda por tienda aunque por la fachada no tuviera buena pinta. Estaba dispuesta a estar en aquel sitio durante horas, horas y horas.
-¿Llamo a un taxi?

-Tranquila, vamos en mi moto.- Conteste mientras cogía las llaves. Me comenzaba a encantar esa ciudad, muy intensa para tan solo dos noches.

Párenla, que va armadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora