Soy una chica buscada

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Me despertó el sonido de la alarma, justo una hora después como había programado. Me duche, me puse el bikini y una ropa de playa normal y corriente, aunque los pantalones dejaban mucho que desear. Demasiado cortos diría yo, pero no hay otros que pueda ponerme para ir a la playa, en la piscina no se manchaban pero con la arena seguro que si. Así que los más antiguos y listo.
Baje al portal a esperarlo ya eran las 18:15 pm, una cosa si era cierta, era de todo menos puntual y me ponía de los nervios tener que esperar porque a decir verdad me considero una de la personas con menos paciencia de este mundo.
Todo estaba tranquilo hasta que de la nada empezó a sonar una música a todo volumen y las ruedas con el asfalto. Era señal de que estaba corriendo y era el, segurísimo que era el. Y como no, acerté.
-Llegas tarde- dije bajando el volumen de los altavoces que estaban incrustados en ambas puertas de aquel gran Ferrari rojo. Es que si no era imposible que me escuchara. Mientras me subía además en el coche una vez estaba aparcado.- ¿No tienes sentido del horario?
-He tenido problemas en el trabajo.- me dijo sonriéndome como si tal cosa.
-No se como un pizzero normal y corriente pudiera tener tantos problemas con el trabajo, eso lo deja claro, no eres normal.
-Te sorprendería la cantidad de pizzeros que tienen problemas en sus trabajos.
-Bueno ya lo se, pero aún así, sigues sin ser normal.

Baje la música, esta vez no rechistó, cosa que agradecí enormemente. Yo seguía teniendo sueño así que eche el asiento un tanto para atrás para intentar dormirme, pero era imposible concentrarse para dormir cuando lo tienes de esa forma a tu lado. Así que fui echándome la protección por el cuerpo, bueno a decir verdad solo me echó en la cara pero porque no quiero que me salgan pecas, tengo las justas y necesarias no quiero que aparezcan más.

-Me aburro pequeña cuéntame algo.
-Pues que te aburres y que quieres que te cuente algo pero que pena que en este momento me esté echando crema solar, ¿no crees?- sonreí y le guiñe un ojo, como disfrutaba picándolo, aunque casi siempre termináramos enfadados.
-Que graciosa vienes. ¿Has dormido no?
-¿Como lo sabes?- pregunte extrañada, como siempre lo sabía todo. Es que era increíble.
-Nada que tienes una cara que flipas, has tenido días mejores.- me dijo sonriendo, ahora era él quien me guiñaba un ojo.
-Jajaja serás capullo, mas quisieras ser tu la mitad de guapo que yo, no te rayes.- dije mientras me reía.
-Jajajaja no te pases no te lo crees ni tú pequeña, pero de sueños se vive tu tranquila.- otro guiño. Si volvía a guiñar me derretiría, joder que guapo era.
-Que te den.- le dije mientras me ponía de morros y le sacaba la lengua, ahora era él quien se reía abiertamente.

Seguimos hablando un rato más y sin darnos cuenta ya estábamos en la entrada de aquella ciudad algo pequeña, faltaba llegar a la playa que se tardaba como diez minutos como máximo.
-Esta vez no se me ha hecho tan tan eterno.- me dijo mirándome de reojo.- puede ser porque no te enfadas cada segundo, es un buen comienzo de tarde.
-Si bueno no está mal.- hice haciéndome la interesante.- puedes llamar a Paula por si quiere venir también.
-Que pesada eres con Paula, ¿cuantas veces van hoy?
-Cállate que no eres el más indicado para hablar tu has empezado con lo de Erik.- dije con voz de indignación.
-Jajajaja no mientas, bueno debes agradecer que te salvé la vida sino ahora en vez de estar con este bellezon estarías con ese feto.
-Si feto como que no era guapo..
-¿Te parecía guapo?- me pregunto extrañamente preocupado.
No pude evitarlo y estalle de la risa, era guapo pero no se lo iba a admitir además en comparación con el era del montón.
-Ya estamos, esta vez he aparcado más cerca así que no te quejes.
-Hombre es que si no me llevas tu, mira desde aquí se ve.- sin pensarlo eche a correr mientras reía, dejando que el cargará con todas las cosas. Necesitaba quitarme la ropa y que mis pies rozaran el arena, necesitaba bañarme y olvidarme de todo.
-Eh tu donde vas .- me pillo desprevenida mientras me quitaba la ropa y me cogio de la cintura aún con los pantalones puestos lanzándome al agua, menos mal que esta vez si tenía bañador, pero los pantalones no me los podría poner para la vuelta, es imposible que se hubieran secado. Y pum caí de plancha maldiciéndolo de todas las formas posibles y mientras se reía me abalancé siente el intentando hundirlo pero fue inútil, tenía el triple o el cuádruple de fuerza que yo así que al final cedió y acabo tumbándose en la arena, tiro de mi mano y mi cabeza reposo en su pecho. Notaba sus latidos, era real. Le eche la mano alrededor del pecho y notaba que mi presencia lo relajaba todos sus músculos lo hicieron.

Solo existíamos; el, yo y las olas a nuestros pies. Daba la sensación de que estando juntos, todo lo que quisiéramos podríamos conseguirlo, nunca me sentí tan segura.

Párenla, que va armadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora