07. Primeras Impresiones

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Draco observó al escritor poner su rostro a la altura de Asher Weasley, la mirada que le otorgó y el apretón a su delgaducho hombro, no le agradó, ni siquiera conocía a ese niño, no sabía que le gustaba y que no, y por lo cómodo que se encontraba hablando con Wood, casi podía jurar que se conocían de hacía tiempo atrás, era como una extraña química que emanaba de los dos; tanto que le habían ignorado por completo, en otro momento estaría enfadado, pero en éste preciso instante, lo agradecía, él no sabía nada del Señor de las Sortijas ni nada de literatura, no le interesaba, odiaba cada parte de la intelectualidad, porque era el estandarte de su padre, y odiaba a su padre, más que a nada.

—En mi oficina –escuchó a Wood.

—Vaya, tiene que ser maravilloso ser escritor –admitió Asher.

—Bueno, necesitas demasiada imaginación para ello, así como para dibujar.

—En realidad, vi algunas imágenes en las películas, mi madre me regañó por ya sabe, dañar el DVD por tener mucho tiempo en pausa las películas.

—Ahora ya hay Internet –informó el escritor.

—No puedo usar Internet –contestó encogiéndose de hombros el niño.

—Pero ¿jamás has desobedecido a tu madre y hecho algo que no tenías permitido? –Sonrió –el Internet no es tan malo.

—Desobedecí a mi madre y perdí algo importante –contestó serio el pequeño –no haré algo que me cueste mi libertad hasta que llegue a la universidad, con todo respeto –se encogió de hombros.

—De acuerdo, de acuerdo, sólo decía, no creí que tu madre fuese tan exagerada para no dejarte usar Internet, es... lo normal, a tu edad... ¿cómo haces tareas entonces?

El niño sonrió y negó divertido, lo poco que había visto de ese niño le recordaba a gestos que había visto en Theodore lo poco que había tenido la desafortunada oportunidad de tenerlo en frente, platicando con él o besándose con Ginevra como si no hubiese mañana, o un lugar más adecuado para ello.

—Voy a clases –inició –presto atención, y normalmente con lo que dicen mis profesores, hay en mis libros puedo arreglármelas solo para contestar, excepto matemáticas, mi madre me ayuda en matemáticas –se encogió de hombros –pero le diré un secreto –se inclinó hasta él –a veces se equivoca –suspiró –pero es mi mamá, así que no puede saberlo, porque ella cree que jamás se equivoca en nada.

—Oliver –los interrumpió un hombre que Draco no reconoció –te ocupamos por acá –golpeó su espalda.

—En seguida voy –se giró hasta Asher –ha sido un placer, Ash –tendió la mano –porque puedo llamarte Ash ¿cierto? –sonrió.

—Desde luego –sonrió –su libro es increíble, por cierto –informó.

—Gracias, me alegra conocer a la brillante mente detrás de mí dibujo favorito.

—Le haré uno porque ese se lo quedarán –informó –le diré a mi mamá que se lo enviemos a su correo de fans.

—Sería maravilloso.

—No, yo mandaré por él –informó el hombre que había interrumpido –para que no se maltrate –observó a Draco –Oliver, es hora.

—Desde luego, hasta luego –acarició el brazo del niño y se despidió de Draco con un movimiento ligero de cabeza, haciendo que el pequeño rubio lo notara por primera vez.

El silencio fue incómodo, siempre le costaba un poco iniciar una plática con los niños, y principalmente con ese, ahora que sabía que era hijo de Ginevra y Cedric Diggory, ese imbécil bueno para nada, no le había robado su lugar en la música, pero ¿qué tal de la mujer que amaba? Había reemplazado a su hijo/a con el suyo.

Quédate Conmigo || DrinnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora