32. Diggory

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Se quedó completamente inmóvil, observando a los dos hombres, Draco sonreía completamente feliz, como si el varón que lo acompañaba se tratase de su padre, o una especie de Papá Noel, no tenía idea, el castaño se llevó el whiskey a los labios, dio un trago y le dio el vaso a Draco, para poder avanzar hasta la mujer, que se había quedado clavada en el suelo, y aunque había intentado salir corriendo del lugar, en cuanto Tom Riddle avanzó hasta ella, sus piernas no le respondieron en ningún momento.

—Es un placer –estiró la mano, el cerebro de Ginevra estaba en piloto automático, porque ni siquiera se dio cuenta en qué momento había accedido a estrecharle –simplemente –hizo una pausa –te has vuelto una mujer completamente extraordinaria ¿te lo había dicho mi ahijado? –sonrió.

—Bueno, apenas comenzamos a tratarnos bien de nuevo, así que tu llegada a Londres augura que las cosas irán viento en popa ¿cierto, Gin?

— ¿Qué? –cuestionó.

—Le pedí que viniera –argumentó Draco –hacía años que no lo veía, así que le pedí que viniera, él accedió.

—Es muy raro que le diga que no –admitió –llegué aquí, y me enteré de muchas cosas, así que tuve que mover mis fichas, soy muy bueno en ajedrez ¿sabes eso?

—Me imagino –sonrió Ginny y zafó su mano del agarre de Riddle.

—Dejé el tablero hace años, según yo, tan bien acomodado que nadie podría aventajarme, pero ¡vaya sorpresa! –Acarició el rostro de Ginny –alguien sí lo hizo.

—Pues aprendió del mejor, supongo –soltó –yo... tengo que irme, Draco –observó al rubio y avanzó hasta él –cuando tu... padrino, se marche, podremos vernos.

—Es que no me iré –soltó Riddle, haciendo que ella girara y la mirada aterrada provocara una sonrisa en el castaño –así que... los invito a comer ¿qué dicen?

—Yo no puedo –informó Draco –tengo una cita en una hora y tengo que llegar.

—Comprendo, pero... tú no vas a rechazarme ¿o sí? –Le sonrió a Ginny –digo, me interesa saber más de la mujer de la cual ha estado enamorado Draco por años.

—Yo... no creo que pueda...

—Puedes pedirle a Theo que pase por Asher.

— ¿Asher? –interrogó serio Tom Riddle.

—El hijo que tiene Ginevra con Oliver Wood –informó Draco.

— ¿Ah sí? Mira, que interesante conversación.

El corazón de Ginevra seguía golpeando fuertemente contra su cavidad torácica, a pesar de que quería negarse, no era la mejor opción del mundo, tenía que ir con Riddle y preguntarle la razón real de haber vuelto a Londres, se suponía que él había comprado la mejor isla del planeta y había construido su imperio ahí, él movía los hilos, pero no se presentaba frente a nadie, porque todos eran indignos de él, así que tenerlo en el apartamento de un simple cantante mediocre, era algo sorprendente, ya que ni a los eventos ante la Reina asistía.

—Entonces te veré después, Draco –soltó Riddle, caminando hasta la puerta –Tu chica, Ginevra y yo, iremos a conocernos mejor.

—No es mi chica –contestó Draco –aun –sonrió.

Necesitó que Tom le dijera que lo siguiera dos veces, para que sus pies reaccionaran, el beso cálido de Draco en su mejilla hicieron que el pecho le doliera más, siempre pensó que sería Wood quien trajera al monstruo de vuelta, pero no Draco.

El ascensor se abrió, así que Riddle entró primero, dándole una mirada severa para que ella lo hiciera, bajó tres pisos sin que él hablara, sólo se estaba arreglando los puños, aumentando la incertidumbre y el terror en los pensamientos de la pelirroja, para su fortuna, el ascensor volvió a abrirse.

Quédate Conmigo || DrinnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora