| Capítulo 36 |

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Sus caricias me estaban volviendo loca, se separó para mirarme a los ojos.

- Jodida loca, me tienes jodidamente mal. Me pones cuando gritas, me pones cuando sonríes, ¿cuándo no quieres que me ponga a cien? Nunca... siempre que estoy cerca de ti no puedo parar de pensar en follarte.

Esas palabras llegan a mis oídos, haciéndome sentir locamente caliente, estoy caliente, mucho, eso ha sido intenso.

¿Hace calor o soy yo?

- Siento la necesidad de sentir tu cuerpo y el mío unidos en uno solo, siento la necesidad de tenerte cerca para al menos devorar tus labios, has cambiado tantas cosas en mí, me has hecho tan... loco enamorado.

Abre el coche y abre la puerta trasera para tirarme allí en los asientos traseros, pero eso me excita, sus palabras cargadas de placer sexual me hacen enloquecer e incluso me aceleran la respiración, no puedo pensar, no puedo controlar mis impulsos cargados de ganas de follarlo como una loca. Necesito que se incline y me bese de nuevo. Quiero que deje de hablar y tengamos el mejor polvo del mundo.

- Quiero sentir tu linda boquita chuparme la polla como si fuera un helado de esos llamados pirulos, quiero tenerte a milímetros de mí, piel contra piel. Quiero que seas mía, quiero ser tuyo.

- Eso es... - me cuesta hablar. - difícil para ti, no serías capaz de estar conmigo para ser sólo mío.

- Sí sería capaz...

- Paulina...

- No hablemos de esa ahora.

Se inclina besándome desesperadamente haciendo que gima levemente, casi puedo sentirlo sonreír al ver que a este beso sí correspondo. Sus manos buscan un cierre o algo que me quite el dichoso vestido, pero no la encuentra.

- ¿Cómo mierda...? - dice molesto al no encontrar la cremallera.

- Hacia arriba. - digo estirando mis brazos. Matteo sonríe y tira de el hacia arriba.

Tira de mi vestido y ya estoy en interiores ante él. Su cara se torna llena de deseo y lujuria ya no puede contemplarme, ya solo puede pensar en comerme entera.

- Me encantas... - besa mi cuello y se dirige a mis pechos.

Retira el sujetador de encaje negro que tiene el broche por delante y lo lanza a la parte delantera. Chupa mis pezones con ansias, mientras que yo solo puedo gemir, de deseo a Matteo, amo a Matteo, yo no puedo decir nada, ya no hay vuelta atrás. Sigue haciéndome sentir como si fuera una loca, como una boba enamorada y no puedo evitarlo.

- Alto... - digo entrecortada, casi no puedo hablar, es capaz de matarme de placer tan pronto. - Desvístete para mí. - pido.

Veo su sonrisa pícara y él hace lo que le pido, quitándose las prendas sensual y lentamente, es tan...

¡EXCITANTE!

Follaamigos | LutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora