| Capítulo 6 |

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- ¡Sí, sí quiere! - dice mi madre sonriendo. - Nos vemos después hija.

Me da un empujón, haciéndome chocar contra el duro pecho de Matteo, me quedo estática sintiendo como uno de sus brazos rodea mi cintura.

- Gracias por dejarla, señora Valente.

- Oh, llámame Mónica, ¡que educado! - dice mi madre con mucho orgullo.

- Dígaselo a mi madre.

Mónica, mi madre, ríe con fuerza ante su comentario y se despide con la mano de nosotros, nos quedamos en la misma posición, me solté rápidamente de él.

- ¿A dónde quieres ir? - le digo algo tensa.

- A la cabaña. - me dice.

Me tenso totalmente, en la cabaña, de la que son dueños Ponce, Arías, Perida y él, hay un colchón, una alfombra a todo lo largo, una televisión, un fregadero, una especie de alacena, un sofá y, una luz, también tienen alcohol, es un refugio secreto de ellos.

- No.

- ¿Por qué?

- Por esto. - meto las manos en sus bolsillos y en el izquierdo hallo lo que estaba buscando, dos condones. - ¿Pensabas acostarte con tu "rollo"?

- En realidad no, iba para tu casa.

- No quiero ir a ese sitio, a saber con cuantas te has acostado ahí, que antigénico.

- Bien, a tu casa entonces.

- ¡No!

- No protestes y vamos.

Frunzo el ceño.

- No quiero follar hoy.

- Mentirosa. - sonríe con sorna, le encanta burlarse de mí.

Ruedo los ojos y camino hacía mi casa, mientras que siento mi pierna vibrar por los mensajes que me están mandando la rubia y Nina.

Matteo me da una nalgada y lo miro rápidamente con la cara algo confundida, él me guiña un ojo y enseguida me giro algo molesta, caminando con paso decidido a mi casa, seguida por Matteo, aprieto los condones aún en mi mano y respiro fuerte, estoy algo molesta, no me ha avisado, estoy molesta, pero siento la mano de Matteo en mis hombros, no le presto atención y continuó, casi estamos llegando, sus manos van trazando un suave camino en mi espalda, haciéndome sentir un cosquilleo delicioso y un aumento extraño de mi temperatura.

Joder, estoy caliente.

Estamos al lado de la casa de mi vecina, una señora chismosa que se pasa las horas en la ventana, miro de reojo y Matteo quien sigue con sus manos recorriendo mi espalda, dándome un masaje delicioso que me está encantando, pero, no puedo disfrutarlo, la vecina nos mira raro. Matteo me nota tensa y se separa dándome espacio.
Creo que se ha dado cuenta.

- ¿Por qué no me lo dijiste? - se quejó Matteo. - Esa vieja nos mira como si fuéramos a hacer un hijo.

- Bueno, vamos a hacer el proceso sin hijos... ¿no?

Matteo ríe.

- Que ganas de hacer eso...

- Matteo. - le digo algo ruborizada.

- ¿Qué?

- Nada, olvidalo.

Llegamos a la puerta de mi casa. Y cuando introduzco la llave en la hendidura, y abro puerta y cerradura, Matteo me empuja hacia adentro y comienza a besarme con desesperación. Intento soltarme, de él. Pero no me deja, sigue aprisionando nuestros labios como si fuéramos polos opuestos de un imán que se atraen.

- Matt. - me besa con ferocidad, mis ojos están abiertos, mientras que los de él están cerrados, meto mis manos en sus pantalones con dificultad pues lleva cinturón, cuando lo hago acaricio su miembro por encima de sus bóxers, y él se separa levemente y sonríe pícaro.

- Al fin. Mira, no me voy a escapar, lo prometo, solo. Deja que agarre las estúpidas llaves de la puerta.

Matteo se ríe y me suelta levantando los brazos en son de paz. Ruedo los ojos y tiro mi bolso en el suelo y abro la puerta para retirar las llaves, las saco y entro a casa de nuevo y cierro por dentro, bloqueando la entrada para que nadie, aunque tenga llaves pueda entrar.

Me giro a ver a Matteo.

- Uno pequeño.

- Uno largo, además hablarán toda la tarde.

- Ya. - respiro y le tomo la mano para que me siga, él se deja. - Vamos al cuarto de invitados.

- ¿Por qué no al tuyo?

- Está hecho mierda. No quiero que veas todo tirado, bragas, folios, pantalones, vestidos, mantas... etc.

- Oye, que me gustaría verlo. Mi madre dice que eres perfecta, educada, adorable y bla, bla, bla, me ha dicho que tendría que salir contigo.

- A mí también, esas dos están complotando algo, eh... - le digo mientras abro la habitación con una cama de matrimonio.

- Uh, a Matteo le gusta esto...

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JAJAJAJA

Nos leemos mañana

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