| Capítulo 40 |

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Impedí a Valeria que le abriera la puerta a Matteo, verlo haría que me diera un infarto, estaba totalmente cansada porque no quería sufrir más y mi tiempo de hacer caso a Matteo había acabado totalmente, ya no podía dar marcha atrás. Mi decisión estaba tomada, mientras él siguiera con Paulina yo no volvería a verlo nunca más.

- ¿Estás segura de eso? - preguntó Valeria mientras veía como me arreglaba el maquillaje de los ojos.

- Muy segura.

- Pero Matteo te quiere.

- Seguro que Paulina opina lo mismo.

- ¡No aguanto más! - gritó Valeria molesta. - Eres mi amiga, mi cuñada, pero en serio, Matteo ha roto con Paulina.

- ¿Y por qué estaban besándose? - grité desesperada. - Espera... ¿cuñada?

Las mejillas de Valeria se sonrojaron.

- Larga historia. - tosió para desviar la atención de que estaba saliendo con mi hermano Sebastián. - Matteo es perfecto para ti.

Negué con la cabeza, mis lágrimas querían comenzar a salir pero yo no lo permitiría, estaba harta de que Matteo Balsano jugara conmigo como si fuera una pelota de baloncesto, estaba cansada de estar arriba y luego abajo.

- Esto es agotador, Valeria. - confesé.

- El amor es complicado.

- No. - niego. - Lo complicado son las personas, y Matteo supera mis límites. ¿No crees que yo tenga un límite, y que Matteo pudo haberlo cruzado?

- Lo creo, pero te quiere con locura, deberías dejar que se acerque a ti y te explique las cosas con calma.

- No sé...

Estaba realmente confundida, y sabía que Valeria quería que saliera con su hermano, pero me sentía de lo más extraña, no quería estar cerca de Matteo.
Pero claro, mi buena suerte es conocida en el mundo mundial. Es ironía.

- ¡CHICAS, A COMER!

Genial. Sumamente genial. Ya decía yo que pronto Matteo estaría delante de mí. Bajamos las escaleras para dirigirnos al jardín, Matteo se giró y sonrió al verme, pero yo giré mi cara ignorando su sonrisa, su mirada y a él. Me senté junto a mi hermano y comencé a charlar con él sobre el fin de semana en casa de la abuela, antes de empezar las clases, quedamos en llevar comida pues la abuela cocina lentejas, potajes y cosas que saben realmente mal. Agh...

La comida transcurría agradable, Paula es sumamente adorable y simpática bromeando con nosotros, Julio estaba hablando con mi padre de su equipo favorito de fútbol mientras discutían los resultados, Matteo me observaba atentamente. Valeria coqueteaba suavemente con mi hermano y yo... yo... bueno, yo estaba atenta a mi madre y a Paula hablando, a veces interfería en la conversación y cuando lo hacía, Matteo se metía por igual para que contestara a sus preguntas, lo hacía, pero de lo más borde y seca posible.

Una vez acabamos me levanté de la mesa y caminé hacia mis padres para despedirme poniendo la excusa del cumple de Gastón, que en parte era cierto. Salí de casa de los Balsano apresurada, llegaba tarde, aunque bueno, ellas me comprenderían sabiendo como son mis padres con los Balsano.

- ¡ESPERA! - gritó Matteo con fuerza llamando mi atención. Caminé más rápido ignorándolo. - ¡LUNA!

Claro que tampoco me detuve, caminé más rápido. Notaba que se me acercaba e intentaba acelerar pero era tarde, ya me había alcanzado.

- ¡Déjame! - protesté furiosa.

- ¡No hasta que me escuches!

- Habla y que sea rápido, tengo prisa.

- Paulina y yo lo hemos dejado.

- ¿Y? - dije molesta.

- ¿No me he expresado bien, Luna? - alcé una ceja ante eso y lo miré atenta, aunque molesta. - Que la dejé por ti.

- ¿Quieres que me lance a tus brazos y te lo agradezca?

- Un beso estaría mejor.

Di una amarga carcajada y me solté de su agarre mirándolo furiosa.

- Las personas tienen un límite, Matteo. - le dije al borde del llanto. - He aguantado todos tus caprichos y me he comido mis sentimientos anteponiéndote a ti. He aguantado lo de Paulina. ¡No más, Matteo! Mi límite ha sido superado.

- Luna, pero ya no hay nada entre nosotros.

- ¡Claro que lo hay! - chillé. - Un gran abismo. Tú no me conoces, nunca sabrás lo que siento o lo que estoy sintiendo ahora, no sabrás nada de mí nunca porque te aburrirás y buscarás a otra.

- ¡Déjame que sepa que sientes! Sé que soy un imbécil, pero joder, dame la oportunidad al menos.

- ¿Oportunidad? Tú no estás listo para eso, te estás dejando llevar por el momento con tal de que no me vaya. Matteo, de verdad. Esto ha llegado a su fin.

- ¡No, espera!

Caminé un poco más lenta mientras iba a casa de Nina. Matteo volvió a agarrarme.

- Sí sé que sentías al verme con Paulina, lo sentía cuando te veía con Ian. Sí sé que sentías cuando te ignoraba, lo sentía yo cuando tú me contestabas con sequedad y me sacabas de tu casa rápido, sí sé que me has vuelto loco y sé que siento algo, no sé qué es, pero es algo muy grande que has causado tú.

- Matteo no...

- Matteo sí. - me dijo. - No seré lo mejor del mundo, seré el imbécil que parece no tener sentimientos, pero algo hay Luna, algo hay. Solo... dame algo que me diga que puedo intentar al menos pelear por esto.

- No sé si habrá algo, Matteo.

- Déjame probar algo.

- No creo que sea...

- ¿Correcto? Nada es correcto en esta vida. Pero yo puedo hacer mucho más que hacerlo incorrecto, será prohibido pero sin prohibición.

- Eso no tiene sentido.

- ¿Acaso nosotros tenemos sentido? Somos tan raros.

Bufé.

- No sé. - mascullé bajo.

- Una palabra bastará, Luna.

- Haz lo que quieras.

- No te arrepentirás.

- Pues no hagas que me arrepienta. - le dije con seriedad.

- Nena... - se acercó a mis labios y los probó. - Nos vemos... no sé cuando, pero lo haremos y cuando lo hagamos, tú y yo vamos a tener una nueva fecha que no sea un 15 tan seco. Y tendremos más que tres simples meses. O bueno, casi...

Abrí la boca ligeramente mientras echaba a correr hacia su casa. ¡Matteo sabía cuando habíamos empezado!
Llevaba la cuenta de cuanto llevábamos, un rayito de luz conmovió mi mundo, y supe que quizás, Matteo sí iba a hacer que no me arrepintiera.

Follaamigos | LutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora