Cayendo

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Mariana no supo cómo ni cuándo pasó realmente, pero llegó a tal punto en el que no podía estar más de 5 minutos sin hablar con sus cyber-amigos.

Ella debía soportar ver a su ex mejor amiga todos los días y le dolía hacerlo. Le dolía pensar que todo había sido una farsa. Eso era su mayor recordatorio de que no era buena.

Nunca cumplo con las expectativas de nadie, muchas veces siento que no valgo la pena, que no sirvo para nada. Como siempre, traté de mejorar y en el camino encontré una amiga "fiel" creí que ella me aceptaba como era, con mis excentricidades, mi sarcasmo, mi humor negro y sobretodo, creí que tendría una verdadera amistad para siempre, pero me equivoqué, como siempre lo hago.

Estoy acostumbrada a siempre errar y sí, SÉ QUE ES MEDIOCRE DE MI PARTE pero llega un punto en el que ya no se puede más.

He interactuado con algunas personas y la mayoría se aleja de mí, no dejo de pensar que hay algo malo en mi y que esa es la razón para que todos se alejen. Lo único que intento es ser suficiente pero nunca lo logro, casi siempre soy invisible.

Mariana nunca supo que era lo que pasó, su excéntrica amistad se había roto, nunca notó los pequeños cambios, los pequeños avisos. Hasta que un día, todo estalló.

- ¡Estoy harta de ti! - Gritó Sofía. Mariana la vio impasible.

- ¡COMPLETAMENTE HARTA!, no soporto verte ni oírte más - Continuó Sofía y en ese momento Mariana había decidido que es lo que haría. - Aunque ni siquiera hablas mucho - Dijo Sofía para si misma, ensimismada en su monólogo no se dio cuenta que Mariana había movido su silla y que ya estaba por irse. -Eres un fastidio, eso es lo ÚNICO que eres - Finalizó Sofía.

- ¿Y tú qué? No te  das cuenta que eres PA-TÉ-TI-CA, no importa. No vuelvas a hablarme - Dijo Mariana y salió del pequeño Café en el que siempre conversaban.

Alguien sacudió a Mariana y ella tuvo que volver al mundo real eran dos personas que estaban viendo con preocupación, al principio ella no se dio cuenta de quienes eran pero después se dio cuenta que eran compañeros de su clase. Si mal no recordaba de las veces que había escuchado sus nombres por el Doctor que les daba cátedra. Pier y Rocio.
-¿Estás bien?- preguntaron al unísono.
- eh, si - Dijo con timidez Mariana. Aún así ellos decidieron que no era cierto y la acompañaron un momento.

La SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora