Capítulo 6

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Hoy había llegado más temprano de lo normal a la oficina, no había más que dos personas en mi piso.

Enciendo mi computadora y ordeno el escritorio.

Habían pasado dos semanas, los mensajes con el extraño se habían detenido, desde aquella "buenas noches" todas las noches me preguntaba ¿Qué habrá pasado con él? Era como si me hubiese acostumbrado a sus mensajes, si, era una locura, pero me sentía de esa manera, a pesar que solo hablamos una noche. Bueno... si a eso se le puede dar el nombre de "hablar" Mi cabeza no dejaba pensar constantemente en él.

Alguien me sorprende por detrás tomándome por la cintura.

Me giro para ver a Sam, su cabeza acurrucándose en mi cuello. —No pensé encontrarte aquí temprano.

Dice en medio de besos.

—Me desperté temprano y no pude conciliar el sueño. ¿Qué hablamos de los besos en la oficina?

Sam no paraba de dejarme besos por mi cuello y labios.

—Te he extrañado.

Me rio. —Ayer nos vimos. De hecho creo que dormiste conmigo. —levanto mis cejas y trato de alejarme, pero era algo imposible. Me tenía encerrada en sus brazos.

—Te quiero mostrar algo en mi oficina.

—¿ya?

El asiente ansiosamente y me lleva casi arrastras, subimos el piso y caminamos hasta su oficina.

Su piso estaba solitario, no había ni un alma.

Entramos a su oficina y enseguida cierra las persianas. Lo miro confundida, se acerca hacia mí y empieza a besarme.

—Oh vaya... ¿esto era lo que querías mostrarme? —Logro decir entre besos.

Él se tira en el sofá y me siento a horcajadas en él. No recuerdo la última vez que tuvimos sexo en la oficina, creo que recién empezábamos a salir, si fueron como unas dos veces que lo hicimos en ese entonces el tenia a cargo otra oficina.

—No deberíamos hacer esto, no aquí.

Me ignora totalmente, sus manos desabotonan hábilmente mi camisa, besa mi pecho y acaricia mi corpiño color blanco.

Lo ayudo a quitar el botón a su pantalón, el levanta mi falda y en cuestión de minutos estaba dentro de mí. —Sam... —Mordí mi labio tan fuerte que creo que probé mi propia sangre.

 La adrenalina, el nerviosismo que tenía que alguien entrara y nos viera lo tenía a millón.

Se quedó un rato arrecostado encima de mí, nuestras respiraciones eran pesadas, nuestro pulso era acelerado. —Oh Dios mio...

Se dirigió al pequeño baño que tenía aquí mismo y tomo toallas húmedas de su gaveta y me limpio, él se arregló y luego me ayudo a mí, estaba segura que parecía un desastre, que mi cabello parecía un arbusto sin podar.

Mientras arreglaba mi ropa él arreglo su escritorio.

Tal vez haya sido un buen sexo desde hace algunos meses.

—Te amo. —Dice y me deja un suave beso en los labios.

—¿Almorzamos juntos? —Pregunto, abotonando el último botón y metiendo mi camisa.

—Pensé que ibas a reclamarme por haberlo hecho aquí.

Me encojo de hombros. —Debería... Sin embargo no eres el único culpable. —Digo con una media sonrisa.

Mi Gran Engaño (TERMINADA- EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora